Una goleada que agria a San Mam¨¦s

No era cuesti¨®n de tiempo, ni de dejarse llevar por sensaciones extra?as. M¨¢s bien la consecuencia de ese aroma nada embriagador que rodea una escena en la que la tormenta est¨¢ por venir, aunque se venga anunciando en los ¨²ltimos partes.

Uno de esos chaparrones que se vislumbran en lo alto, pero para los que decides no cubrirte en un desaf¨ªo desinhibido a la naturaleza. Algo parecido le sucedi¨® al Athletic, al de la cara agachada y la camiseta temblorosa, que, consciente de que el temporal no presagiaba un ambiente precisamente estable, se enfrent¨® a pecho descubierto ante una realidad en la que ahora se encuentra bastante m¨¢s desguarnecido. Termin¨®, tras un partido con m¨¢s goles que espect¨¢culo, amortajado, consciente de que ahora parte con varios pasos por detr¨¢s de aquel recuerdo nada lejano del curso pasado, y con una exigencia propia que puede, como ayer, condenarle cuando las fuerzas le fallan.

A ese tiempo de camiseta descubierta se agarr¨® el Betis para provocar una ca¨ªda en tromba, no de agua, pero s¨ª de f¨²tbol y goles en media hora ante un Athletic fam¨¦lico sin dominio de la situaci¨®n. Fue su particular ofrenda al desastre. No ofreci¨® flores, porque las ¨²ltimas que han florecido est¨¢n por podarse en busca de otra primavera, sino despojos de una piel con la que tendr¨¢ que tendr¨¢ que convivir si se confirma la salida de Llorente y Javi Mart¨ªnez y a la que de momento no parece comprender. Perdi¨® r¨¢pidamente el gusto por s¨ª mismo ante un Betis gigante, que se comport¨® a la altura de las circunstancias gracias a la omnipresencia de Be?at. Un joven salido de la cantera de Lezama que recibi¨® los pitidos de un p¨²blico que le teme en la distancia aunque le gustar¨ªa contemplarlo de nuevo en casa.

Fabricada la alineaci¨®n con remiendos como Gurpegui e I?igo P¨¦rez en defensa, Marcelo Bielsa construy¨® el equipo con las mismas intenciones que el curso pasado pero con distintos pilares sobre los que sostenerla. Con Iturraspe haciendo de Javi Mart¨ªnez, y Toquero haciendo de Llorente, se consigue, precisamente, una mezcla que provoca un juego suced¨¢neo con el que el resultado no resulta similar.

Un omnipresente Be?at despert¨® los silbidos de una afici¨®n que le teme y le quiere

Por eso, un mal quiebro de Iturraspe en el centro del campo qued¨® atado a los pies de Be?at para que se lo cediera a Rub¨¦n Castro y este enga?ase con un giro de cadera a Iraizoz. Era el primer gol de un partido al que pretend¨ªa echarle el lazo el conjunto andaluz, que sum¨®, visto el festival de fallos en el marcaje, otros dos goles antes de que el Athletic comprendiera lo que estaba sucediendo. Jorge Molina, tras una jugada de futbol¨ªn, y Be?at con un zapatazo desde fuera del ¨¢rea, golpearon an¨ªmicamente a un Athletic paup¨¦rrimo.

El equipo de Bielsa realiz¨® su particular ofrenda al desastre con un juego fam¨¦lico

Aun as¨ª, de la nada, donde ya no queda m¨¢s terreno que descender, el Athletic rescat¨® parte de ese car¨¢cter que se le presupone. Con Aduriz e Ibai G¨®mez sobre el campo cambi¨® la forma de encarar el partido y encontr¨® por primera vez alg¨²n resquicio por el que sintonizarse. Un gol de De Marcos cuando apenas hab¨ªa comenzado la segunda mitad le meti¨® en el partido, y dos goles de San Jos¨¦ de cabeza parecieron dar la vuelta a un espejo en el que el rostro deteriorado pas¨® a ser el del Betis. Sin embargo, cuando la inspiraci¨®n solo aparece por momentos, y se espera que solo de ella nazca la respuesta final, el Betis, m¨¢s s¨®lido durante todo el partido, se hizo aun m¨¢s grande y con dos goles de Pozuelo y Jorge Molina volte¨® de nuevo un partido descalabrado.

Fue el homenaje del f¨²tbol inestable a la loter¨ªa del gol. Esa en la que el Athletic de momento no tiene boletos, y el Betis una tira premiada.