Seis goles suturan al Athletic
Los de Bielsa aplastan a un inofensivo Helsinki y se dan un ba?o de autoestima
Entre un quiebro de Iturraspe que no sale, y un t¨²nel de Herrera que se cuela entre las piernas de un rival, pasa menos de una semana. Dos gestos est¨¦ticos, seguramente evitables que, sin embargo, transparentan la cadencia de una sensaci¨®n. El primero provoc¨® un gol en contra ante el Betis, mientras que el segundo encaj¨® en un partido en el que nada pareci¨® estar de m¨¢s. La triqui?uela del medio rojiblanco no fue solo un recurso, sino una declaraci¨®n de intenciones. Una especie de grito al cielo con el que descargarse. Ni siquiera sirvi¨® para crear una ocasi¨®n de gol, pero su impacto en el resto de jugadores provoc¨® que cada uno quisiera encontrar la mejor caranto?a con la que obsequiar al bal¨®n. Nada mejor para alejar los males y el miedo creados por una situaci¨®n inestable que hab¨ªa condicionado el car¨¢cter de un equipo orgulloso.
ATHLETIC, 6-HELSINKI, 0
Athletic: Iraizoz; Iraola, San Jos¨¦, Gurpegui, I?igo P¨¦rez; Iturraspe, De Marcos, Herrera (Ruiz de Galarreta, m. 73); Susaeta (Muniain, m. 69), Ismael L¨®pez y Aduriz (Ibai G¨®mez, m. 59). No utilizados: Ra¨²l, Toquero, Ekiza y Ramalho.
HJK Helsinki: Wall¨¦n; Lahti, Mannstr?m, Lindstrom, V?yrynen (Zeneli, m. 64); Sumusalo, Perovuo, Savage, Sorsa; Sch¨¹ller y Sadik (Makela, m. 71). No utilizados: Sahlgren, Kansikas, Okkonen, Hakanpaa y Mattila.
Goles: 1-0. M. 24. Aduriz. 2-0. M. 30. Susaeta. 3-0. M. 41. I?igo P¨¦rez. 4-0. M. 49. Aduriz. 5-0. M. 56. Susaeta. 6-0. M. 83. Iraola
?rbitro: B¨¹lent Yildirim amonest¨® a Lindstrom.
San Mam¨¦s, unos 23.000 espectadores.
Fue un atrevimiento en tiempos de necesidad que cambi¨® el ¨¢nimo de un partido al que se le miraba con recelo. La goleada ante el HJK Helsinki, m¨¢s que para definir la eliminatoria, le sirvi¨® al Athletic para cortar de ra¨ªz una hemorragia que empezaba a ¨ªrsele de las manos y para congelar los ¨¢nimos de una ciudad a la que el calor hab¨ªa empezado a calentarle los nervios. Seis goles, que en realidad pudieron ser m¨¢s, porque nada parec¨ªa dif¨ªcil de conseguir, suturaron de nuevo al Athletic con una realidad a la que a¨²n no se hab¨ªa enfrentado. Esa en la que cuenta con distintos recursos y a los que aun no hab¨ªa sabido sacar provecho.
Uno de ellos fue Aduriz, que ocup¨® el puesto de Toquero en ataque, y que demostr¨® que por arriba sigue teniendo el dominio de una parcela en la que no todo es cuesti¨®n de altura. Dosificado en las carreras, el delantero guipuzcoano sirvi¨® de puerto sobre el que amarrar un ataque r¨¢pido, directo, que part¨ªa siempre a ras de suelo. Ismael L¨®pez y Susaeta por las bandas gestionaban la superioridad del Athletic en el centro del campo, may¨²sculo para el equipo finland¨¦s, y pisaron el ¨¢rea rival con esa sensaci¨®n de que el terreno se inclina de repente hacia la porter¨ªa. Ser¨ªa en un salto de cabeza sostenido en el tiempo, con el cuello erguido por encima de los hombros de los defensas cuando la gravedad empieza a limitar el salto, cuando Aduriz conect¨® un centro de Iraola y lo dirigi¨® al palo contrario de Wall¨¦n. Primer gol del partido, y la constataci¨®n de un emparejamiento desigual. De la diferencia entre un equipo animado y con repertorio, ante una formaci¨®n deshilachada.
A partir de ah¨ª el Athletic se visti¨® de equipo confiado, seguro de que nada podr¨ªa cambiar un entorno inmejorable. Tanto que Susaeta, que observaba desde la distancia un saque de esquina termin¨® por rematarlo colocando la cabeza en medio de una trayectoria en la que apenas se exig¨ªa un peque?o giro de cuello para dirigirlo a la red. Y as¨ª, contagiado el equipo por una sensaci¨®n de libertad desconocida hasta el momento, I?igo P¨¦rez, relegado al lateral izquierdo, habiendo terminado la temporada como medio centro titular, se atrevi¨® a lanzar una falta desde fuera del ¨¢rea amagando con la cabeza un centro al segundo palo y coloc¨® el tercer tanto a falta de cuatro minutos para el final de la primera parte.
Raro es no ver a Bielsa corregir un detalle en medio de la alegr¨ªa, como si por mucho que el resultado fuese el deseado, la manera de conseguirlo hubiera estado fuera de sus planes, pero ayer apenas tuvo motivos para elevar la voz desde sus cuclillas. Quiz¨¢s tambi¨¦n necesitase el argentino resguardar el temperamento para no alterar el desarrollo del partido. En medio de una traves¨ªa entre algodones, el Athletic se mov¨ªa suelto, sinti¨¦ndose guapo, y con la necesidad de seguir mir¨¢ndose ante el espejo. Con el hambre recobrada sigui¨® asediando los rojiblancos al Helsinki, que viv¨ªa parapetado en una ficticia caverna t¨¢ctica en la que nada parec¨ªa fijo. Tanto que Aduriz rescat¨® un bal¨®n perdido a un palmo de la l¨ªnea de gol para marcar el cuarto, y Susaeta decidi¨® deshacerse de su marcador y del portero para rematar con la puntera desde el suelo. Solo Iraola quiso mover de nuevo el marcador y redondear una goleada reconfortante.
Fue un ba?o de libertad, de desahogo en el que los goles sirvieron para dejar claro que al Athletic le va Europa y que a partir de ella vuelve a reconciliarse con s¨ª mismo. Y todo por dos detalles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.