El prurito de Purito
Menchov gana en la Bola del Mundo, Joaqu¨ªm Rodr¨ªguez se reivindica con un ataque a tres kil¨®metros de meta y Contador gestiona las distancias para asegurar la victoria en la general
La ¨¦pica y la f¨ªsica no siempre se llevan bien. De hecho, en terrenos deportivos tienden a llevarse mal, salvo alguna alianza que produce efectos espectaculares, como en Fuente D¨¦, sin ir m¨¢s lejos en esta Vuelta. La Bola del Mundo, ayer en Navacerrada, era la rev¨¢lida, la prueba de madurez de Alberto Contador para licenciarse como vencedor de la Vuelta a Espa?a, despu¨¦s de la matr¨ªcula de honor que obtuvo en tierras de Cantabria, cuando enloqueci¨® divinamente y puso la carrera patas arriba y la Vuelta a sus pies. Examen aprobado. Ten¨ªa m¨¢s que suficiente nota para que nadie le desbancase de ser el primero de la clase, el m¨¢s aplicado, el m¨¢s sabihondo y tan entregado como el que m¨¢s.
20? Etapa
La Faisanera-Bola del Mundo: 170,7 km.
Velocidad media: 38,8 Km/h.
ETAPA
1. Denis Menchov (RUS/Katusha) 4h 48m 48s
2. Richie Porte (AUS/Sky) a 17s
3. K. De Weert (BEL/Omega-Pharma) a 42s
4. Fredrik Kessiakov (RUS/Astana) a 1m 16s
GENERAL
1. Alberto Contador (Saxo Bank) 82h 14m 52s
2. Alejandro Valverde (Movistar) a 1m 16s
3. Joaquim Rodr¨ªguez (Katusha) a 1m 37s
4. Chris Froome (GBR/Sky) a 10m 16s
Y eso que todas las tinieblas anunciadas por la dureza de la etapa se volvieron negr¨ªsimas cuando de pronto, la lluvia, as¨ª a pleno sol, de golpe y porrazo, sin previo aviso, barri¨® Navacerrada como si de un aguacero de Par¨ªs se tratase previendo un final tenebroso para una etapa ya de por s¨ª t¨¦trica. Pero fue una nube tormentosa en la luz del mediod¨ªa. Chafada la fiesta de la afici¨®n, volvi¨® a lucir el sol y los ciclistas respiraron aliviados.
Sin embargo, el ¨²ltimo examen fue un ejercicio de categor¨ªa de Purito Rodr¨ªguez, que si bien descart¨® enfrentarse al chico listo, demasiado alejado para sus posibilidades, intent¨® ocupar la segunda plaza del caj¨®n, atacando a Valverde, del que le separaban 45 segundos de distancia. Esper¨® a la parte dura, es decir, a los tres kil¨®metros de la Bola del Mundo, donde el cemento se agarra, se retuerce y se convierte en un enemigo m¨¢s de los ciclistas. All¨ª se fue en cuanto su colega Dani Moreno le hizo los deberes, despu¨¦s de que Majca hiciera los suyos para Contador. Moreno seleccion¨® al peque?o grupo de supervivientes, y cuando ya eran pocos, apenas cinco, Purito Rodr¨ªguez, solt¨® su ¨²ltimo hachazo, al que respondi¨® Contador, pero poco, muy poco. Y al que reaccion¨® con calma Valverde. Y Purito se fue, haciendo gala de una generosidad asombrosa, de una deportividad sin l¨ªmites, de una entrega absoluta.
Se supo pronto que la batalla no era la batalla final, sino una batalla m¨¢s, un nuevo ejercicio de patriotismo ciclista, un nuevo ejemplo de competitividad controlada
Contador midi¨® la distancia, calcul¨® la diferencia y prefiri¨® no aceptar el se?uelo. Valverde se recuper¨® poco a poco, y al final, el podio no cambi¨®. El acto de Purito fue un acto de fe. El triunfo de Contador, la l¨®gica de la raz¨®n. Y el puesto de Valverde, un acto de esperanza.
Hab¨ªa una emoci¨®n contenida sobre un nuevo ejemplo de romanticismo, un ataque suicida del Katusha, una revuelta del Movistar, para revisarle las tuercas a Contador, para hacerle una ITV en condiciones, a tope. Pero los puertos pasaban y pasaban y solo confirmaban que la escapada se consolidaba mientras iba desgranando cuentas del rosario. Pero atr¨¢s, en el grupo de los elegidos, era una vez m¨¢s el Euskaltel el que asum¨ªa la responsabilidad de elevar el ritmo de la marcha. Sin nada conseguido era la ¨²ltima posibilidad de reivindicarse. Todos los equipos importantes llevaban su lebrel en la escapada. Katusha especialmente con Menchov, ciclista experto y poco gastado en esta carrera, que pod¨ªa ser la referencia de Purito.
Pero si bien los escapados iban cediendo en su ¨ªmpetu, uno a uno, dos a dos, la cabeza segu¨ªa manteniendo ventajas imposibles para el corral de los gallos que renunciaron a la etapa, a las bonificaciones, y que se jugaron un mano a mano particular independientemente del puesto en la clasificaci¨®n. Fue una bella lucha. Corta, pero intensa, ya bajo el sol y con el fervor popular invadiendo los arcenes, primero, y el descarnado camino despu¨¦s.
El oculto Menchov, invisible todas las semanas, pase¨® su cuerpo gentil por las alturas de la Bola
Se supo pronto que la batalla no era la batalla final, sino una batalla m¨¢s, un nuevo ejercicio de patriotismo ciclista, un nuevo ejemplo de competitividad controlada, pero un golpe rudo, de esos que la afici¨®n celebra por encima de los ¨¦xitos o los fracasos. En territorio Contador, gan¨® Purito, en un ejercicio soberbio de dignidad y de humildad al mismo tiempo. Quiso acabar ganando aunque quien ganase fuera definitivamente Contador, el que le enga?¨® en Fuente D¨¦, el que le hizo pensar tantas cosas a la vez que acab¨® dudando y, por tanto, eligiendo la peor opci¨®n. O quiz¨¢s simplemente el que aprovech¨® sus malas piernas de ese d¨ªa en un acto bell¨ªsimo de ciclismo antiguo. Ayer sac¨® su prurito, del mismo modo que Contador sac¨® su clase para medir la carrera, efectuar el c¨¢lculo de probabilidad, minimizar su flaqueza y ganar a lo grande aunque en esta ocasi¨®n le viera el dorsal a Purito Rodr¨ªguez. Pero hoy estar¨¢ en lo alto del caj¨®n, donde mejor se ve el dorsal del ganador de la Vuelta.
Bien es cierto que cuando los gallos llegaron, el corral ya estaba lleno. Un compa?ero de Purito, Menchov, se llev¨® la etapa tras soltar en los metros finales al australiano Porte. El oculto Menchov, invisible todas las semanas, pase¨® su cuerpo gentil por las alturas de la Bola, mientras Purito se retorc¨ªa en los kil¨®metros anteriores. Lo dicho, la ¨¦pica y la t¨¦cnica no se llevan bien. Por eso entre otras cosas no siempre gana el mejor, pero normalmente lo hace quien se lo merece.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.