Nada puede con Serena
La estadounidense conquista su cuarto t¨ªtulo neoyorquino 13 a?os despu¨¦s del primero, el r¨¦cord, tras imponerse a Azarenka (6-2, 2-6 y 7-5)
Son Serena Williams y el destino: cuando Victoria Azarenka saca para confirmarse como la campeona del Abierto de Estados Unidos, la estadounidense le contesta con la contundencia de los insensibles. Como si ese momento de m¨¢xima tensi¨®n no fuera con ella, Serena rompe el saque de la n¨²mero uno mundial, ruge el estadio al ver de vuelta a su hero¨ªna, y esta, irremediablemente, devora el t¨ªtulo: 6-2, 2-6 y 7-5, la culminaci¨®n de un verano para el recuerdo que le ha visto celebrar Wimbledon, el oro ol¨ªmpico y su cuarto entorchado neoyorquino, para 15 en total.
Todo empez¨® con Virgine Razzano, la viuda de Par¨ªs. Ocurri¨® en una tarde de tinieblas, sobre la tierra de Roland Garros, donde Serena Williams se inclin¨® en primera ronda ante la hero¨ªna de la grada, entregada a la francesa desde que jug¨® entre l¨¢grimas el torneo por la muerte de su pareja. Eso activ¨® al animal competitivo que es la estadounidense. ¡°Pese a lo mucho que odio perder¡±, le dijo la ex n¨²mero uno mundial al The New York Times; ¡°las derrotas a veces me sirven como motivaci¨®n. Creo que esa derrota ante Razzano me ayud¨®, pero tambi¨¦n que me doli¨® m¨¢s de lo normal¡±.
Dolida por ese partido, Serena ha protagonizado un verano hist¨®rico en los t¨ªtulos y los almanaques. En 1999, con 17 a?os, se convirti¨® en la cuarta campeona m¨¢s joven de la historia del torneo. En 2012, con casi 31, es la segunda en m¨¢s edad (Margaret Court, 31 a?os y 1 mes en 1973) que jam¨¢s levant¨® el trofeo. Nunca hab¨ªan pasado tantas temporadas (13) entre dos t¨ªtulos. Eso demuestra tres cosas: que Serena vence cuando le viene en gana; que no tiene rivales a la altura de las que encontr¨® al comienzo de su carrera; y que su curr¨ªculo ya la ha hecho eterna.
La bielorrusa, que sac¨® para ganar, no hab¨ªa perdido un solo duelo en 2012 en el set decisivo (12-0)
Para eso debe navegar un partido lleno de aristas. En la noche de Nueva York le pitan faltas de pie en el saque, algo que requiere de un par de narices, porque a ning¨²n juez de l¨ªnea se le ha olvidado c¨®mo amenaz¨® a un compa?ero en este mismo Abierto por pitar exactamente lo mismo. Ah¨ª, bajo los focos, sale en tromba la estadounidense, y reacciona brillantemente Azarenka en el segundo parcial, estirando el partido decisivo hasta las tres mangas por primera vez desde 1995. Esa circunstancia pone a prueba dos rachas de las que marcan una carrera y la definen como el cincel que escarba la piedra: la estadounidense jam¨¢s ha perdido una final grande decidida en el parcial decisivo (5-0) y la bielorrusa no hab¨ªa perdido ni un solo duelo as¨ª en 2012 (12-0). Serena acaba levantando los brazos, de nuevo coronada, sonriente, como siempre. De nuevo, la n¨²mero cuatro hab¨ªa ganado dos encuentros: el que jugaba en el presente (Azarenka) y el que jugaba en el pasado (Razzano).
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