Banega incendia Mestalla
La entrada del medio, tras ocho meses lesionado, reactiva al Valencia ante un Athletic aniquilado tras la expulsi¨®n de Herrera
La clase superlativa de Ever Banega rescat¨® a un Valencia cadav¨¦rico hasta el ¨²ltimo cuarto. Atrap¨® la pelota y ya no la solt¨® hasta remontar un partido que el Athletic ten¨ªa en la yema de los dedos. Se le escap¨® primero por la torpeza de Herrera, expulsado tras golpear a Tino Costa, y despu¨¦s por la inocencia de Bielsa al confiar en su defensa, en clara competencia con la del Valencia entre las menos fiables del campeonato. De nada sirvi¨® la sobresaliente actuaci¨®n de Aduriz, por fin un rey en Mestalla aunque con el equipo rival, despedido con una bella ovaci¨®n al ser sustituido por Aurtenetxe. Un cambio que, junto al de Ever Banega, le dio la vuelta al encuentro. Para salvaci¨®n de Pellegrino, muy cuestionado hasta ese momento final de gloria.
VALENCIA, 3-ATHLETIC, 2
Valencia: Guaita; Barrag¨¢n, Rami, V¨ªctor Ruiz, Mathieu (Banega, m. 77); Gago, Tino Costa; Bernat (Guardado, m. 73), Jonas (Valdez, m. 61), Viera; y Soldado. No utilizados: Diego Alves; Costa, Pereira, y Albelda.
Athletic: Iraizoz; Iraola, Amorebieta, Ekiza, I?igo P¨¦rez; Iturraspe, Ander Herrera; Susaeta, De Marcos, Muniain (Ibai G¨®mez, m. 64); y Aduriz (Aurtenetxe, m. 72). No utilizados: Ra¨²l Fernandez; San Jos¨¦, I?igo L¨®pez, Toquero y Fernando Llorente.
Goles: 0-1. M. 18. Aduriz. 1-1. M. 26. Soldado, de penalti. 1-2. M. 30. Aduriz. 2-2. M. 88. Tino Costa. 3-2. M. 90. Valdez.
?rbitro: Undiano Mallenco. Expuls¨® a Ander Herrera y amonest¨® a Ekiza, Barrag¨¢n, De Marcos y Valdez.
Unos 45.000 espectadores en Mestalla.
El despeje-patada a seguir de Rami, tras el gol del empate de Soldado, simbolizaba el estado catat¨®nico de la zaga local. No es que defienda mal. Es que se abstiene. Cada ataque del Athletic era una invitaci¨®n al gol. La agradeci¨® dos veces Aduriz, animado por la colaboraci¨®n de su marcador, V¨ªctor Ruiz. Hasta Guaita, tan s¨®lido en el juego a¨¦reo, se ha contagiado de la tiritona general. Ya casi no sale de su ¨¢rea peque?a.
Precisamente fue Aduriz, tratado como un delantero de medio pelo en sus temporadas en Mestalla, cuando le sobran recursos para, por ejemplo, colocar con la izquierda desde la frontal del ¨¢rea tras la dejada de De Marcos. O aprovechar, poco despu¨¦s, la flojera en el marcaje de V¨ªctor Ruiz para embocar desde cerca un c¨®rner de I?igo P¨¦rez.
El Athletic tampoco es una roca en defensa. Y eso lo puso en evidencia Jonathan Viera cuando le tir¨® un ca?o a Iturraspe dentro del ¨¢rea. El disparo del canario golpe¨® en la mano de Ekiza y el consiguiente penalti lo transform¨® Soldado.
No pasaron ni dos minutos antes de que hubiese una jugada muy similar en la otra ¨¢rea: la volea de Aduriz fue repelida por el brazo de V¨ªctor Ruiz, sin castigo arbitral. Pero el Athletic oli¨® la sangre. Y le bastaba con un taconazo de Herrera en la medular o una arrancada de Muniain para dejar en los huesos el entramado defensivo local, abucheado por un p¨²blico cansado de contemplar el desastre. Por mucho que la Curva Nord, ese grupo de radicales ubicado en un rinc¨®n del Gol Sur, cantara otra m¨²sica alejada de la realidad del partido.
El Valencia no estuvo del todo mal en el ataque. Alegrado por las pinceladas de la velocidad en el caracoleo de Bernat, de ah¨ª el enfado del p¨²blico cuando fue sustituido por el mexicano Guardado cuando al principio parec¨ªa que el sacrificado iba a ser el central V¨ªctor Ruiz.
No hay por qu¨¦ dudar del buen gusto de Mestalla. La tribuna aplaudi¨® a Herrera cuando este se puso a regatear a los medios valencianistas en una danza sin fin. Desde su regreso, el Athletic hab¨ªa reencontrado el sentido a su juego. La impotencia de Pellegrino se reflejaba en la banda, protestando al cuarto ¨¢rbitro por cualquier nimiedad.
Pero la expulsi¨®n de Herrera (por una absurda patadita por detr¨¢s a Tino Costa) le abri¨® las puertas al Valencia para el ¨²ltimo cuarto de hora del encuentro. Al principio, el Athletic no se blind¨®, sino que sigui¨® atacando sin cesar. Al menos hasta que Marcelo Bielsa mand¨® entrar a Aurtenetxe para jugar con tres centrales.
Solo le quedaba una bala a Pellegrino, Banega, de nuevo en un campo de f¨²tbol ocho meses despu¨¦s. A los pocos segundos se apoder¨® del bal¨®n, como si el tiempo ni la grav¨ªsima lesi¨®n sufrida no hubiera pasado por ¨¦l. Atrapaba a los jugadores de Bielsa como moscas, y dejaba en libertad a sus compa?eros, que acabaron marcando. Primero Tino Costa, con la pierna derecha, s¨ª, con la derecha; y finalmente el paraguayo Haedo Valdez en su especialidad, un tremendo cabezazo a centro de Tino Costa que conquist¨® a Mestalla.
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