Stepanek cierra el tel¨®n
El checo, de 33 a?os, se convierte en el tenista m¨¢s viejo en sellar un quinto punto en la final al ganar 6-4, 7-6, 3-6 y 6-3 a un gris Almagro (Rep¨²blica Checa, 3; Espa?a, 2)
Esto deber¨ªa ser un cad¨¢ver con raqueta. Cuando Radek Stepanek tumba 6-4, 7-6, 3-6 y 6-3 a Nicol¨¢s Almagro, impulsando a su selecci¨®n hasta la Copa Davis (Rep¨²blica Checa, 3; Espa?a, 2), han pasado 3h 52m de sufrimientos, castigos y vaivenes; 3h 52m de tortura psicol¨®gica y an¨ªmica; 3h 52 m de gritos, idas y venidas. A los 33 a?os, Stepanek disputa su tercer partido del fin de semana. Acumula al llegar al duelo 6h 17m de vuelo, por las 3h 58m de Almagro. Cuando el murciano, seis a?os menor, hace suya la tercera manga, las piernas, el coraz¨®n y cerebro de su contrario deber¨ªan decir basta. Es Stepanek frente al mismo muro que frena a los maratonianos a partir del kil¨®metro 30: o lo salta de una vez, o su cabeza explota. Sin embargo, este muerto est¨¢ muy vivo: Steps rompe el saque de Almagro al inicio de la cuarta manga, deja en nada la victoria previa de David Ferrer sobre Tomas Berdych (6-2, 6-3 y 7-5) y se convierte en el tenista m¨¢s viejo en darle a su pa¨ªs el trofeo en un quinto punto en la centenaria historia de la Davis.
En la muerte s¨²bita no se apunta ning¨²n punto. Almagro juega contra Almagro
Los rivales compiten con el pulso disparado, y con esos nervios se deja Espa?a su t¨ªtulo de 2011 y pierde su segunda final del siglo XXI (2003). El proyecto, que espera reincorporar a Nadal en 2013, que adem¨¢s cuenta con Ferrer y ha descubierto a unos doblistas de categor¨ªa en Marcel Granollers y Marc L¨®pez, a pesar de caer en Praga, no queda comprometido por una derrota que se fragua en un encuentro que en realidad son dos partidos: el de un tenista con el otro y el de cada uno de ellos con sus demonios.
El checo sabe que corre el riesgo de agotar sus energ¨ªas. El espa?ol, que bajo techo no ha ganado m¨¢s que el 48% de los duelos (78% en 2012). Ante Stepanek, Almagro sufre todos los males que explican esa estad¨ªstica. El checo no necesita al p¨²blico, es ¨¦l quien convoca a la grada. El fuego del gent¨ªo se enciende con la gasolina de sus saltos y la chispa de sus voleas. La grada arde. Salta la gente. Retumban los zapatos contra el cemento. Son gritos desordenados, pitidos y trompetazos disonantes, un guirigay que destemplar¨ªa a cualquiera. El espa?ol se quema lentamente en ese fuego. Almagro es de pesada armadura, no le dan las piernas para igualar la velocidad de la pista. Deja siempre que Stepanek tire primero, que lleve la iniciativa con sus golpes el¨¢sticos, gr¨¢ciles y mortales. Se compite seg¨²n el guion del local. Las frases del visitante son siempre contestaciones a las del checo, nunca lleva Almagro la voz cantante. El murciano quiere parrafadas y su contrario le da la r¨¦plica con monos¨ªlabos. Sin dar ritmo, atacando siempre la red, Steps hace suyo el partido. ¡°?Radek!, ?Radek!¡±, truenan 14.000 gargantas.
Igual que esa mezcla de le¨®n, tigre y basilisco de su casaca, celebra el t¨ªtulo: rugiente, magn¨ªfico y muchas veces con la lengua fuera
No hay apenas rastro del volc¨¢nico Almagro. Transformado por la responsabilidad, se dispara en los errores no forzados (56). Esposado por el peso de la historia, no encuentra continuidad en una de sus mejores armas (el saque: 15 aces, pero con un bajo 56% de primeros). De error en error, no suma un solo punto en el tie-break de la segunda manga, como si compitiera con la cabeza atenaz¨¢ndole las piernas tras llen¨¢rsele de malos recuerdos (el espa?ol solo vence el 46% de los desempates). Es Almagro contra Stepanek y Almagro contra Almagro.
Entonces todo est¨¢ donde quer¨ªa el checo, que gana la friolera de 41 puntos en la red. La frustraci¨®n de Almagro, vertiendo palabrotas, es la mejor de las espuelas para su tenis. El ambiente, una celebraci¨®n de su figura, le sirve de aliento cuando pierde la tercera manga. El checo, campe¨®n frente a la temible selecci¨®n espa?ola, al¨¦rgica ya a cualquier tab¨², capaz de exprimirse hasta el quinto punto bajo techo y fuera de casa, juega con un animal pintado en su camiseta. Igual que esa mezcla de le¨®n, tigre y basilisco de su casaca, celebra el t¨ªtulo: rugiente, magn¨ªfico y a veces con la lengua fuera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.