?zil se adue?a de Zorrilla
El mediapunta rescata al Madrid de las garras de un meritorio Valladolid
¡°?Pucela, Pucela, Pucela¡!¡±. La muchedumbre de Zorrilla despidi¨® emocionada a su equipo, abnegado y valiente hasta el ¨²ltimo instante de un partido memorable. El Valladolid llev¨® al Madrid al borde del abismo pero no pudo reponerse a la baja de Ebert ni a la aparici¨®n descomunal de Mesut ?zil. El mediapunta se solt¨® al borde del descanso para regalarle a la hinchada una jugada y un gol inolvidables, punto de partida para una actuaci¨®n que culmin¨® con el tanto del triunfo en la segunda parte. ?zil estuvo a la altura del enorme potencial que atesora y su magia sac¨® a su equipo del despe?adero.
VALLADOLID, 2 - R. MADRID, 3
Valladolid: Dani Hern¨¢ndez; Rukavina, Sereno, Marc Valiente, Balenciaga; V¨ªctor P¨¦rez, ?lvaro Rubio; Ebert (Alberto Bueno, m. 29), ?scar, Omar; y Manucho (Javi Guerra, m. 78). No utilizados: Jaime; Baraja, Pe?a, Sastre y Neira.
Real Madrid: Casillas; Arbeloa (Modric, m. 61), Pepe, Sergio Ramos, Nacho (Di Mar¨ªa, m. 46); Khedira, Xabi Alonso; Callej¨®n, ?zil, Cristiano; y Benzema (Varane, m. 73). No utilizados: Ad¨¢n; Kak¨¢, Essien y Morata.
Goles: 1-0. M. 6. Manucho. 1-1. M. 12. Benzema. 2-1. M. 21. Manucho. 2-2. M. 45. ?zil. 2-3. M. 72. ?zil.
?rbitro: P¨¦rez Montero. Amonest¨® a Manucho, Omar, Cristiano, ?zil, ?scar y Di Mar¨ªa.
Unos 25.000 espectadores en el estadio Jos¨¦ Zorrilla.
El Valladolid, uno de los equipos mejor trabajados del campeonato, se siente c¨®modo organiz¨¢ndose a golpe de toque. Mezcla pases y desmarques, potencia y pausa, achique de espacios y grandes despliegues sobre la porter¨ªa contraria. Construye su identidad a partir de la posesi¨®n del bal¨®n. Es la clase de adversario que suele incurrir en errores insalvables frente a este Madrid que presiona en masa y castiga sobre la p¨¦rdida con carreras fulminantes a los espacios. Sobre el plano, parec¨ªa una noche propicia a los velocistas del Madrid. Si no fue as¨ª desde el arranque fue porque los jugadores que dirige Djukic estuvieron impecables. Se apropiaron de la pelota, adelantaron las l¨ªneas, dejaron a Benzema y Cristiano en fuera de juego tres veces seguidas, y se encontraron con un gol a la salida de un c¨®rner.
Lanz¨® Ebert al segundo palo, la baj¨® Rubio, y ante la pasividad de cinco jugadores del Madrid dispuestos para el rechace, Manucho remach¨® en el ¨¢rea peque?a. Se hac¨ªa dif¨ªcil no advertir la presencia del gigantesco angole?o, de pie frente a Casillas. Pues nadie quiso seguirle. Le dejaron vivir, tal vez en la creencia de que, dada su probada incompetencia para rematar de cabeza con la propiedad de un especialista, no dar¨ªa problemas. Pues marc¨® con el pie, y el Madrid se meti¨® de lleno en el escenario que m¨¢s le atormenta: obligado a fabricarse los espacios yendo por detr¨¢s en el marcador.
Apurado por su delicada posici¨®n en la clasificaci¨®n, el Madrid se sinti¨® obligado a replicar de inmediato, sin pausa, empleando a Pepe y Ramos para jugar en largo. A falta de claridad, se sucedieron los choques y los atropellos. El Valladolid parec¨ªa controlar la situaci¨®n cuando un resbal¨®n de Sereno premi¨® el esfuerzo de Callej¨®n, que andaba por el extremo derecha presionando a Balenziaga. Desbordada la defensa, el canterano sirvi¨® el empate a Benzema.
Las acciones se desencadenaron en cascada calentando un grader¨ªo repleto de gente indiferente al fr¨ªo, electrizada por un duelo hermoso. A Mourinho se le vio agitado, de pie en la banda, hasta que Manucho marc¨® el segundo. Otra vez, el angole?o surgi¨® a la salida de un c¨®rner desde la izquierda lanzado por Ebert. Pero, en esta ocasi¨®n, remat¨® de cabeza. Libre entre Casillas y Ramos. Sin levantar los pies del suelo. Fue un error tan clamoroso de la defensa que el m¨¢nager portugu¨¦s debi¨® sentirse abatido y se repleg¨® al interior de la caseta.
La monta?a se empinaba para el Madrid cuando un tir¨®n muscular paraliz¨® a Ebert. El extremo alem¨¢n, verdadero pulm¨®n del equipo local, hab¨ªa cumplido escrupulosamente la doble funci¨®n de apurar la salida del juego contrario y de exigir a la defensa. Su desaparici¨®n destens¨® al Valladolid que no fue lo mismo con Bueno. Los minutos finales de la primera parte fueron una exhibici¨®n de juego largo del Madrid, mal concretado, frente a un equipo que se comenz¨® a arrugar. Cuando Xabi Alonso logr¨® mover un poco los hilos del juego se anticiparon consecuencias graves para el Valladolid. Fue Cristiano el hombre m¨¢s entregado a la causa de la remontada. Pero solo la irrupci¨®n de ?zil al filo del descanso confirm¨® las impresiones de supremac¨ªa. El alem¨¢n se fue de Balenziaga y de Valiente con un eslalon, tir¨® la pared con Benzema, que se la devolvi¨® de tac¨®n, y marc¨® un gol colosal.
Mourinho agit¨® la coctelera en el descanso. Quit¨® a Nacho, puso a Callej¨®n en el lateral izquierdo, dio entrada a Di Mar¨ªa, y traslad¨® a Cristiano a la punta del ataque. En la cancha, los acontecimientos siguieron desbocados. La sustituci¨®n de Arbeloa por Modric inyect¨® vapor en la m¨¢quina. El Valladolid pas¨® el mismo tiempo en su campo que en el ajeno y la agitaci¨®n favoreci¨® al Madrid, que comenz¨® a desenvolverse con soltura entre las l¨ªneas abiertas de su oponente. Con un segundo m¨¢s para pensar, ?zil se convirti¨® en el due?o de la noche. El media punta se ofreci¨® en las zonas m¨¢s calientes, donde m¨¢s perjudicaba a la defensa, incapaz de seguirle porque se movi¨® por todas partes. Su gol de falta, perfectamente bien lanzado por encima de la barrera, coron¨® un gesto delicado y una actuaci¨®n memorable.
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