Diego Costa, el revolucionario

Estaba el Atl¨¦tico atascado, adormecido, sin encontrar esas descargas de corriente intensa que le han convertido en un equipo reconocible y ganador. Tambi¨¦n la grada andaba adormilada. Hasta que apareci¨® por la banda la silueta de Diego Costa, suplente por la tunda que lleva en sus piernas ¨²ltimamente. Fue salir del banquillo y despertar el Calder¨®n, que le echaba de menos. Se ha hecho el Atl¨¦tico a jugar con Diego Costa, igual que est¨¢ hecho a contar con Filipe Luis, baja por sanci¨®n, o con Falcao. Sali¨® Diego Costa por Adri¨¢n, que ya no compite solo contra las virtudes futbol¨ªsticas del brasile?o, contra sus desmarques constantes y sus regates a la carrera cada vez menos trastabilladas. Ahora tambi¨¦n tiene que pelear el puesto Adri¨¢n contra un futbolista conectado directamente con el voltaje del juego y con la fibra emocional de la hinchada colchonera. Un desmarque por aqu¨ª, una conducci¨®n vertiginosa por all¨¢, una entrada para marcar territorio y una aparici¨®n oportuna por el segundo palo para cabecear un c¨®rner cerrado y pasado de Koke que se tragaron el portero visitante, Adri¨¢n, y toda su defensa. La revoluci¨®n de Diego Costa se hab¨ªa consumado en apenas cinco minutos. Ya verdugo del Betis en la Copa con ramalazos pendencieros incluidos, que fuera Diego Costa el que ganara el partido encendi¨® caracteres y hubo un par de encontronazos macarr¨®nicos con esas citas desafiantes para despu¨¦s del partido entre God¨ªn y Amaya.

Fue un alivio para el Atl¨¦tico esa entrada transformadora de Diego Costa. Es un equipo de mecha corta. De acciones r¨¢pidas, chispeantes y con poca ret¨®rica. Est¨¢ adiestrado para crear con rapidez en los ¨²ltimos 30 metros, preferentemente tras cazar al contrario saliendo. En la primera mitad hubo muy poco de ese equipo tan reconocible en esos rasgos. Puede que por el esfuerzo del jueves en la Copa y tambi¨¦n porque el Betis toc¨® bien la pelota para salir, aunque sin profundidad, e impuso el ritmo que le conven¨ªa entre el manejo de Be?at y el despliegue de Ca?as. Volcaron mucho el juego hacia Pab¨®n, su fichaje colombiano de invierno, un delantero de pierna corta, un torito de esos con el centro de gravedad bajo y explosivo pegado a la banda derecha. Prob¨® mucho a Cisma y varias veces sali¨® ganador. Cisma estuvo un tanto timorato con la pelota. No es que no se atreviera, pero en muchas de sus acciones ofensivas se le vio agarrotado, con miedo a fallar, atenazado por el peso de la camiseta y del escenario. La peor lacra para un jugador que se siente observado por los aficionados.

Con todo, las ocasiones m¨¢s claras en los primeros minutos las tuvo que solventar Adri¨¢n. El meta verdiblanco le sac¨® un mano a mano a Arda, consecuencia de un despeje raso orientado de Juanfran que prolong¨® de primeras Falcao. Volvi¨® el delantero colombiano casi tres semanas despu¨¦s de su lesi¨®n muscular y como necesita producci¨®n en esa primera mitad no se le vio mucho por el ¨¢rea.

La segunda gran ocasi¨®n de esa primera mitad fue un disparo de Gabi en un rechace de un c¨®rner, una especialidad de la casa. Ah¨ª se acab¨® el da?o del Atl¨¦tico hasta que emergi¨® Diego Costa para cambiar el juego, la temperatura del partido y de la grada. De repente, el Betis ya no pudo tener el control del partido como hab¨ªa hecho durante gran parte del partido. No creaba ocasiones, pero tampoco fue pasado por encima como en su visita copera. Estuvo calmado con la pelota, pero poco punzante. Otra vez, Rub¨¦n Castro se fue del Calder¨®n en el anonimato. En los cuatro partidos que han disputado esta temporada ante el Atl¨¦tico le ha costado horrores rebasar la l¨ªnea defensiva rojiblanca. Ha tocado mucho, pero ha encontrado muy pocos huecos para hacer da?o a un equipo al que es necesario hacerle circular con m¨¢s rapidez la pelota. Estuvo en el partido, pero se fue cuando entr¨® Diego Costa. Su gol, el tercero en esta Liga, fue determinante a la hora de mirar la tabla por todos los resultados que se dieron. Se coloca a nueve puntos del Bar?a y vuelve a poner a siete por delante del vecino.