Sin prisas en San Remo
Lastras y Flecha son gentes de cl¨¢sicas, una disciplina que se ha quedado sin herederos tras la retirada de Freire
Por entonces, cuando Pablo Lastras y Juan Antonio Flecha eran m¨¢s j¨®venes, ciclistas curiosos que empezaban a descubrir el mundo de las cl¨¢sicas, los equipos aparcaban coches y autobuses al final de San Remo, unos kil¨®metros m¨¢s all¨¢ de la meta en v¨ªa Roma, al inicio de la tremenda cuesta que lleva a la entrada de la autopista que sobrevuela toda la costa en alt¨ªsimos viaductos de v¨¦rtigo, y los ciclistas llegaban all¨ª sin parar de acelerar, sin bajarse de la bicicleta. La gran trashumancia deb¨ªa desarrollarse a la perfecci¨®n: 40 horas m¨¢s tarde, el lunes (la Mil¨¢n-San Remo se corr¨ªa siempre en s¨¢bado) comenzaba la Setmana Catalana y en Lloret de Mar ten¨ªa que estar todo el pelot¨®n a tiempo. Los ciclistas y sus directores deb¨ªan coger el avi¨®n en Niza. Los masajistas y los mec¨¢nicos deb¨ªan llevar camiones, coches y autobuses por la autopista, desafiando radares y normas. La primavera, dec¨ªan todos, hab¨ªa llegado y as¨ª lo celebraban.
La San Remo se corre ahora en domingo y la Setmana ya no existe.
No hay prisa aunque siga habiendo otra carrera el lunes, la Volta a Catalunya, que comienza en Calella, donde no se espera ni a corredores ni a directores ni a auxiliares. Los ciclistas que corren una carrera no corren la siguiente, y los equipos en estos tiempos del WorldTour ya tienen estructuras duplicadas, coches, autobuses, directores¡ Por eso, ayer, helados y empapados, Pablo Lastras y Juan Antonio Flecha, y sus compa?eros de equipo, salieron de San Remo sin prisas y se pararon a dormir en Niza. Desde un Ibis o un Campanile hablaron con su gente, cenaron, prepararon la maleta, recordaron un d¨ªa duro ah¨ª afuera, en la carretera. Uno, Lastras, tiene 37 a?os; el otro, 35. Son miembros de una especie a extinguir en Espa?a, ciclistas de oficio a los que no les asusta ni la dureza ni el sufrimiento; corredores que no se quejan, que intentan mantener la ilusi¨®n de cuando eran principiantes, pese al cansancio de tantos a?os dando pedales, pese a que el cuerpo se rebele y no responda como antes.
Flecha es el hombre del norte, del pav¨¦s y los muros, de Flandes y Roubaix, del fr¨ªo
Son gente de cl¨¢sicas. Lastras, trabajador para todos, ha sido capaz de brillar en el Giro de Lombard¨ªa, donde siempre llueve, es oto?o; Flecha es el hombre del norte, del pav¨¦s y los muros, de Flandes y Roubaix, del fr¨ªo. Retirado Freire, el que abri¨® la puerta, sin herederos, poco m¨¢s queda en Espa?a. Entre Miguel Poblet, el primer espa?ol que gan¨® en San remo, y su sucesor, Freire, pasaron 40 a?os. ?Habr¨¢ que esperar otros 40 al que suceda a Freire? ¡°Quiz¨¢s s¨ª¡±, dice Samuel S¨¢nchez, quien ama las cl¨¢sicas y tambi¨¦n las teme, y por eso no corri¨® en San Remo, pues exigen demasiados riesgos, y sus objetivos son las etapas, en el Giro, en el Pa¨ªs Vasco. ¡°No estoy por planificaci¨®n, y para evitar ca¨ªdas y el mal tiempo. Freire fue at¨ªpico, se tuvo que marchar a correr al extranjero, y no, no hay relevo. Adem¨¢s, no tiene sentido ir donde sabes que no vas a ganar¡±.
Ninguna de las grandes figuras, ni Contador ni Purito ni Valverde (los dos ¨²ltimos correr¨¢n y se jugar¨¢n la Volta) estuvieron tampoco en San Remo. ¡°Y aunque no hubiera habido Volta tampoco Valverde habr¨ªa corrido la ¡®Classicissima¡¯, aunque sea una carrera a su alcance¡±, dice su director, Eusebio Unzue. ¡°Ir all¨ª obliga a muchos riesgos comparado con los posibles beneficios. Vamos con lo que podemos, con los que se defienden bien¡±. Uno de ellos, Lastras.
Antes de que la nieve en el Turchino --el peque?o picacho de no m¨¢s de 500 metros que marca la frontera de la San Remo, el vierteaguas entre la sombr¨ªa llanura padana n invierno y la primavera que empieza a asomar en el otro lado, en la costa y el Mediterr¨¢neo que pasa por G¨¦nova hacia el sur, hacia las flores y el calor: lo que este domingo no pas¨®, se fue de la nieve a la lluvia, y siempre el fr¨ªo¡ªy en Le Manie obligara a todos a subir al autob¨²s para bordear por autopista las carreteras imposibles de la nieve, Pablo Lastras, como es su costumbre, su rebeld¨ªa, pese a no sentirse en su mejor momento de forma, marchaba escapado con otros cuatro. Antes de montar al autob¨²s le fren¨® un periodista. Sobrio, castellano, ni exhibicionista ni llor¨®n, le dijo que s¨ª que hac¨ªa mucho fr¨ªo, que nunca hab¨ªa corrido en unas condiciones tan duras y que s¨ª, que la organizaci¨®n hab¨ªa hecho bien neutralizando la carrera. Y, gran profesional, a?adi¨®. ¡°Si despu¨¦s solo hay lluvia, me parece perfecto seguir. Queremos espect¨¢culo y vamos a darlo¡±. Cuando le alcanz¨® el pelot¨®n, ya en la zona de los Cabos, cuando las prisas de los favoritos, cuando parece que no hay tiempo para nada, Lastras, vac¨ªo, se retir¨®.
Lastras tiene tuiter, pero, a diferencia de algunos compa?eros, no tuite¨® ninguna imagen de su carrera, de su cara sufrida. Deber¨¢n ser los dem¨¢s, los que miran el ciclismo con miradas cargadas de historia, los que le coloquen en su lugar, los que digan si la San Remo de la nieve debe entrar en el ranking de las carreras m¨¢s duras de la historia, como la del Bondone de Giro del 56 o el gavia del 88, los tiempos en que los ciclistas se orinaban en las manos para descongelarlas, para poder siquiera agarrar la cremallera para cerrar sus abrigos.
Freire fue at¨ªpico, se tuvo que marchar a correr al extranjero, y no, no hay relevo" Samuel S¨¢nchez
Flecha es tan antiguo que no tiene ni tuiter. ¡°Ni tampoco tengo ganas de exhibir lo que hago en cada minuto, esa necesidad de que el mundo sepa lo que hago, d¨®nde estoy¡±, dice desde el Campanile de Niza, donde dormir¨¢. ¡°Desde que empec¨¦ en esto un masajista me dec¨ªa que el ciclismo es un deporte de ¡®fatica¡¯, de sufrimiento y dureza, as¨ª que no me puedo quejar, es lo que me gusta, es lo que da sentido al oficio, es por lo que, supongo, nos admiran los aficionados¡±.
Han pasado varias horas desde el final de la etapa, y Flecha, que la termin¨® (72?, a 5m 13s del ganador, el alem¨¢n de Colonia Gerald Ciolek), ya ha entrado en calor por fuera y por dentro, cuerpo y alma. ¡°He pasado m¨¢s fr¨ªo en la segunda parte, por la lluvia, que al principio, por la nieve. Ten¨ªa las piernas dur¨ªsimas por el fr¨ªo, y me ha tocado perseguir desde la Cipressa¡±, dice. ¡°Pero quiz¨¢s ha sido por mi culpa, me quit¨¦ muy pronto el chubasquero. Adem¨¢s, llevaba culotte de verano, de rejilla, no uno de felpa como el que uso para entrenarme¡±. Su alma entr¨® en calor un poco m¨¢s tarde, cuando se puso a sacar de la bolsa de basura en la que se la guardaron los auxiliares mientras se duchaba toda la ropa usada en la etapa. ¡°La estaba sacando para que se secara y digo, pero si esta pernera no es m¨ªa, ?de qui¨¦n ser¨¢?¡±, dice Flecha que pens¨® al tropezar con una prenda toda manchada de grasa y sucia. ¡°Mir¨¦ la etiqueta y vi que era nada menos que de Cancellara. Ah¨ª lo pon¨ªa, Fabian Cancellara. Se la llevar¨¦ el mi¨¦rcoles cuando suba a B¨¦lgica para la campa?a de cl¨¢sicas, y ya le echar¨¦ la bronca¡±.
Para Flecha, este hallazgo envolv¨ªa sobre todo un misterio --¡°?c¨®mo habr¨¢ cavado esto aqu¨ª?¡±¡ªcuya soluci¨®n probable reflejaba como pocas cosas el car¨¢cter de la San Remo m¨¢s dura. ¡°Ha habido tal caos con la ropa, chubasqueros, chalecos, perneras, manguitos, que no hab¨ªa tiempo para d¨¢rsela a alg¨²n compa?ero para que la bajara al coche y muchos ciclistas han optado por tirar en mitad de la carretera la que les sobraba. Y los coches que pasaban despu¨¦s se paraban a recoger lo tirado. As¨ª habr¨¢ hecho Fabian, y as¨ª habr¨¢ acabado en mi bolsa¡±. Y Flecha se r¨ªe al fin. Y solo por eso se fue a la cama contento.
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