Dejar de jugar
"?Por qu¨¦ perdimos la batalla de Austerlitz? Porque nos dijimos temprano esa ma?ana que la batalla estaba perdida, y se perdi¨®."
??????????????? ¡ªLe¨®n Tolstoi, Guerra y paz
Cuando la econom¨ªa va bien y se goza de la libertad de no tener que preocuparse obsesivamente por el dinero uno no suele apreciar la suerte que tiene. Algo similar ocurre con Espa?a y su selecci¨®n de f¨²tbol. Para valorar la haza?a de los ¨²ltimos siete a?os, una Copa del Mundo y dos Eurocopas, es ¨²til considerar c¨®mo les va a los desdichados de Planeta F¨²tbol, los que viven en permanente crisis. Como por ejemplo la selecci¨®n de Inglaterra, el pa¨ªs que invent¨® el f¨²tbol y cuya liga compite con la espa?ola por ser la mejor del planeta, pero lleva casi medio siglo sin ganar nada.
Visto lo visto esta semana en los partidos de clasificaci¨®n para el Mundial de Brasil, la desigualdad entre las dos naciones en el terreno del f¨²tbol internacional se mantendr¨¢ durante mucho tiempo m¨¢s. Comparar la actual selecci¨®n espa?ola con la inglesa es como comparar la econom¨ªa de Shangh¨¢i con la de Atenas, el iPhone con la paloma mensajera. Solo que la paloma mensajera hace su trabajo con m¨¢s pasi¨®n.
Lo m¨¢s curioso del fracaso ingl¨¦s ha dejado de ser la discrepancia entre el fervor que provoca la selecci¨®n en los futboleros y la pobreza de los resultados. Ya sabemos hace tiempo que en Inglaterra el equipo nacional genera mucha m¨¢s conversaci¨®n que en Espa?a. Un delantero joven marca tres goles en un partido de liga, un portero hace un par de grandes paradas o un defensa se luce y el reflejo inmediato del aficionado o del periodista deportivo ingl¨¦s es, ?jugar¨¢ para la selecci¨®n? En Espa?a el reflejo es, ?lo fichar¨¢ el Bar?a o el Madrid?
La selecci¨®n inquieta la mente del futbolero ingl¨¦s como el sexo la de Dominique Strauss-Kahn. O la inquietaba. Porque quiz¨¢ algo est¨¦ cambiando. No en la afici¨®n, en primer lugar, sino en la actitud de los jugadores, lo cual a su vez incide en la actitud de la afici¨®n. Hasta la selecci¨®n francesa, ejemplo de desidia par excellence hasta hace muy poco, se entrega m¨¢s a la causa hoy que la inglesa.
Lo realmente curioso, lo novedoso, es que los jugadores de la selecci¨®n inglesa parecen haber ca¨ªdo en el pecado capital para el aficionado, cualquier aficionado de cualquier equipo, de no compartir su deseo loco por triunfar. Comparemos los partidos esta semana de Espa?a e Inglaterra, ambos jug¨¢ndose la vida para participar en el Mundial 2014. Los espa?oles lucharon con orgullo y furia y ganaron en un campo cuyo irregular c¨¦sped no se prestaba nada a su estilo de juego. Los franceses tambi¨¦n se dejaron la piel, especialmente en el segundo tiempo tras quedarse con diez jugadores.
Los ingleses jugaron contra Montenegro, l¨ªderes de su grupo clasificatorio por dos puntos. Montenegro es un pa¨ªs de 600.000 habitantes, 90 veces menos que Inglaterra, y el estadio en la capital de Podgorica donde se disput¨® el encuentro tiene un aforo de 12.500, como el estadio del Oxford United, de la tercera divisi¨®n inglesa. Los ingleses llegaron al descanso ganando 0 a 1 pero en el segundo tiempo, como confesar¨ªa despu¨¦s su capit¨¢n Steven Gerrard, ¡°we stopped playing¡± ¡ª¡°dejamos de jugar¡±. Montenegro tuvo m¨¢s que suficientes ocasiones en esos segundos 45 minutos para marcar tres goles, pero se tuvo que conformar con uno y el partido acab¨® en un empate.
El f¨²tbol de la selecci¨®n inglesa parece no haber evolucionado nada desde que gan¨® el Mundial en 1966. Tres o cuatro pases, como mucho, en el centro del campo y el bal¨®n para arriba, a ver si hay suerte. R¨²stico, pero puede funcionar, siempre y cuando los jugadores le echen muchas ganas. Pero ahora hasta eso est¨¢ ausente. ¡°Dejamos de jugar¡±, dijo el capit¨¢n. Por eso el riesgo ahora es que los aficionados los dejen de apoyar.
Recuerda algo a la Espa?a de hoy, a lo contagiosa que se ha vuelto la actitud derrotista de tantos frente a la crisis. Igual que muchos ingleses piensan que nunca van a salir de su pozo futbol¨ªstico, muchos espa?oles piensan que nunca saldr¨¢n de su pozo econ¨®mico. Que est¨¢n a la merced de fuerzas ¡ªpol¨ªticos, banqueros, etc. ¡ªimposibles de superar. Los jugadores de la selecci¨®n espa?ola ofrecen otro ejemplo. A muchos de sus compatriotas les falta el ¨¢nimo necesario para intentar imitarlo. Tambi¨¦n han dejado de jugar.
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