Dos estilos para un empate

Dos estilos, para dos tiempos. Uno para el Valencia, el primero, en el que mand¨® desde la pelota. El segundo para el Atl¨¦tico, crecido desde detalles emocionales, robos, contras y desmarques sin parar de Diego Costa. Un empate justo, en el que f¨²tbol se dej¨® ver desde dos versiones muy distintas de interpretarlo. Un partido que naci¨® intr¨¦pido, con dos goles en dos minutos, que lo empez¨® gobernando Parejo, futbolista de tranco pesado, pero de toque exquisito. Suyo fue el juego, con esos andares desgarbados, moviendo a su equipo de izquierda a derecha, rompiendo l¨ªneas en cada pase que daba. Se impuso en el Calder¨®n esa clase de futbolista que el Atl¨¦tico no tiene. Bajo su direcci¨®n emergi¨® el Valencia y se hartaron los de Simeone de perseguir la pelota. Y de sufrir. La primera parte fue un ba?o del Valencia, que siti¨® a Courtois y le someti¨® a un estr¨¦s al que no est¨¢ acostumbrado el meta belga en su propio estadio. Comenz¨® pronto ese asedio. Piatti le rob¨® la cartera a God¨ªn y a su centro pasado no lleg¨® nadie. La jugada ya advirti¨® que el Atl¨¦tico hab¨ªa entrado al campo como detesta su entrenador, acarajado y blando en las marcas. El gol de Jonas confirm¨® esa dormidera. Centr¨® Jo?o Pereira, Miranda no acert¨® a despejar y Jonas castig¨® por abajo a Courtois. Respondi¨® r¨¢pido el Atl¨¦tico al minuto. Una p¨¦rdida de Jonas acab¨® en las botas de Arda, ca¨ªdo a la izquierda. Caracole¨® el turco hasta que templ¨® la pelota para que Falcao apareciera en el segundo palo. Se hab¨ªa quejado el delantero colombiano de que en los ¨²ltimos partidos no le hab¨ªan llegado centros claros para marcar. De alguna manera, su gol le dio la raz¨®n. El ¨²nico bal¨®n claro que le lleg¨® lo empotr¨® en la porter¨ªa de Diego Alves a un toque. El pase tambi¨¦n redimi¨® a Arda, que llevaba tiempo sin dar una asistencia.

Fue por poco tiempo porque pasados los 20 minutos de juego se tuvo que ir lesionado. No hab¨ªa nadie en el banquillo con sus caracter¨ªsticas. Simeone sac¨® de la lista a Oliver para meter a Tiago, que hab¨ªa recibido el alta m¨¦dica 24 horas antes. Entr¨® Ra¨²l Garcia, que no tuvo apenas peso. Sin Arda, ese primer tiempo fue todo del Valencia, que apur¨® a Courtois en un aluvi¨®n de saques de esquina y en varios disparos. Tuvo el portero rojiblanco que tirar de su envergadura para despejar un disparo envenenado de Jo?o Pereira que iba a la escuadra, rehacerse y evitar el gol en el rechace que caz¨® Jonas. Luego ser¨ªa Guardado el que evit¨® otro tanto para su propio equipo cuando detuvo con la espalda un disparo cercano de Valdez.

Superado por el mejor manejo de los centrocampistas del Valverde, no dio el Atl¨¦tico sensaci¨®n de poder hacerle cara al Valencia. Se repleg¨® descaradamente a la espera de un error que le levantara. A Parejo le secundaron bien Tino Costa y Banega, que corrieron a su auxilio cuando no encontraba l¨ªnea de pase. Arriba, a la movilidad de Piatti le falt¨® precisi¨®n en la finalizaci¨®n de las jugadas, pero comprometi¨® a toda la defensa rojiblanca. Lo pas¨® mal Manquillo, sustituto del sancionado Juanfran. Hab¨ªa empezado bail¨®n el chico, superando a Guardado en su primer uno contra uno, pero se fue achicando con errores en los despejes. Se le abland¨® el tobillo en los pases. Ese fue un mal general en el Atl¨¦tico. Ni Koke ni Gabi estuvieron acertados llevando la pelota arriba. Le duraba muy poco el bal¨®n al Atl¨¦tico, presa de una imprecisi¨®n alarmante.

Solo pudo crecer el equipo de Simeone desde su superioridad f¨ªsica, su mejor colocaci¨®n y su agresividad en el segundo tiempo. Sin f¨²tbol, se levant¨® desde la garra. Empez¨® a incomodar al Valencia arrincon¨¢ndolo a empellones. Ese ejercicio le dio para meter a Diego Alves en su porter¨ªa en la multitud de saques de esquina que lanz¨® en el segundo tiempo. Cada golpeo de Koke fue una mel¨¦ en el primer palo. God¨ªn tuvo la mejor ocasi¨®n en un cabezazo abajo que desvi¨® Alves, muy r¨¢pido en la reacci¨®n. Se encomend¨® una vez m¨¢s el Atl¨¦tico a Diego Costa para buscar una victoria que no encontr¨® por falta de juego. Hubo un momento en el que ya todo lo que pod¨ªa suceder depend¨ªa del delantero brasile?o. Se manifest¨® esa querencia de los centrocampistas rojiblancos a verle como la ¨²nica soluci¨®n. Cada carrera que emprend¨ªa por cualquiera de los dos costados era un pase seguro. A medida que se fue desgastando, su capacidad de hacer da?o mengu¨®. Ganaba el primer pulso, pero se trastabillaba en el segundo regate o en el pase. Tampoco ya el Valencia parec¨ªa tan ahogado. La entrada de Cissokho y la de Canales le devolvi¨® la estabilidad para amarrar el empate.