El Bayern siempre castiga

Si hay dos equipos en Europa acostumbrados a castigar los errores del contrario son el Bayern y la Juve. Su historia est¨¢ repleta de cap¨ªtulos gloriosos construidos sobre pifias ajenas. Por encima de sus estilos tradicionales, del juego que han sido capaces de producir, uno y otro han cimentado su leyenda ganadora por esa capacidad para optimizar cualquier concesi¨®n. Regal¨® el Juventus y se aprovech¨® el Bayern. Ninguno interpreta ahora el f¨²tbol que han desplegado tradicionalmente, pero ese deje de f¨²tbol de rapi?a lo mantienen intacto. Al menos, los alemanes.

Err¨® Pirlo a los 26 segundos en un pase y Alaba super¨® a Buffon con un zurdazo desde fuera del ¨¢rea que se envenen¨® tras pegar en la puntera de Vidal. Tan ex¨®tico es ver marcar a Alaba como asistir a una mala entrega de Pirlo. O a un despeje de juvenil de Buffon, que dej¨® muerto a los pies de Mandzukic otro disparo lejano de Luiz Gustavo. El croata le regal¨® el 2-0 a M¨¹ller, siempre presto para ese tipo de goles ratoneros. Un tanto que obliga al conjunto de Conte a una proeza en Tur¨ªn.

Tuvo que soportar la Juve todos los aditivos que rodean al Bayern en su casa. Un p¨²blico ruidoso pegado al campo, un gol en contra al poco de empezar y un equipo que acostumbra a manejarse como un rodillo cuando le sopla el viento a favor de esa manera. Trat¨® de mantenerse la Juve fiel a su idea de salir con el bal¨®n jugado desde atr¨¢s, un rara avis en sus maneras hist¨®ricas de entender el juego, y le pudo costar una goleada. Sigui¨® imprecisa en el pase y gener¨® una avalancha de ocasiones para los locales. Padeci¨® lo que supone que el Bayern se desate en su estadio. Ataques en oleadas, vociferados por su hinchada, principalmente por los costados, donde los carrileros Liechsteiner y Peluso fueron agujereados sin contemplaciones. Por la izquierda, Rib¨¦ry, ayudado por Alaba; por la derecha Robben, asistido por Lahm.

No hab¨ªa entrado el extremo holand¨¦s en el once titular porque Heynckes prefiri¨® darle salida a la zancada de M¨¹ller y mantener a Kroos por el medio para llegar desde segunda l¨ªnea y tapar la salida de bal¨®n de Pirlo. Se rompi¨® Kroos al cuarto de hora y entr¨® Robben con cara de extremo cabreado con todo lo que eso supone. Salt¨® con la cintura caliente y empe?ado en demostrarle a su entrenador que se hab¨ªa equivocado. Encar¨® una y otra vez y hasta pudo marcar de no seguir con esa tara que tantas veces le ha condenado ante la porter¨ªa contraria. Robben solo tiene la pierna derecha para acordarse de que es zurdo. Con todo a favor, tir¨® fuera un remate franco por no golpear con la pierna diestra.

Sobrevivi¨® el Juventus a esos minutos de agobio como pudo. Trat¨® de rehacerse sin cambiar su propuesta. Se agarr¨® al despliegue de Vidal y de Marchisio y a lo poco que pudo templar Pirlo cuando le dejaban recibir y levantar la cabeza. Pero ni Matri ni Quagliarella estiraban al equipo para generar peligro. Uno es un tanque y el otro una flecha. De esa delantera tan f¨ªsica no sac¨® r¨¦dito alguno Conte. Ninguno se caracteriza por aportar juego. Ech¨® en falta el t¨¦cnico a Vucinic, en el banco por un proceso febril. El montenegrino le da otro aire al ataque. Es el ¨²nico delantero que puede ofrecerle algo distinto, una pincelada de desequilibrio con la pelota. Cuando entr¨® junto a Giovinco, el Bayern ya contaba con dos goles de ventaja.

Al menos no encajaron m¨¢s goles los italianos, que incluso pudieron ver aumentadas sus esperanzas de remontada en la vuelta si el colegiado hubiera mostrado tarjeta roja a Rib¨¦ry por dejar los tacos en los gemelos de Vidal. Una acci¨®n fea, sin sentido alguno, que emborron¨® el partido que hizo, repleto de gestos t¨¦cnicos castigadores para la Juve.