Una apisonadora

Al cuarto de hora, Marinko Matosevic levanta los brazos como si hubiera ganado el t¨ªtulo. Aplaude la grada, que celebra que el australiano acabe de ganar un juego (4-1) ante Rafael Nadal. Antes y despu¨¦s de ese gesto cargado de iron¨ªa, el espa?ol, que juega con la rodilla izquierda vendada, abre una brecha tras otra en el marcador. Nadal gana 16 de los 18 primeros puntos (4-0), cierra el primer set con un 100% de peloteos ganados con su primer saque y as¨ª instala el encuentro en la din¨¢mica de lo inevitable: por mucho que su contrario se adelante 2-0 y doble bola de break en la segunda manga, es victoria para ¨¦l o victoria para ¨¦l, no hay alternativa, soluci¨®n distinta, al cruce entre el n¨²mero cinco mundial y el n¨²mero 54. La victoria (6-1 y 6-2) le cita en octavos con un tenista que siempre le dio problemas, el alem¨¢n Kohlschreiber.

As¨ª pasan las cosas en Montecarlo. V¨ªctima de una dolorosa torcedura de tobillo, el serbio Novak Djokovic decidi¨® participar en el ¨²ltimo momento, y hoy elimin¨® 4-6, 6-1 y 6-4 al ruso Youzhny en un partido espectacular, pleno de bellos intercambios, en los que el serbio pas¨® aut¨¦nticos aprietos. Impulsado por su extra?a victoria en el masters 1000 de Miami, donde solo una lesi¨®n de David Ferrer le evit¨® la derrota, el brit¨¢nico Andy Murray est¨¢ a la caza de su primera final sobre tierra. Los dos campeones de grandes, sin embargo, saben que el torneo del Principado tiene due?o, que hay un ogro que manda, que Nadal ha ganado ocho veces seguidas sobre esa arcilla que mira al Mediterr¨¢neo.

A falta de pruebas mayores, el mallorqu¨ªn compiti¨® un partido de los que luego se comentan en el vestuario: fue de m¨¢s a menos, con un arranque fulgurante que luego no tuvo continuidad en la segunda manga; la derecha se le deshilach¨® cuando quiso cerrar con contudencia los intercambios; y, pese a la l¨®gica falta de ritmo tras un mes sin competir, se movi¨® con soltura sobre la arcilla. Matosevic, de brillante rev¨¦s, so?¨® con un 3-0 en la segunda manga, pero acab¨® ahogado por el alto ritmo de Nadal, que castig¨® con un 6-0 su osad¨ªa. El australiano jam¨¢s cree que puede ganar el duelo. Es lo que ocurre cuando Nadal est¨¢ al otro lado de la red en Montecarlo: impresiona.