Durex, a toda pastilla
La marca de preservativos, Bin Laden y ABBA son tres ejemplos de los patrocinios m¨¢s estrafalarios de la historia de la F-1
Una de las caracter¨ªsticas de las carreras de F¨®rmula 1 que en los ¨²ltimos a?os se han venido celebrando en Oriente Medio era la posibilidad de que las compa?¨ªas tabaqueras se anunciasen en los b¨®lidos, a pesar de que su presencia en el certamen ha ido en retroceso debido a la prohibici¨®n impuesta por la Uni¨®n Europea en 2005. De las actuales escuder¨ªas, solo Ferrari sigue vinculada a una multinacional del sector del humo, Phillip Morris, y su marca estrella, Marlboro, que permaneci¨® visible en los b¨®lidos rojos hasta el Gran Premio de Espa?a de 2010, cuando elimin¨® el c¨®digo de barras que decoraba la tapa del motor de los monoplazas de Fernando Alonso y Felipe Massa, al ser acusada la Scuderia de llevar a cabo una campa?a encubierta.
Este fin de semana se disputa el Gran Premio de Bahr¨¦in. Aunque Marlboro decidi¨® borrar definitivamente sus s¨ªmbolos de la Rossa a pesar de seguir inyectando dinero al constructor de Maranello, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, la singularidad de la coyuntura da pie a echar la vista atr¨¢s y hacer un repaso a algunos de los patrocinios m¨¢s llamativos y, por qu¨¦ no decirlo, estrafalarios, de la historia de la F-1.
Ver a los mec¨¢nicos de Red Bull cambiar los neum¨¢ticos del monoplaza de David Coulthard disfrazados de soldados imperiales con motivo del acuerdo para patrocinar la ¨²ltima pel¨ªcula de La Guerra de las Galaxias, en M¨®naco 2005, o contemplar al propio Coulthard vestido de Superman, al a?o siguiente, no es algo tan extra?o como, por ejemplo, correr con ¡®Xena: la Princesa Guerrera¡¯, presidiendo la tapa del motor del coche. De esa guisa salieron a la pista Mika Salo y Jos Verstappen en 1997, como consecuencia del contrato que Tyrrell, firm¨® con en canal brit¨¢nico Channel 5.
A¨²n m¨¢s revuelo supuso la aparici¨®n del logotipo de los preservativos Durex en el morro del Surtees TS19 de 1976. El v¨ªnculo con la compa?¨ªa de profil¨¢cticos fue tan escandaloso que la BBC incluso se neg¨® a ofrecer las primeras pruebas del calendario, por considerar que aquello pod¨ªa ofender a sus telespectadores.
La d¨¦cada de los setenta y los primeros a?os de los ochenta supusieron el despegue de la publicidad en la F-1, aunque eso no tiene porqu¨¦ ser obligatoriamente bueno. Fue la ¨¦poca en que la revista Penthouse buscaba promocionarse, y lo hizo a trav¨¦s de varios equipos, aunque el que tuvo m¨¢s repercusi¨®n fue Hesketh (en 1976 y 1977). Tambi¨¦n hubo anunciantes algo menos sugerentes, como por ejemplo La Varesina Sofam, unas pompas f¨²nebres, cuya cruz presidi¨® el aler¨®n trasero del monoplaza con el que Arturo Merz¨¢rio no se clasific¨® para tomar parte en el Gran Premio de Italia de 1979.
Un caso aparte es el de la ignominiosa escuder¨ªa alemana ATS (Auto Technisches Spezialzubeh?r) y su monoplaza de 1981, el D5. Para hacerse una idea del impacto visual que supon¨ªa el coche basta con tener presente un taxi de los que corren por Barcelona, pintados de amarillo y negro. El coche daba el cante, y pas¨® a hacerlo de forma literal despu¨¦s del acuerdo cerrado con ABBA, el cuarteto pop de Estocolmo, que coloc¨® su nombre en los bajos del b¨®lido gracias a la mediaci¨®n de Slim Borgudd, uno de sus pilotos. Adem¨¢s de haber competido en la F¨®rmula 3000, el sueco tambi¨¦n era ¨ªntimo amigo de Bj?rn Ulvaeus, conocido por considerarse el m¨¢s feo de los ABBA, con quien hab¨ªa colaborado en su faceta de bater¨ªa. El bagaje de Borguud en la F-1 lo dice todo: un sonoro punto cosechado en Silverstone.
Ni siquiera una estructura flem¨¢tica y mod¨¦lica como Williams est¨¢ a salvo de haber cometido alg¨²n que otro atropello publicitario, aunque, en su descarga habr¨ªa que resaltar que lo hizo en sus inicios, cuando iba asfixiada en busca de capital. Este desespero llev¨® a Frank Williams a sentarse en una mesa con Mohammed Bin Laden, padre de Osama, cuyo apellido luci¨® el FW07 de 1979.
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