Insidias en la dulce Toscana
En otro d¨ªa de diluvio, Wiggo vuelve a sufrir la dura ley de los descensos ¡ñ El ruso Belkov gana la novena etapa
El Giro, m¨¢s que ninguna otra carrera, es un estado de ¨¢nimo, y la luz. Las dulces colinas toscanas, cantan Shakespeare, Bocaccio y los folletos tur¨ªsticos, con un sol as¨ª de grande en enormes fotograf¨ªas de cipreses acogedores, rincones de sombra, en campos ocres en ligera pendiente y vi?edos. ?Dulces? ?Ja!, dir¨ªan sin embargo al un¨ªsono los ciclistas, casi 200, empapados y siniestros, hilera de condenados a la luz de los faros de los coches que iluminan un t¨²nel excavado entre gigantescos ¨¢rboles que asustan, su camino hacia Florencia y su Arno marr¨®n y espeso al final de una primavera en la que solo ha llovido.
?Y el sol? ?Y los cipreses entra?ables? ?Y Wiggo? ?D¨®nde est¨¢ Wiggo?
CLASIFICACIONES
1. Maxim Belkov (RUS/Katusha) 4:31.31.
2. Carlos Betancur (COL/Ag2r) a 44 segundos.
3. Jarlinson Pantano (COL/Colombia) 46.
4. Tobias Ludvigsson (SUE/Argos) 54.
5. Cadel Evans (GBR/BMC) a 1.03 minutos.
6. Be?at Intxausti (ESP/Movistar) m.t.
7. Danilo di Luca (ITA/Vini Fantini) m.t.
8. Mauro Santambrogio (ITA/Vini Fantini) m.t.
9. Damiano Caruso (ITA/Cannondale) m.t.
10. Vinceno Nibali (ITA/Astana) m.t.
CLASIFICACI?N GENERAL
1. Vincenzo Nibali (ITA/Astana) 34:19.31.
2. Cadel Evans (AUS/BMC) a 29 segundos.
3. Robert Gesink (HOL/Blanco) a 1:15 minutos.
4. Bradley Wiggins (GBR/Sky) 1.16.
5. Michele Scarponi (ITA/Lampre) 1.24.
6. Sergio Henao (COL/Sky) 2.11.
7. Mauro Santambrogio (ITA/Vini Fantini) 2.43.
8. Przemyslaw Niemiec (POL/Lampre) 2.44.
9. Rigoberto Uran (COL/Sky) 2.49.
10. Tanel Kangert (EST/Astana) 3.02.
Wiggo es de piedra, de piedra congelada sin ¨¢nimo, sin estado, sin esp¨ªritu que una vez m¨¢s se ha descolocado, se ha quedado cortado en una curva mal trazada, peor frenada en mitad de un descenso que ha afrontado rodeado de sus gregarios, grandes ciclistas a los que exige una devoci¨®n propia de ni?eras. No me dej¨¦is solo, esperadme. Detr¨¢s de un grupo de fugados en el que tambi¨¦n, un peque?o pelot¨®n es, al fin y al cabo, tambi¨¦n se viven contrates de esp¨ªritu (y del que sobre los j¨®venes Pantano y Betancur, hijos de la nueva Colombia, sale triunfador Maxim Belkov, de Izhevsk como Tonkov y los Kalashnikov, un ruso para quien el ¨¢nimo no es sino una expresi¨®n del vigor f¨ªsico y el valor su consecuencia, y su aliado), desciende el descorazonador paso de Vallombrosa el pelot¨®n comandado por las tropas del l¨ªder Nibali, los chavales del Astana, que no son ni?eras sino guerreros y combativos que combaten el fr¨ªo que congela y paraliza sus manos sobre los frenos con rudos golpes al manillar, para que la sangre vuelva a inundarlas. No se arriesgan, no aceleran, son las gentes del l¨ªder, sencillamente imponen su orden. Y pese a ello, Wiggo se queda cortado, persogue a casi un minuto de distancia con todo su equipo con ¨¦l. Nibali, ajeno a su desesperanza y tristeza, come tranquilo y exige a los suyos que no se arriesguen (uno de ellos, uno de sus kazajos se ha ca¨ªdo en imponente patinazo sobre el espejo del asfalto), que vayan tranquilos.
Nada deber¨ªa entonces impedir a sir Bradley y sus Skys reintegrarse tranquilos con los granes, pero detr¨¢s de la gran trama del Giro, del gran duelo Nibali-Wiggins que en los terrenos complicados y tortuosos de la media monta?a y los descensos empapados ha dominado el Tibur¨®n de Messina, laten otras subtramas si no tan poderosos s¨ª al menos tan insidiosas, como la batalla que contra su exciclista encabeza Jonathan Vaughters al frente de su Garmin (el equipo de Hesjedal, el ganador canadiense del Giro 12) y secundado por el tercer pie del tr¨ªpode anglosaj¨®n, el BMC del australiano Evans. Como el Astana (pese al ansia de su gran ¨¦quipier Kangert, un estonio rubio como la cebada a quien Nibali debe refrenar de vez en cuando) no quiere guerra, y Wiggo ya est¨¢ a menos de 20s, son los de Vaughters y los de Evans quienes mantienen el ritmo en un alarde tan est¨²pido como mal recompensado, porque al final ser¨¢ precisamente Hesjedal el gran perjudicado de sus propias elecciones t¨¢cticas. Desfondado (quiz¨¢s al acelerar tanto se olvid¨® de comer como hab¨ªan hecho los dem¨¢s, o no tuvo manos para ello), Hesjedal se qued¨® atr¨¢s en la ¨²ltima subida, el repecho de Fiesole que se har¨¢ famoso el pr¨®ximo Mundial, cuando ya no llov¨ªa, cuando un tibio solo permiti¨® a los ciclistas asombrarse con la vista, all¨ª abajo, de la f¨ªsica imposible de la c¨²pula de Brunelleschi, y perdi¨® m¨¢s de un minuto. ?Y Wiggo? No. Wiggo entr¨® con los buenos, al menos. Y el lunes, como todos, podr¨¢ descansar. El Giro retorna el martes con monta?as de nuevo, pero monta?as verdaderas, no traicioneras dulces colinas.
Primera etapa: 181 elevado a la 25=Wiggo en rosa
Segunda etapa: Wiggo viste de rosa a un amigo siciliano
Tercera etapa: Lo viejo, lo nuevo, lo rosa
Cuarta etapa: Robinson en los Apeninos
Quinta etapa: Wiggo y la soledad del sir
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