?Gracias, Mou!
![Mourinho, durante un partido de esta temporada.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/OA74GMARJA2H4XEXK7C53G3FXQ.jpg?auth=38dbc1ba027e6179a33b2c0067660291952608c2771f7216a16c2d46fccbf657&width=414)
Despu¨¦s de m¨ª, el diluvio¡±. ¡ªLouis XIV de Francia
Parafraseando a Winston Churchill, pocas veces en el terreno del conflicto humano tantos debieron tanto a tan solo una persona. Jos¨¦ Mourinho se va y ser¨ªa una groser¨ªa no despedirle d¨¢ndole las gracias de parte de la prensa espa?ola y de sus lectores. S¨ª. Reconozc¨¢moslo con humildad. Estamos en deuda con ¨¦l.
Imaginar la Liga los ¨²ltimos tres a?os sin ¨¦l es imaginar a Batman sin el Joker, Don Quijote sin sus delirios, los cowboys sin los indios. En el peor de los casos hubi¨¦ramos presenciado un desfile triunfal del Barcelona, sin enemigos a la vista; en el mejor, una rivalidad digna ¡ªse?orial incluso¡ª en un torneo de dos. En cualquier caso, un aburrimiento. M¨¢s circo que drama; f¨²tbol como deporte, y nada m¨¢s; enfrentamientos de 90 minutos y adi¨®s.
Dicen que viene Carlo Ancelotti para remplazarle como entrenador del Real Madrid. Todo un se?or, Ancelotti. De humor fino, nada de sarcasmos o hachazos pueriles. Felicitar¨¢ al rival cuando su equipo pierda, ser¨¢ magn¨¢nimo en la victoria. No habr¨¢ filtraciones desde el vestuario porque no habr¨¢ nada de inter¨¦s para filtrar. Ni broncas, ni divisiones ni rencores. Ancelotti no estar¨¢ vinculado a los intereses de ning¨²n agente y ser¨¢ respetuoso con las jerarqu¨ªas. Iker Casillas recuperar¨¢ su lugar como capit¨¢n y portero. No habr¨¢ amenazas a los jugadores, no se les presionar¨¢ para que sean econ¨®micos con la verdad, o para que calienten el ambiente con el Barcelona. No habr¨¢ gui¨®n conflictivo, ni ojo por ojo. El fin no justificar¨¢ los medios. No habr¨¢ insultos despectivos a ciudades enteras y los ¨¢rbitros espa?oles vivir¨¢n en paz, sin temor a que los acosen a medianoche en los t¨²neles de los estadios.
Para indignarnos nos tendremos que conformar con la banalidad eterna del penalti no pitado, el fuera de juego inexistente, la amarilla que debi¨® haber sido roja. Aperitivos, nada m¨¢s. Sin el plato fuerte mourinhiano nos quedaremos con hambre. El ruido desparecer¨¢ de los bares. Twitter se quedar¨¢ hu¨¦rfano. Punto Pelota tendr¨¢ que cerrar. Los columnistas, desnutridos, pasaremos horas ¡ªd¨ªas¡ª mirando las p¨¢ginas en blanco, seca nuestra fuente de inspiraci¨®n.
Pero no seamos ego¨ªstas. Pensemos en los que m¨¢s van a sufrir. Los que est¨¢n de luto hoy, confusos, sin norte, como comunistas tras la ca¨ªda del muro, como creyentes en las profec¨ªas mayas que despiertan y descubren que el mundo no se acab¨®. ?En qu¨¦ van a creer los mourinhistas hispanos? Quiz¨¢ sue?en con que su profeta, su ide¨®logo, su ayatol¨¢, un d¨ªa volver¨¢. Todo indica que va a regresar al Chelsea, a su tierra prometida de Stamford Bridge, tras su exilio en el desierto mediterr¨¢neo. Parec¨ªa imposible que lo hiciera cuando abandon¨® Londres hace cinco a?os. Pero la acritud de aquellos tiempos se ha olvidado y hoy ¡ªbonita lecci¨®n humana¡ª reina el perd¨®n, la reconciliaci¨®n y el amor.
La esperanza no hay que perderla pero, mientras tanto, ?qu¨¦ har¨¢n los devotos de Mou? Tienen un dilema grave existencial porque, poniendo a un lado los eternos fieles del Chelsea, ser mourinhista en los ¨²ltimos tres a?os ha significado ser aficionado del Real Madrid. Entonces la pregunta que deben hacerse hoy es, ?d¨®nde reside su principal lealtad? ?Con Mourinho o con el Madrid? ?Tras saborear la rabiosa embriaguez del aguardiente portugu¨¦s podr¨¢n tragar las tibias burbujitas del prosecco italiano? ?O no les quedar¨¢ m¨¢s remedio que abandonar la iglesia blanca por el templo blue de Stamford Bridge?
No habr¨¢ insultos despectivos a ciudades enteras y los ¨¢rbitros espa?oles vivir¨¢n en paz, sin temor a que los acosen a medianoche en los t¨²neles de los estadios
Terrible disyuntiva. Ya ver¨¢n lo que hacen, los pobres. Su ¨²nico consuelo residir¨¢ en la tenaz convicci¨®n de que tanto los ¡°pseudomadridistas¡± como la totalidad del f¨²tbol espa?ol descubrir¨¢, demasiado tarde, que el divorcio fue un error, que mejor vivir fuertes emociones que existir en la est¨¦ril mansedumbre de un mundo sin Mou.
No muchos comparten esta noci¨®n hoy. Los mourinhistas son pocos y se han quedado solos. Cuando Pep Guardiola dej¨® el Barcelona hace un a?o el Camp Nou se llen¨® para decirle adi¨®s, para transmitirle un sentido ¡°Gracias, Pep¡±. No ocurrir¨¢ lo mismo en el Bernab¨¦u el d¨ªa de la despedida de Jos¨¦ Mourinho. Se oir¨¢n dos o tres docenas de voces, poco m¨¢s. Desde aqu¨ª nos unimos a ellas. Sinceramente, de coraz¨®n: ?Gracias, Mou!
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