P¨¢lido ¡®agur¡¯

Hay momentos, hay veces, que el f¨²tbol, como juego pasa a un segundo lugar. Hay partidos amistosos (que suelen acabar a golpes) intrascendentes, hay partidos en los que como no hay disputa el juego se relaja, hay partidos que se juegan por jugar, pero hay partidos que entran en la historia y aunque ahora la historia sea m¨¢s ef¨ªmera que un titular de peri¨®dico, solo se puede jugar una vez el ¨²ltimo partido de Liga en San Mam¨¦s, 84 a?os despu¨¦s del primero, y pasando lo que ha pasado en 1.305 partidos del campeonato y donde se han marcado 2.907 goles a favor y 1.315 en contra.

Hay momentos en los que la historia te reta con el presente, al Athletic con su pasado, al Levante con su futuro, y su reto puede parecer insuperable, tanto que un partido tan significativo puede parecer un partido m¨¢s del cat¨¢logo de partidos insignificantes, con un punto de melancol¨ªa y un grano de complacencia. Y resulta que una cosa era acabar la Liga en San Mam¨¦s y otra, muy distinta, que acabara San Mam¨¦s en la Liga.

Y pudo la rutina. La sensaci¨®n de que los sudores han remitido, de que la cuenta est¨¢ saldada. De que el ¨²ltimo latido est¨¢ por llegar, el d¨ªa 5, en una fiesta rojiblanca para solaz de la pradera, de que la estad¨ªstica se medir¨¢ ese d¨ªa, como se midi¨® el primer gol de la historia de San Mam¨¦s en un amistoso contra el Racing de Ir¨²n, obra de Pichichi, en un agosto de 1913, y que quien marque entonces pasar¨¢ a la historia y no el que marcara contra el Levante.

Por eso, en ese tran-tran, quien anim¨® el cotarro fue R¨ªos al golpear el bal¨®n contra el larguero, en el minuto 10, ocho minutos antes (las ciencias avanzan que es una barbaridad, que dec¨ªa Don Hilari¨®n) de que, 84 a?os atr¨¢s, Carmelo batiera al portero del Espanyol, Sola, en el estreno liguero de San Mam¨¦s, y que tuvo que ser sustituido por el suplente Trabal, por lesi¨®n, muchos minutos despu¨¦s.

Hab¨ªa fotos, eso s¨ª, muchas fotos, las gradas estaban coloreadas como entonces no lo estaban (llenas de bombines, boinas y corbatas de seda y de tergal, alguna pajarita incluso). Por lo dem¨¢s, el runr¨²n de la rutina, la agon¨ªa de la tarde de domingo cuando en el pueblo te cierran el casino por el aniversario de boda). El Levante era un grupo abnegado centrifugando sus demonios familiares que le acosan desde que la noria europea le dej¨® en el punto de partida.

Aburrido el respetable, comenzaron los gritos en los fondos de ¡°?Bielsa qu¨¦date!¡±

Aburrido el respetable, esperando el homenaje hist¨®rico en el postpartido, visto el discurso del m¨¦todo hueco y sin atractivo, se enganch¨® al presente y comenzaron los gritos de los fondos con el "?Bielsa qu¨¦date!", es decir, con los asuntos cotidianos como prioritarios, como ¨²nica inquietud, como desag¨¹e del cansancio moral.

En eso, Diop volvi¨® a tropezar con el poste cuando asomaba el gol. El Levante, que parec¨ªa el invitado, empez¨® a servir las copas y a elegir su propio men¨². Y San Mam¨¦s comenz¨® a homenajear a sus futbolistas con especial atenci¨®n a Toquero, la balsa moral en los naufragios, la ambulancia ante los peque?os accidentes. Antes Muniain hab¨ªa decidido pasar a la historia por ser el ¨²ltimo jugador expulsado en San Mam¨¦s por una patada infantil a Roda, como un preso de la dictadura de la estad¨ªstica.

Y puesto a vivir del presente voraz, Llorente se llev¨® los silbidos de San Mam¨¦s cuando sustituy¨® a Aduriz, aplaudido. El pasado hab¨ªa muerto, la historia era un recodo de la Liga, las min¨²sculas posibilidades europeas hab¨ªan fenecido y San Mam¨¦s lleno de goles en su almac¨¦n particular que hab¨ªa puesto el cartel de no hay billetes, coron¨® a Juanlu con un gol en la prolongaci¨®n como el ¨²ltimo goleador en competici¨®n oficial en la Catedral.

Llorente se llev¨® los silbidos del estadio cuando sustituy¨® a Aduriz

Lo que Carmelo inici¨®, lo concluy¨® Juanlu. No es poco premio para el futbolista del Levante, que concluy¨® la en¨¦sima contra de su equipo.

Est¨¢ claro que 84 a?os despu¨¦s el f¨²tbol, y el Athletic, han cambiado mucho. San Mam¨¦s se qued¨® p¨¢lido porque el partido no pasar¨¢ a la historia mas que por la fecha en el calendario, el d¨ªa que cay¨® la hoja roja de Delibes.