Nadal no tiene l¨ªmites
Tras superar siete meses lesionado, el balear gana ante Ferrer su 12? grande Es el primero en lograr ocho veces el mismo t¨ªtulo del Grand Slam y al menos uno en nueve cursos seguidos
Se juega bajo una fina cortina de agua. La luz el¨¦ctrica de los marcadores brilla entre la lluvia y la neblina mientras Rafael Nadal gana 6-3, 6-2 y 6-3 a David Ferrer una final competida entre tinieblas, cocida al fuego de los nervios e interrumpida cuando un espectador asalta la pista y corre hacia el mallorqu¨ªn con una bengala llameante para protestar contra el matrimonio homosexual. Al sumar en Roland Garros su 12? trofeo de la m¨¢xima categor¨ªa, Nadal se convierte en el primer tenista que conquista ocho veces el mismo grande y celebra nueve cursos seguidos un trofeo del Grand Slam. Por encima de las medallas que adornan su curr¨ªculo, queda la hom¨¦rica odisea de un campe¨®n como no habr¨¢ otro, capaz de triunfar en junio pese a que en enero a¨²n penaba una lesi¨®n en la rodilla izquierda.
¡°Este es el torneo del que est¨¢bamos m¨¢s lejos unos meses antes¡±, resume Toni Nadal, t¨ªo y entrenador del campe¨®n. ¡°En Acapulco [febrero] est¨¢bamos lej¨ªsimos de imaginar que podr¨ªamos volver a levantar la Copa. Junto con el primer Roland Garros, este es el m¨¢s especial¡±, sigue. ¡°Creo que a David le ha faltado un poco de ritmo, las otras dos veces que jug¨® contra nosotros [en 2013], sali¨® con una gran intensidad de piernas¡±, fotograf¨ªa. ¡°Aqu¨ª, al ser el partido a cinco sets, sales un poco m¨¢s pausado, y mi sensaci¨®n es que eso le ha beneficiado a Rafael¡±.
La lluvia que va cubriendo la pista empapa la pelota y complica ponerla en juego. Las gradas est¨¢n erizadas de paraguas puntiagudos. Se compite en lo que los tenistas llaman condiciones ¡°pesadas¡±. Eso privilegia al competidor con m¨¢s fuerza f¨ªsica y mental, al que pueda impulsar la bola y digerir la dificultad. A Nadal y a Nadal. Haciendo valer sus galones, el mallorqu¨ªn logra el primer break y parece lanzarse a por la Copa. Manda 2-1 y 30-0. Ferrer no tiene respuesta. Ferrer solo tiene dudas, preguntas agolp¨¢ndose en su cabeza. ?C¨®mo le gano al heptacampe¨®n en su pista? ?C¨®mo le ataco a uno que me gana 19-4 nuestros enfrentamientos? ?D¨®nde encuentro argumentos, c¨®mo me convenzo y creo?
Y, sin embargo, Nadal, el tit¨¢n, tambi¨¦n es humano. De error en error entrega ese saque (2-2). Cuando el exaltado invade la pista, tiembla y acaba estrechando la mano del guarda de seguridad que le protege de la bengala... y concede otro break. Este es un tenista que tambi¨¦n se enfrenta a preguntas dif¨ªciles, que carga con pesadas responsabilidades sobre los hombros. Es tan favorito que la derrota se interpretar¨¢ como un fracaso. Ha penado tanto hasta llegar hasta aqu¨ª, primero superando una lesi¨®n grave y luego al temible Novak Djokovic en semifinales, que sabe que merece un premio¡ ?pero cu¨¢nto cuesta llegar hasta la Copa! Como a cualquiera, tambi¨¦n a ¨¦l pueden traicionarle los nervios. Todo se decide en un instante cat¨¢rtico, cuando los tiros del campe¨®n empiezan a decir ¡°esta es mi casa, aqu¨ª reino yo¡±.
Ocurre con 4-3. Es la primera manga y Nadal acaba de lograr otro break. Parece que lo va a perder tan r¨¢pido como el anterior, en el juego siguiente. Es bola de rotura para Ferrer, por fin reconocible, volando por la pista, gru?endo a cada golpe, so?ando con cerrar los puntos caminando hacia adelante. El primer set est¨¢ en el aire, y tantos son los nervios compartidos por los rivales que ese parcial vale oro, diamantes, Par¨ªs entero.
Pocos instantes definen a Nadal como este. En media hora de furia, el mallorqu¨ªn explica por qu¨¦ es un purasangre, por qu¨¦ gana el partido. Un derechazo neutraliza la posibilidad de rotura (4-3, 40-40). Un segundo saque arriesgad¨ªsimo, extra?o, venenoso de efectos, le da ventaja. Un ace a 201 kil¨®metros, el juego (5-3). Al siguiente parcial, rompe (6-3). Suma el primer juego de la segunda manga. Tambi¨¦n se lleva el segundo, el tercero, y al cuarto casi consigue otro break. Desde aquella bola de rotura en contra, cuando la pelea era cara a cara, Nadal tiene hasta dos pelotas para celebrar un 6-0 (de 4-3 a 6-3, 3-0 y dos opciones de break). Acaba sumando un 16-5. Ferrer se queda a un mundo de distancia.
El parcial retrata lo que separa al finalista del campe¨®n y deja la final herida de muerte. Ferrer, por supuesto, no hace esa lectura. Una y otra vez percute, muerde, grita. Una y otra vez ataca el segundo saque de Nadal, que a veces vuela a 140 kil¨®metros por hora. Una y otra vez se procura bolas de break (hasta 12) para toparse irremisiblemente con un muro inabordable. Si Ferrer es un tiz¨®n, Nadal es una hoguera. Cuanto m¨¢s crece el tenis del alicantino, cuanto m¨¢s quema a su rival con su pelota, m¨¢s se agranda el mallorqu¨ªn, que se desboca en un incendio incontrolado. Puestos los dos rivales a competir a pleno ritmo, en peloteos de m¨¢s de 20 golpes, Nadal encuentra siempre un tiro brillante, mortal y decisivo que deja a Ferrer petrificado. La marca de los elegidos.
¡°?David! ?David!¡±, grita el p¨²blico en la tercera manga, porque quiere m¨¢s partido. Nadal no se lo concede. Gobierna las dos estad¨ªsticas que suelen marcar sus partidos con el alicantino. Primero, suma el 42% de los puntos que lanza con su segundo saque y aborda el 75% de los de su contrario. Segundo, compite m¨¢s que equilibradamente (35 ganadores para 25 errores no forzados) frente a la deshilachada tarde de su contrario, que fuerza tanto para mover la pelota bajo la lluvia que acaba con 22 ganadores y 35 errores no forzados. En 2h 16m, Nadal sella un t¨ªtulo que le retrata como un tenista ¨²nico. Este es un campe¨®n en las buenas y en las malas, con sol y lluvia, haya obst¨¢culos o no, listo para superarse siempre. Nadal, el tirano de la arcilla.
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