Un cartel de leyenda
Brasil se enfrenta a Uruguay en la primera semifinal: Neymar frente a Luis Su¨¢rez y muchas cuentas pendientes
Solo Argentina evita que el Brasil-Uruguay sea el gran cl¨¢sico por excelencia del f¨²tbol sudamericano. Una batalla de apariencia desigual que nunca lo fue. Frente al gigante brasile?o, el indomable esp¨ªritu charr¨²a de un peque?o pa¨ªs superpoblado de f¨²tbol. M¨¢s de seis d¨¦cadas despu¨¦s nadie ha desbancado a Uruguay como protagonista de la gesta m¨¢s colosal y emblem¨¢tica de este juego. No ha habido un silencio m¨¢s ensordecedor que aquel Maracanazo para la posteridad del 16 de julio de 1950. Fue tal el valle de l¨¢grimas en Brasil que hasta hubo futbolistas uruguayos con llanto por la pena. Desde entonces no hay un duelo entre ambos en el que no haya que rebobinar. Para los brasile?os se trata de una venganza eterna; para sus vecinos refuerza el credo infinito, la negaci¨®n de lo imposible.
El destino ha citado otra vez a Uruguay y Brasil en un torneo oficial y en territorio canarinho. La semifinal de hoy en la Confederaciones no tendr¨¢ el marco de Maracan¨¢, sino que se resolver¨¢ en Belo Horizonte, que tampoco es un p¨¢ramo futbol¨ªstico, ni mucho menos. Es la casa del Cruzeiro, que fue considerado el mejor equipo brasile?o del siglo pasado, y del Atl¨¦tico Mineiro, club del que es hincha la presidenta Dilma Rousseff; es la cuna deportiva de Tost?o, Piazza, Toninho Cerezo y Ronaldo, entre otros, y donde a¨²n sonr¨ªe por el c¨¦sped Ronaldinho.
Pese a la legendaria rivalidad entre uruguayos y brasile?os, el f¨²tbol tambi¨¦n les ha hermanado en multitud de ocasiones. Los clubes brasile?os han sido un gancho para muchos jugadores de la Celeste. Y, de forma singular, Belo Horizonte, donde colgaron las botas ilustres como Ladislao Mazurkiewicz, portero que, antes de alistarse en el Granada durante cuatro temporadas, fue testigo principal del mejor gol que nunca fue, el inmortal regate que le hizo Pel¨¦ en el Mundial de 1970, burlando la pelota a su paso, sin tocarla, aunque luego rematara fuera. Aunque no en el Mineiro, como el guardameta, sino en el Cruzeiro, en la capital del Estado de Minas Gerais, tambi¨¦n se jubil¨® Pablo Forl¨¢n, el Boniato, aguerrido defensa de los 70 y padre de Diego, que a sus 34 a?os a¨²n tiene cobertura con su selecci¨®n y con el club brasile?o Internacional de Porto Alegre.
Al frente del cartel, tres de los delanteros m¨¢s reputados de la actualidad. A un lado, Neymar, el nuevo prestidigitador del f¨²tbol brasile?o, autor ya de tres goles, cada cual mejor, en esta Copa. Enfrente, Luis Su¨¢rez y Cavani, que tienen en vilo al elitista mercado europeo. Estilos muy diferentes, pero en los tres casos con el gol por bandera, capaces cualquiera de ellos de desequilibrar un partido en un parpadeo. Todos ellos tutelados por dos entrenadores que saben lat¨ªn: el maestro de escuela ?scar Washington Tab¨¢rez, de 66 a?os, un modesto exdefensa de los 70 que lleva tres d¨¦cadas por los banquillos, y Luiz Felipe Scolari, dos a?os m¨¢s joven que su colega, seg¨²n las malas lenguas conocido en su etapa de jugador como pierna de palo, y ambulante como entrenador desde 1982.
Desde el ¡®Maracanazo¡¯ no hay un duelo entre ambos en el que no haya que rebobinar
Brasil no encanta como anta?o y hasta la fecha ha tenido mejores resultados que f¨²tbol. Uruguay, por su parte, lleg¨® a la Confederaciones con un respiro crucial tras su victoria en Venezuela, lo que le permite mantenerse a rueda del Mundial 2014, aunque sea v¨ªa repesca. ¡°De haber perdido en Venezuela hubiera sido el final de esta generaci¨®n¡±, ha subrayado estos d¨ªas Diego Lugano, el capit¨¢n de Uruguay. Una generaci¨®n que, pese a las angustias de este curso, logr¨® devolver a la Celeste a la alta jerarqu¨ªa del f¨²tbol en el pasado Mundial, donde termin¨® en cuarta posici¨®n. En Sud¨¢frica lograron ante el equipo anfitri¨®n su primera victoria en el campeonato en 20 a?os.
De vuelta Uruguay y con Brasil siempre al acecho, la semifinal de Belo Horizonte tiene ingredientes sobrados para resaltar un partido que siempre ha sido y ser¨¢ algo m¨¢s. Entre Brasil y Uruguay no existe el olvido.
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