Froome incendia los Pirineos

Hay ciclistas como toros, como Sagan, que atacan arrollando, ciegos en su objetivo, y ciclistas como toreros, como Oca?a, que solo entienden el ataque como medio para someter a todos los dem¨¢s, sin m¨¢s sentido ni m¨¢s c¨¢lculo, y oblig¨® un d¨ªa a Merckx a afirmar: ¡°Nos ha matado como el Cordob¨¦s mata a los toros en la plaza¡±. Y hay ciclistas pr¨¢cticos, como Chris Froome, el hombre ara?a, zancudo, que atacan sin m¨¢s sentimiento que la b¨²squeda de la eficiencia y el ratio absoluto vatios-kilos, y despu¨¦s se paran en la l¨ªnea de meta con el cron¨®metro en la mano y miden el tiempo para transformarlo en ecuaciones y en un maillot amarillo que brilla sobre sus espaldas cuando comienza el ocaso en los Pirineos, y una cerveza fr¨ªa para los compa?eros que le han ayudado. Y entre ambos mundos, el de los que solo conciben el ciclismo como lucha y el de aquellos que corren con los ojos clavados en la pantalla de su rendimiento, que solo encuentran la grandeza en los n¨²meros, est¨¢ Nairo Quintana, que, hijo de su ¨¦poca, calcula pero que cree que tambi¨¦n la grandeza est¨¢ en el gesto, en la forma, y en el maillot blanco de joven con que sube al podio feliz en la cima.

Como es can¨®nico, la primera subida del Tour ha dibujado un bosquejo muy aproximado de la fotograf¨ªa final: el dominio de Froome y Porte del Sky, el valor y el riesgo de Quintana y Valverde del Movistar, la realidad de Contador y Purito, que ya sab¨ªan que el Tour no es la Vuelta.

Como es can¨®nico, la primera subida del Tour ha dibujado un bosquejo muy aproximado de la fotograf¨ªa final

Lo comprobaron quiz¨¢s en el gesto de calma zen, por ejemplo, con el que el colombiano incendia Pailh¨¨res, el puerto m¨¢s duro y temido de los Pirineos, estrecho y descarnado bajo el sol del mediod¨ªa que quema. A 37 kil¨®metros a¨²n de la meta, y ascendida solo la mitad, siete kil¨®metros, del largo Pailh¨¨res, sin perder su compostura serena ni una d¨¦cima de segundo, el joven debutante colombiano se pone de pie sobre los pedales y ataca con una expresi¨®n desarmante de tranquilidad. No hay en sus rasgos, en su boca apenas entreabierta, ni rabia ni el brillo desesperado que se ve en los iluminados, pero hace m¨¢s da?o con su aparente frialdad. Hace semanas que sabe, que su equipo, el Movistar tambi¨¦n de Valverde y Rui Costa, sabe que el ¨²nico lugar en el que se puede desbaratar a la cofrad¨ªa de Froome es en Pailh¨¨res, donde se le puede aislar para convertir la ascensi¨®n final a Ax 3 Domaines en un mano a mano. Y sin subir a tope, Quintana, que calcula, que nunca en su vida ha atacado sin pensar que pod¨ªa llegar a su destino, y a¨²n tiene dos coronas sin usar en sus pi?ones, mantiene un minuto de ventaja sobre un m¨ªnimo pelot¨®n que se estira y que pierde gente por delante, donde los Sky se queman en la persecuci¨®n ¡ª¡°a un Nairo no se le puede dejar ni un segundo¡± es la orden del director Portal¡ª, y por detr¨¢s, donde explotan poco a poco nombres magn¨ªficos: Hesjedal, Dan Martin, Van Garderen, Talansky, Roche, Pinot. Y los que intentan seguirle y aguantar su ritmo tambi¨¦n revientan, como Voeckler, tan galop¨ªn.

El dominio de Froome y Porte del Sky, el valor y el riesgo de Quintana y Valverde del Movistar, la realidad de Contador y Purito, que ya sab¨ªan que el Tour no es la Vuelta

¡°Quintana nos ha hecho subir a fuego, no hemos tenido ni un segundo de respiro¡±, lamenta Bingen Fern¨¢ndez, el director del Garmin, que en la meta recuenta sus v¨ªctimas y las conforta como los dem¨¢s directores. ¡°Y ni en el descenso nadie ha podido parar ni a beber, as¨ª que han entrado en la ¨²ltima subida, a Ax, ya con la lengua fuera¡±. Aunque la ventaja de Quintana ha descendido en el descenso a medio minuto, y a la mitad incluso en la traves¨ªa del pueblo dormido a la hora de la siesta sudorosa, el Sky ha debido usar tres cuartas partes de su equipo para tenerlo a raya. Al pie del ¨²ltimo puerto a Froome solo le gu¨ªan Kenaugh en esfuerzo fren¨¦tico de dientes rechinantes y mirada obsesiva, y Porte, el australiano transformado. Pero con ellos el grupo de los fuertes se ha quedado en nada: Contador con Kreuziger, Valverde con Rui Costa, Purito moviendo la cabeza, holandeses mirando el reloj y Nieve. Y en menos a¨²n se queda, en Froome, mirando por su sobaco el desastre a sus espaldas a cinco kil¨®metros de la cima, cuando porte esprinta y su l¨ªder remacha. ¡°Aceler¨¦ y aceler¨¦ buscando sacar la m¨¢xima diferencia, pues en el Tour cada segundo [y podr¨ªa hablar de minutos] es importante¡±, dijo Froome el africano, que este a?o no tiene un Wiggins que le frene, y lo muestra dando rienda suelta a su entrechocar de extremidades alargadas sobre un plato ovoide y unas gafas de montura blanca. Al final, las cuentas: 1m 8s a Valverde, tercero, 1m 45s a Contador, que sufri¨® como pocas veces en el Tour, los labios secos y Kreuziger adaptando su paso al suyo para no descolgarlo. Y Quintana, que parti¨® para hacer da?o y tambi¨¦n para ganar, en el mismo tiempo, y grandeza.