El victimismo en el Bar?a
La ausencia de Guardiola ha provocado durante un a?o mayor desgarro sentimental en el barcelonismo que la presencia de Mourinho
Al mejor Bar?a, ahora y siempre, dif¨ªcilmente le destruir¨¢ su peor enemigo, aunque trabaje para Florentino, sino que ser¨¢ v¨ªctima de su propia liturgia rom¨¢ntica, aquella que antepone el suicidio al asesinato y percibe la derrota antes que la victoria. La ausencia de Guardiola ha provocado durante un a?o mayor desgarro sentimental en el barcelonismo que la presencia de Mourinho. As¨ª que es l¨®gico que a partir de ahora, en tanto que entrenador del Bayern M¨²nich, cada una de las comparecencias del t¨¦cnico catal¨¢n se convierta en un partido de f¨²tbol para las dos familias que desde siempre han convivido en el Barcelona desde los tiempos de Mir¨®-Sans hasta la presidencia de Rosell. Nada sorprendente al fin y al cabo en un equipo que viste una zamarra azul y grana, lleva una bandera amarilla y roja y su car¨¢cter combina el seny con la rauxa.
A favor de Rosell juega la masa social, que no se f¨ªa de nadie m¨¢s que de su presidente
No se trata de dar la raz¨®n a Guardiola o a Rosell, all¨¢ cada cual con la suya, sino de saber qui¨¦n dice la verdad. Y una vez llegados a tal extremo, el t¨¦cnico lleva las de ganar porque se expresa mucho mejor que el presidente, cosa l¨®gica por otra parte si se tiene en cuenta que los mandatarios acostumbran a callar por un mal llamado sentido institucional. Ocurre que en el caso de Rosell su silencio como vocalista ha ido acompa?ado normalmente de mucho ruido instrumental en sus distintas etapas como directivo y opositor de la junta del Bar?a. Ha fichado y saneado econ¨®micamente el club y tambi¨¦n ha conspirado y malmetido, utilizado testaferros, y a menudo ha generado desconfianza por hablar por boca de ganso. A su favor juega en cualquier caso la masa social, que no se f¨ªa de nadie m¨¢s que de su presidente mientras no se demuestre lo contrario.
Tambi¨¦n Guardiola tiene obviamente puntos d¨¦biles, y su manera de flirtear con el Bayern M¨²nich cuando a¨²n entrenaba al Bar?a decepcion¨® a esc¨¦pticos y militantes suyos en el Bar?a. No est¨¢ muy bien visto tampoco que su hermano sea el intermediario de jugadores como Thiago que pueden acabar precisamente en el equipo campe¨®n de la Bundesliga. Y algunos le reprochan incluso que en los malos momentos utilizara a gente de su confianza como Estiarte para mediar con figuras dif¨ªciles como Messi. No es f¨¢cil tratar con un personaje propio de los dramas de Shakespeare. El an¨¢lisis del deterioro de sus relaciones con Tito y Zubizarreta da para mucha literatura. Hay, sin embargo, un argumento que le redime de dar m¨¢s explicaciones y es su obra de gobierno: convirti¨® al Barcelona en el mejor equipo y el m¨¢s admirado del mundo por su movimiento, precisi¨®n y belleza.
La obra gigantesca de Guardiola se construy¨® desde la grandeza, nunca
Ah¨ª radica su m¨¦rito y tambi¨¦n su autoridad. La obra gigantesca de Guardiola se construy¨® desde la grandeza, nunca a partir de la miseria. El suyo fue un discurso universal, en Madrid y en M¨²nich, en Londres y en Buenos Aires, en la China y en Estados Unidos, siempre seductor. El mismo que aprendi¨® de Cruyff y al que dio vuelo Laporta. Nada que ver con el parlamento victimista de Rosell, alimentado a veces en medias verdades y medias mentiras, utilizando a terceros, pusil¨¢nime. A Rosell le pierde jugar a la defensiva siendo un delantero, nada nuevo si se recuerda que en su participaci¨®n como vicepresidente en el documental Barcelonaconfidencial se signific¨® por expresar sus temores a los poderes f¨¢cticos: ¡°?Ens la fotar¨¢n!¡±.
El miedo y la coartada, el sentirse maltratado y la justificaci¨®n, no tiene sentido cuando Rosell es el presidente m¨¢s votado de la historia y por tanto el m¨¢s autorizado para aglutinar al barcelonismo hoy dividido. Tenga o no raz¨®n, no es f¨¢cil gobernar con Tito y Rexach despu¨¦s de enfadar a Guardiola y Cruyff. Har¨ªa bien el consejo en atender al recado del exentrenador, que se expres¨® precisamente en catal¨¢n para que su mensaje llegara sin interferencias, y procurar lo mejor para el Bar?a. Mal asunto si los que hoy est¨¢n y los que se quedar¨¢n necesitan negar a los que se han ido y se ir¨¢n para afirmarse en el Camp Nou. La rueda de prensa de Guardiola fue en este sentido extempor¨¢nea y al mismo tiempo cre¨ªble porque no se duda de su palabra, capaz como es de transmitir confianza, sino que la gente se pregunta por las circunstancias y por lo que ha pasado.
Igual que cuando parti¨® del Camp Nou y estuvo un a?o en silencio en Nueva York. Ante la dificultad de descifrar al barcelonismo, es l¨®gico que sus propias cuitas cainitas sean m¨¢s nocivas que las armas del peor de los enemigos.
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