Aqu¨ª gana hasta el lanzador de Cavendish

En la salida los polic¨ªas, y las polic¨ªas, municipales en bicicleta cruzan sonrientes por delante de mostachudos gendarmes, gigantes sobre motos todo cromo y brillo, y miedo. Los uniformados a pedal saludan afables con un 'bonjour' cantar¨ªn como los r¨ªos de la Francia central (y Vichy tan cerca, qu¨¦ escalofr¨ªo) y la superioridad propia de quienes saben que quien va en bicicleta tiene derecho a compadecerse de los motorizados, que no saben lo que se pierden.

Sin embargo, los de las Kawasaki no se dan por aludidos, seguramente porque no han le¨ªdo a Tim Krabb¨¦, el escritor (holand¨¦s) que mejor ha formulado el derecho a la superioridad moral que asiste a los que van en bici, como tampoco lo habr¨¢n le¨ªdo, probablemente, los que en la fuga de 18 no dejaron a Julien Simon, un franc¨¦s feliz con su BH por las orillas del R¨®dano interminables, terminar con ¨¦xito su ataque. Y eso que Simon hab¨ªa seguido al pie de la letra las consignas de Krabb¨¦: en una escapada tan grande vence aquel que se escapa el primero lo m¨¢s tarde posible. Tras coronar la pen¨²ltima cota, la de la Duch¨¨re, en los barrios duros de Lyon, a 15 kil¨®metros de la meta, atac¨® Simon, que aprovech¨® de uno de tantos derroches in¨²tiles del tejano Tejay van Garderen, una de las esperanzas del ciclismo estadounidense, con tanto potencial como ciclista como con escaso sentido de la carrera. Sin embargo, tras unos minutos de dudas y de mirarse entre ellos los de la fuga, Van Garderen, de nuevo, rompi¨® el tiempo muerto, aviv¨® la caza y dio sentido a la persecuci¨®n que acab¨® con Simon y sus esperanzas a mitad de la ¨²ltima recta (y a un kil¨®metro de la meta) y propici¨® un sprint en el que el italiano Matteo Trentin, joven debutante del 90, sprinter m¨¢s conocido por su trabajo en el Omega como r¨¢pido lanzador de Cavendish. La esperanza espa?ola del d¨ªa, Rojas, del Movistar, componente como Erviti, de la fuga-rearme moral tras los abanicos, gan¨® el sprint que no importaba, el de mitad de etapa, y actu¨® desplazado y a destiempo en el final.

Al menos, el Movistar ara?¨® buenos minutos en la clasificaci¨®n por equipos y hasta casi recuperan los cascos amarillos que lucen ahora Contador y sus chicos del Saxo. Todos ellos viajaron en el pelot¨®n, lejos de las disputas, al tran tran tranquilo de los Sky, que gozaron de un respiro pese al calor que quemaba las voluntades. Iban todos juntitos a tren, sin impaciencias por primera vez en este Tour, en el que las certidumbres de cada d¨ªa entran en crisis cada tarde para volver a reafirmarse a la ma?ana siguiente, es decir, hoy, antes del Ventoux del que se espera una sentencia. ?Est¨¢ d¨¦bil Froome como su equipo, como aparenta o como sospechan algunos rivales? ?El ataque del abanico con el que el Saxo remach¨® el trabajo de Belkin y Omega significa que el mejor Contador est¨¢ de vuelta o simplemente una diversi¨®n, un golpe psicol¨®gico? De eso se hablaba ayer camino de Lyon sin viento y sin ganas, y, como lo describi¨® Portal, el director del Sky, de la sola transparencia de Quintana y Purito, los ¨²nicos que saben qu¨¦ pueden hacer.

Contador, al hablar, huy¨® de las certidumbres (no puede, despu¨¦s de unos Pirineos duros) y tambi¨¦n de la duda (no debe, despu¨¦s de sus abanicos), describi¨® el Ventoux que ¨¦l conoci¨®, sobrado, defendiendo el tercer puesto de Armstrong de los ataques de los hermanos Schleck (el d¨ªa que gan¨® G¨¢rate), en el Tour de 2009, previ¨® ataques por todas partes y solo dese¨® que las piernas le funcionaran bien. Pero, en realidad, ?qu¨¦ piensa? ?Qu¨¦ se puede esperar de ¨¦l?