¡°Fuimos ¨²nicos¡±
Jos¨¦ Mar¨ªa Ca?izares, Antonio Garrido, Manuel Pi?ero y Pep¨ªn Rivero escribieron una ¨¦poca del golf espa?ol, una ¨¦poca irrepetible en los a?os setenta y ochenta Aprendieron el juego ellos mismos, a base de esfuerzo y de hambre Crecieron como grandes jugadores, y compartieron hoyos con Seve Ballesteros. Su legado sigue hoy vivo
¡ª¡°?Ya era hora, abuelo! ?Estamos los tres esper¨¢ndote!¡±.
Los tres se ponen de pie cuando el cuarto amigo llega con la bolsa de palos en la espalda. Lo reciben con abrazos sonoros y risas de felicidad. Es un martes de mayo a las seis de la tarde y Pep¨ªn Rivero entra en la casa club del campo de Sant Vicen? de Montalt, en Barcelona, despu¨¦s de jugar los 18 hoyos, su entrenamiento antes de un torneo entre profesionales y amateurs organizado por el grupo Indukern. Acabada la pr¨¢ctica, es el momento de un reencuentro especial. De pie se han puesto Antonio Garrido, Jos¨¦ Mar¨ªa Ca?izares y Manuel Pi?ero. Junto a Pep¨ªn son m¨¢s que cuatro colegas. Son los jugadores que dieron lustre al golf espa?ol en los a?os setenta y ochenta y que vivieron en primera persona el fen¨®meno de Severiano Ballesteros. Ellos son la verdadera Armada.
A Pep¨ªn Rivero le llaman ¡°abuelo¡± pero es el m¨¢s joven de los cuatro. Las bromas siguen mientras posan para el fot¨®grafo. Despu¨¦s escogen un sof¨¢ con el mar de fondo. Garrido se abriga. Ca?i enciende un marlboro. El camarero sirve cerveza en unas copas anchas. Los cuatro amigos est¨¢n felices de volver a encontrarse y de recordar tantas historias. Pero¡ ?c¨®mo empez¨® todo?
?Nosotros ¨¦ramos La Armada! Por todo lo que ganamos en el 77¡± Garrido
Antonio Garrido. Han pasado tantos a?os que ya no nos acordamos. Empezar a jugar al golf fue para nosotros muy dif¨ªcil. No se pod¨ªa jugar. No nos dejaban. Ten¨ªamos que hacerlo a escondidas, por la noche o por la ma?ana muy pronto. Y si nos ve¨ªan, nos echaban fuera. Estaba prohibido porque s¨ª, porque era lo que hab¨ªa entonces. Yo soy el pen¨²ltimo de siete hermanos, hijos de un alba?il. Cada uno llevaba a casa lo que pod¨ªa. Hoy todo son facilidades.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ca?izares. Mi padre tambi¨¦n era alba?il, y tambi¨¦n con siete hijos, yo el cuarto. Viv¨ªamos en Aravaca [Madrid], cerca del club de campo. Nosotros cuatro empezamos como caddies porque ven¨ªamos de familias humildes que luchaban por sobrevivir. El golf fue nuestra supervivencia. Deb¨ªamos llevar dinero a casa para la compra. Como dice Antonio, no nos dejaban jugar. Prohibido. Eran las normas. No hab¨ªa democracia, sino franquismo. Como no hab¨ªamos conocido otra cosa, lo ten¨ªamos que aceptar.
Manuel Pi?ero. Espa?a era como era y no se puede comparar. Ten¨ªamos que ganarnos la vida a una edad muy temprana, entre los nueve y los 11 a?os. En casa no hab¨ªa recursos. Y el hambre nos hizo golfistas. Mi padre trabajaba en Badajoz en una finca de cerdos y vinimos a Madrid porque no ten¨ªamos nada. Hab¨ªa que conseguir dinero como fuese y yo tuve la fortuna de que fuera en un campo de golf. Mi abuela me llevaba un d¨ªa al tenis a que trabajara de recogepelotas, pero antes pasamos por el Club de Campo. El caddie master, que era el suegro de ?ngel Nieto, le dijo: ¡°D¨¦jamelo que necesito ni?os¡±. Y ah¨ª me qued¨¦. Nosotros no sab¨ªamos ni lo que era este deporte. ?ramos ni?os que trabajaban. Eso de la universidad era para otros. Pero no le guardo ning¨²n rencor ni sentimiento negativo a aquella ¨¦poca. Era la que nos toc¨® vivir.
Pep¨ªn Rivero. ?Estudiar? Lo principal era traer dinerito a casa. Yo empec¨¦ en el golf sin tener ni idea, solo para ayudar a mi familia a comer. Les gano a todos: soy el quinto de 12 hermanos. Mi padre era pintor de brocha gorda. Recuerdo una infancia divina. Nos divert¨ªamos con cualquier cosa. Mi padre trabaj¨® como un animal y los hijos ayud¨¢bamos. A m¨ª con 14 a?os me dejaban jugar al golf, aunque deb¨ªa ser temprano, en Puerta de Hierro.
Ca?izares. El golf era entonces muy elitista.
Pi?ero. Pero no solo el golf, el tenis, el esqu¨ª, la vela¡ En Espa?a, hacer deporte era ¨¦lite. Menos el f¨²tbol, correr¡ Ni siquiera el ciclismo. Necesitabas un pap¨¢ que te comprara la bici¡ Recuerdo a Antonio hacer la gira norte en una Vespa, con sus palos en la moto, de Madrid a A Coru?a, Gij¨®n, Bilbao, San Sebasti¨¢n¡
Garrido. Exactamente. Porque no hab¨ªa otra manera de poderlo hacer. Ten¨ªamos que salir delante de alguna manera. Unos en Vespa y otros en un seiscientos.
Pi?ero. Manolo Montes, compa?ero de siempre, con un 850. ?bamos cuatro, con los palos de golf, las maletas, en un 850, de Madrid a A Coru?a, que no era la autopista de ahora, tardabas 12 horas¡ En mi primer viaje paramos en una pensi¨®n llena de chinches. No pudimos dormir. As¨ª era aquella ¨¦poca.
Ahora hay menos compa?erismo. Es por culpa del pu?etero dinero¡± Garrido
Garrido. Era impensable lo que hac¨ªamos. Nos ¨ªbamos abriendo camino, el mundo nos ense?aba, y as¨ª estamos aqu¨ª.
Ca?izares. Yo compr¨¦ mis primeros palos, usados, por 2.000 pesetas. Todo eso nos curti¨®, nos ense?¨® a valorarlo todo. Te vuelves mucho m¨¢s firme, m¨¢s trabajador, m¨¢s responsable. Nadie nos hab¨ªa educado para hacer lo que hac¨ªamos, pero la vida y las circunstancias nos iban ense?ando c¨®mo ganarnos el pan. Lo pasamos mal.
Rivero. Eso nos hizo estar m¨¢s unidos, aprender a sufrir juntos. La camarader¨ªa del grupo vino porque en aquellos tiempos jug¨¢bamos al golf y poco m¨¢s. Cuando acab¨¢bamos, nos junt¨¢bamos para una partidita al mus, charlar¡ Los chavales de hoy acaban y que si el gimnasio, que si el psic¨®logo, el ordenador, el m¨®vil¡ No tienen tiempo para hablar.
Ca?izares. Tambi¨¦n por la cosa del idioma, para entendernos en el extranjero. Hoy cualquier ni?o sabe ingl¨¦s. Nosotros no sab¨ªamos. Sal¨ªamos a cenar y ped¨ªamos de la carta sin saber. No era lo que quer¨ªas y te lo ten¨ªas que comer. Sacrificando adem¨¢s a la familia. Yo no he visto a mis hijos pasar una mala noche, no les he visto crecer.
Pi?ero. ?ramos autodidactas en todo. Sal¨ªamos a trabajar, ¨¦ramos trabajadores del golf. Y ni siquiera conoc¨ªamos a las grandes estrellas m¨¢s que en alguna foto. Garrido le hizo de caddie a Jack Nicklaus en el a?o 65 en la Copa del Mundo. Fue la primera vez que vi a jugadores de ese nivel. Para nosotros, ?eran dioses! Hoy, para la gente joven Tiger Woods es alguien familiar, hablan de ¨¦l o de Sergio Garc¨ªa como si estuviesen con ellos todos los d¨ªas.
Ca?izares. Nos formamos a base de mirarnos entre nosotros, de hablar, de ayudarnos, de darle la vuelta a nuestro juego¡
Pi?ero. El no tener recursos hizo de nosotros unos jugadores muy intuitivos, tremendamente creativos, con una fuerte personalidad. Cada uno de nosotros, con nuestro estilo, sab¨ªamos dominar el juego, y eso no nos lo ense?¨® nadie, sino que lo hab¨ªamos creado nosotros mismos. Eso es lo que nos daba esa seguridad para, cuando ¨ªbamos a competir, saber lo que ten¨ªamos que hacer. Nadie nos ten¨ªa que decir nada. Hoy los chavales son mucho m¨¢s dependientes. A m¨ª me gusta la gente que son ¨²nicos, que son ellos mismos, y de esos no hay muchos. Nosotros lo fuimos, fuimos ¨²nicos. Vivimos una ¨¦poca fant¨¢stica, con un genio como Seve, una ¨¦poca en Europa que no se repetir¨¢: Nick Faldo, Ian Woosnam, Sandy Lyle, Langer, Seve, Chema Olaz¨¢bal¡ La figura del caddie jugador se ha acabado, afortunadamente. Hoy los ni?os pueden elegir. Para nosotros como ni?os no hab¨ªa elecci¨®n.
Ca?izares. As¨ª aprendimos los valores del golf. Los vivimos.
Pi?ero. Los valores del golf todav¨ªa existen, a pesar de la tremenda competencia que le est¨¢n haciendo las marcas comerciales. Ahora, cuando un jugador de primer¨ªsimo nivel comete un fallo y se le puede echar del torneo [se refiere a Tiger y el dropaje ilegal en el Masters], se mira no solo si ha cometido una infracci¨®n, sino los ¨ªndices de audiencia, los millones¡ Las casas comerciales mandan m¨¢s que el Royal and Ancient y el USGA, y eso en nuestra ¨¦poca no era as¨ª. No hab¨ªa tanta potencia econ¨®mica detr¨¢s.
El hambre nos hizo golfistas. ?ramos ni?os que trabajaban¡±
EL PA?S. ?Cu¨¢ndo y c¨®mo se convirtieron en La Armada?
Garrido. En el a?o 77. ?Nosotros ¨¦ramos la Armada! ?Los golfistas espa?oles, no los tenistas! Nos lo ganamos nosotros por lo que hicimos aquella temporada.
Pi?ero. Hist¨®rica. De los primeros nueve torneos del circuito europeo, seis los ganamos espa?oles [dos Garridos, Seve, Pi?ero, Manuel Ramos y ?ngel Gallardo]. Y Peter Dobereiner, un periodista fant¨¢stico al que llam¨¢bamos Don Quijote por lo alto que era, nos bautiz¨®: La armada invencible. Gracias a ello, ese a?o se cambi¨® la Copa Ryder. Jack Nicklaus dijo que si no se incorporaba a los golfistas de Europa continental, refiri¨¦ndose a los espa?oles, la Ryder se morir¨ªa. Hab¨ªa americanos que no quer¨ªan venir a Europa porque no hab¨ªa competencia, ganaban siempre, y se cambi¨® el reglamento. Dobereiner me pregunt¨®: ¡°?Cu¨¢ndo vais a dejar de ganar torneos?¡±. Le respond¨ª: ¡°Cuando nos devolv¨¢is Gibraltar¡±.
Garrido. Hab¨ªa un jugador, Salvador Valbuena, que muri¨® muy joven, que merece que le recordemos.
Pi?ero. Yo me incorpor¨¦ un poco m¨¢s tarde a la famosa Armada. Seve, por edad, era m¨¢s de mi quinta. ?l fue quien verdaderamente promocion¨® el circuito europeo. Levant¨® a Europa. Aparte de ser un jugador genial, ten¨ªa una raza y un coraz¨®n especiales. Seve lo daba todo en el campo de golf. Una semana dej¨¦ de jugar el PGA por ir a la comuni¨®n de mi hija y me ech¨® la bronca. Tambi¨¦n cuando me cog¨ª una semana de vacaciones poco antes de una Ryder. Era pura pasi¨®n.
Ca?izares. Alguien superior. Si hab¨ªa un contrato en Espa?a, era para el n¨²mero uno. Sent¨ªas unos celos sanos. ?l se vend¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil. Cambi¨® lo de ir a jugar gratis a cualquier sitio. Eso nos ayud¨®.
Garrido. Era un Nadal para nosotros. Y alguien muy particular. Era ¨²nico, pero tambi¨¦n ¨²nico para ¨¦l. Yo no puedo decir que me haya ayudado. El aut¨¦ntico compa?ero ha sido Manolito Pi?ero.
Pi?ero. Seve nos hizo sentirnos importantes. En lugar de fijarnos en Nicklaus o Tom Watson, le mir¨¢bamos a ¨¦l. Acab¨® con el miedo europeo ante Am¨¦rica. Como persona, su buen coraz¨®n a veces no sal¨ªa reflejado. Yo tambi¨¦n tuve momentos complicados con ¨¦l, porque le dec¨ªa cosas que no le gustaba escuchar. Pero fue muy noble. En la Ryder del 85, en The Belfry, yo le ced¨ªa siempre el paso al llegar al puente del 18. ?l me esperaba a mitad y me levantaba el pu?o. Siempre fue fiel a s¨ª mismo.
Garrido. Eso es ahora muy diferente. El amor por el golf es el mismo, pero hay mucho menos compa?erismo. Es por el pu?etero dinero. Cuanto m¨¢s dinero hay, m¨¢s problemas hay en la vida. Nosotros ten¨ªamos m¨¢s humildad.
Rivero. La diferencia es la ¨¦poca. Estos chicos de hoy hubieran hecho el mismo grupo.
Pi?ero. Los jugadores ahora se sienten m¨¢s autosuficientes. Ganar es incluso m¨¢s dif¨ªcil. En nuestra ¨¦poca hab¨ªa 30 jugadores que pod¨ªan ganar un torneo. Hoy son 150. La gente del vag¨®n de cola ha mejorado much¨ªsimo.
Ca?izares. El juego era m¨¢s intuitivo. Nosotros cre¨¢bamos golf. Ahora est¨¢ todo escrito.
Sergio Garc¨ªa cogi¨® un hierro de mi ¨¦poca y me dijo: ¡®?Con esto jugabas?¡± Pi?ero
Pi?ero. Nos asombra otra cosa. Cuando alguien se acercaba a decirnos algo, era alguien de nuestro nivel, y le hac¨ªamos caso. Hoy, me asombra que hagan caso a gente que no ha bajado de 80 nunca. Gente que no tiene ni idea de lo que es el golf. Nicklaus dice que con el material de hoy un jugador como Ben Hogan no existir¨ªa. Y que le da pena que un chico con 18 o 20 a?os deba ir al psic¨®logo. Es lo que pensamos nosotros.
Rivero. Con el material de hoy... Las bolas no paran igual.
Pi?ero. El golf era un 75% t¨¦cnica y un 25% f¨ªsico, y hoy es 50 y 50. El jugador hoy tiene que ser un buen atleta. Con nuestras maderas, el punto dulce del palo, donde ten¨ªas que golpear, era como una u?a. Hoy es como una copa grande. Eso le permite al jugador tener m¨¢s margen de error en el momento del impacto. En nuestra ¨¦poca hab¨ªa que ser muy preciso, tener una t¨¦cnica muy afilada.
Rivero. Yo creo que la bola ha influido mucho. No hay m¨¢s que ver la bolsa de los jugadores. Aqu¨ª tenemos al mejor jugador de la ¨¦poca con el hierro uno [se?ala a Ca?izares]. Con el hierro uno y con el dos. ?Hoy cu¨¢ntos jugadores ves con el hierro uno y dos en la bolsa? Pr¨¢cticamente a nadie.
Pi?ero. Y los greens son diferentes. La diferencia entre Estados Unidos y Europa era abismal. Yo era un pateador agresivo porque en Europa los greens eran muy lentos y en Estados Unidos necesitaba tres putts porque me iba largo dos metros.
Garrido. A m¨ª me gustar¨ªa ver a todos los buenos de hoy jugar como nosotros, sin medidas. No ten¨ªamos referencias.
Rivero. Antes los hoyos de 400 metros nos parec¨ªan largu¨ªsimos y ahora piensan hacerlos pares tres. Pero veamos con el total que se ganaba antes y con el que se gana ahora. Ah¨ª no creo que haya tanta diferencia. Eso de que ahora hacen muchos menos golpes que nosotros, nada.
Pi?ero. Hace cuatro a?os, en Valderrama, Sergio Garc¨ªa vino a mi casa a cenar y me pidi¨® que le ense?ara los palos de mi ¨¦poca. Estaban en el garaje. Coge el hierro uno y dice: ¡°?Ostia! ?Con esto jugabas?¡±. Pues s¨ª, y hac¨ªa bajo par, ?eh? Se qued¨® alucinado. No lo entend¨ªa. Espa?a tuvo una suerte de tener una generaci¨®n de jugadores ¨²nica.
Ca?izares. Y a Espa?a no le cost¨® nada. Al contrario, se benefici¨® much¨ªsimo.
EL PA?S. ?Qu¨¦ recuerdan de la Copa Ryder?
Ca?izares. Antes el europeo no brit¨¢nico estaba como fuera de lugar, del equipo, era como el invitado, el pobre.
Pi?ero. Seve fue clave. Y tuvo un compa?ero de viaje excepcional, Olaz¨¢bal. Es que Espa?a ha vivido una ¨¦poca dorada en el golf. El list¨®n est¨¢ muy alto. Aquello no era real, era un espejismo. Lo que hay ahora es m¨¢s real en relaci¨®n al n¨²mero de jugadores en Espa?a, 350.000 licencias.
Garrido. Sergio Garc¨ªa va a ganar un grande. Ahora es el ¨²nico que tenemos.
Pi?ero. ?lvaro Quir¨®s ten¨ªa una proyecci¨®n espectacular y si se recupera de las lesiones puede conseguirlo. Gonzalo Fern¨¢ndez-Casta?o tambi¨¦n.
Rivero. El abanico se ha ampliado. Ya tambi¨¦n veo a Rafael Cabrera, y ojo a Larraz¨¢bal.
Ca?izares. Estamos por encima de nuestras posibilidades. Hay que tener paciencia.
Pi?ero. En Espa?a me da mucha tristeza que nuestros j¨®venes no tienen donde ir, donde competir. Hago un llamamiento a las federaciones para que dejen de mirarse el ombligo y hagan un circuito nacional para los j¨®venes. Nosotros sabemos lo que es tener que buscarse la vida.
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