Del Pep-Tito al Bayern-Bar?a
El amistoso entre b¨¢varos y cul¨¦s llega en pleno desgarro emocional entre Pep y el club tras su cruce de declaraciones
Pep Guardiola tiene seguramente tan pocas ganas de reencontrarse en M¨²nich (mi¨¦rcoles 18.30 horas, Antena 3 y TV3) con el Bar?a como el equipo azulgrana de volver a medirse con ¨¦l. Demasiado intenso el cruce, desde que dej¨® el banquillo del Barcelona y se fue a vivir a Nueva York. Se sent¨ªa vac¨ªo, no ten¨ªa fuerzas para seguir tirando del carro, se rindi¨® y busc¨® aire frente a Central Park. Meti¨® tierra de por medio porque no quer¨ªa molestar, necesitaba quitarse de encima el peso del barcelonismo, y pidi¨®, casi exigi¨®, una ¨²ltima cosa al club: ¡°Dejadme en paz¡±. No lo consigui¨®, claro. Nada m¨¢s pisar Manhattan empez¨® un serial, Pep and the city. Al principio, casi folcl¨®rico, con escenas familiares que remit¨ªan a partidos de baloncesto, musicales en Broadway, paseos asquerosamente felices por Central Park, el jardincito familiar frente al apartamento en el Upper East Side, o cenas en el restaurante Boqueria cerca de la casa de Henry. La historia atra¨ªa a la audiencia, aunque en verdad era un poco ?o?a.
Si en Nueva York todo iba bien en Barcelona las cosas iban viento en popa. El Bar?a comandado por Tito, su heredero, su amigo, era una apisonadora y ganaba todo lo que jugaba, hasta el punto de firmar el mejor inicio de la historia del club en la Liga. Pero el guion no tard¨® en dar un vuelco inesperado, que ni escrito por el difunto Henry Romell, el guionista de Homeland: un peri¨®dico deportivo public¨® el plano detallado sobre c¨®mo llegar a casa de los Guardiola ¡ªla misma donde vive Jessy, la de Disney Channel¡ª y, una vez localizada, la ni?a tuvo que dejar de ir sola al colegio, por recomendaci¨®n de los conserjes del edificio, quienes advirtieron que era seguida de forma sospechosa por un individuo de mala pinta. Nada fue lo que era.
En Barcelona se contagiaron del nuevo guion de Nueva York. Tito reca¨ªa el 19 de diciembre del c¨¢ncer en la gl¨¢ndula par¨®tida que le fue diagnosticado en 2011 cuando Guardiola era el jefe del equipo. El barcelonismo se tambalea, Tito vuelve al quir¨®fano y se desencadena una trama de desencuentros que ha terminado con un final inesperado: un intercambio de declaraciones entre los t¨¦cnicos antes de la renuncia de Vilanova al banquillo por la necesidad de dedicarse en exclusiva a combatir su enfermedad.
A falta de las versi¨®n de los protagonistas, queda por explicar qu¨¦ pas¨® en Nueva York
Harto de que no le dejaran en paz, Guardiola se pronunci¨® en contra de la directiva de Rosell cuando supo que le acusaban de haber comenzado las negociaciones con el Bayern siendo a¨²n entrenador del Bar?a y se le se?al¨® por enredar en el fichaje de Neymar. Guardiola proclam¨® que ¡°nunca¡± olvidar¨ªa que la junta azulgrana hubiera utilizado la enfermedad de su amigo para atacarle y desvel¨® que, si no se hab¨ªa visto m¨¢s veces en Nueva York con Tito, internado para ser tratado de su enfermedad, no hab¨ªa sido por su culpa.
Rosell acus¨® de mentiroso a Guardiola y Vilanova se ali¨® con la directiva. El t¨¦cnico volvi¨® a referirse a Guardiola como su ¡°amigo¡± y le denunci¨® por no haber acudido en su ayuda cuando le necesit¨® durante los dos meses de estancia en Nueva York. Amigos desde que se conocieron en las literas de la vieja Masia, donde compartieron el sue?o de llegar al Camp Nou, nunca se dejaron de ver, al menos una vez el a?o, en la reuni¨®n de colegas de los Golafres (Glotones) que naci¨® en el f¨²tbol base del Bar?a: Pep, Tito, Jordi Roura, Aureli Altimira, Jaume Torras y S¨¢nchez Jara siempre se han mantenido en contacto desde entonces. La mitad del grupo se reencontr¨® a petici¨®n de Guardiola en el primer equipo del Bar?a: Vilanova como segundo; Altimira en calidad de preparador f¨ªsico; Roura como scouting; y Torras, reci¨¦n llegado este a?o del equipo de Tito.
¡°No entiendo nada de lo que ha pasado¡±, afirm¨® S¨¢nchez Jara en la Cadena SER. ¡°O me he perdido un cap¨ªtulo o no me lo han contado todo¡±, dicen quienes conocen a Guardiola en la Ciudad Deportiva. ¡°No nos lo han contado todo¡±, rubrica un excompa?ero de ambos. ¡°En clave barcelonista, Pep se equivoc¨®, pero desde el punto de vista personal le entiendo y doy mi apoyo¡±, asegura un viejo amigo. Guardiola, un inteligente emocional por definici¨®n, se?al¨® a la directiva y le respondi¨®, violento, Vilanova, que verbaliz¨® el discurso que el hoy t¨¦cnico del Bayern supon¨ªa solo en boca de Rosell. La reca¨ªda de Tito provoc¨® una ¨²ltima reacci¨®n de Guardiola: ¡°Le quiero mucho, much¨ªsimo. Le deseo a ¨¦l y a su familia much¨ªsima fuerza¡±.
Pero queda por resolver entretanto un cap¨ªtulo que ha perdido fuerza precisamente desde que Tito ha reca¨ªdo de su enfermedad y ha dejado el club. A falta de la versi¨®n de los dos protagonistas, las especulaciones se suced¨ªan al buscar razones de lo que pas¨® en Nueva York, un desencuentro desgarrador no aclarado.
Vilanova pas¨® ayer por el quir¨®fano tras la tercera reca¨ªda de su enfermedad
En ese cap¨ªtulo no emitido hay actores secundarios, como los m¨¦dicos del Bar?a, una cena japonesa a la espalda del Museo de Historia Natural, el cruce de las esposas en Madisson Av., los desaires en el hall del hotel Windsor y los mensajes de tel¨¦fono y las llamadas no respondidas que completan un guion marcado desde hace meses por la traici¨®n, el dolor y la pena y que Pep guardar¨¢ para siempre en un caj¨®n de su alma dolorida. Mientras, el discurso de Tito se endureci¨® con el tiempo, nada que ver con las confidencias que comparti¨® como ayudante de Guardiola.
La separaci¨®n empez¨® propiamente cuando se le nombr¨® entrenador. El uno no estuvo en el acto del otro y desde entonces Tito ha resultado m¨¢s pr¨®ximo al barcelonismo que a Pep. La afirmaci¨®n de la obra de uno se hizo a costa de negar la obra del otro como si no hubieran sido complementarias. No es extra?o que Pep no tenga ganas de reencontrarse con su Barcelona ni el Bar?a con el entrenador del Bayern. Al igual que con Cruyff, el barcelonismo oficial solo ha aceptado a Guardiola desde la militancia; cuando fue exjugador, y ahora que es exentrenador, se le ha considerado un rival. Como prueba para los ortodoxos queda el fichaje de Thiago y las palabras de Tito, de nuevo en el hospital.
Vilanova ya no es el t¨¦cnico del Bar?a, pero no merece que se le trate solo como un enfermo que ayer pas¨® por el quir¨®fano, de la misma manera que Guardiola nunca mereci¨® ser se?alado como el enemigo. No juega Tito contra Pep, o Pep contra Tito, sino el Bayern frente el Bar?a.
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