Campeonato mundial femenino
Mari Paz Corominas, Joan Fortuny, Miguel Torres y yo nos pregunt¨¢bamos cu¨¢l es la diferencia entre los nadadores que vemos en el Palau en estos d¨ªas y nosotros cuando acudimos a los Juegos de M¨¦xico en 1968. Basta con entrar a la piscina de calentamiento que ha construido la organizaci¨®n para advertirlo. Junto al vaso hay 20 metros de camillas de fisioterapia, una multitud de masajistas, m¨¦dicos, bioqu¨ªmicos, fisi¨®logos, y un instrumental de recuperaci¨®n que ya es habitual en estas citas, como son las ba?eras de hielo donde los chicos se zambullen para enfriarse tras competir. El control del organismo de los atletas es exhaustivo y eso les ayuda a medir la exigencia y aprovechar el trabajo al m¨¢ximo.
La ciencia m¨¦dica aumenta la velocidad de los nadadores y la ingenier¨ªa mejora los poyetes de salida, dot¨¢ndolos de m¨¢s agarre, y elimina las turbulencias de las piscinas para facilitar que se produzcan r¨¦cords. Pero es imposible nadar r¨¢pido sin entrenarse bien. Los dos r¨¦cords que se han batido en Barcelona han sido de chicas. Parece un campeonato mundial femenino. Los chicos pasan desapercibidos. Las figuras son Missy Franklin, Katie Ledecky, y Ruta Meilutyte. Donde ellas nadan se consiguen grandes marcas. Fuera de sus carreras, el nivel baja. Las ni?as que destacan son muy j¨®venes. No es una coincidencia. Las figuras consagradas han perdido motivaci¨®n despu¨¦s de los Juegos de 2012. Michael Phelps ha dejado un vac¨ªo imposible de llenar.
Vi una nadadora nepal¨ª y otra de las Islas Marshall. Hay 160 pa¨ªses inscritos en la nataci¨®n en l¨ªnea. Hay un egipcio que nada fenomenal y una incipiente escuela tunecina. Ahora todo el mundo sabe lo que hace falta para tener calidad. Pero no todos los entrenadores consiguen prolongar la vida competitiva de sus nadadores. La espa?ola Anto?ita Real hizo unas marcas notables en los Juegos de Montreal con 12 a?os, pero con 18 ya hab¨ªa dejado la nataci¨®n. A ciertas nadadoras chinas les sucede lo mismo. Hace un a?o asistimos perplejos a la exhibici¨®n de Ye Shiwen en 200 estilos y ahora la vemos en Barcelona nadando tres segundos por debajo de la marca que le dio el r¨¦cord ol¨ªmpico. Tiene 16 a?os y parece m¨¢s ancha. Su cuerpo se transforma r¨¢pidamente. Conviene recordar que a los adolescentes es preciso entrenarlos d¨¢ndoles m¨¢s descanso entre series para que su coraz¨®n aumente su volumen sin endurecerse. Solo as¨ª se puede consolidar una carrera larga.
Los chicos pasan desapercibidos, las figuras son Missy Franklin, Katie Ledecky, y Ruta Meilutyte
Los nadadores ponemos el coraz¨®n a 200 y 210 pulsaciones por minuto. Mireia Belmonte tiene un buen coraz¨®n. A sus 22 a?os es un caso de nadadora bien cuidada por sus entrenadores. Pero en los 1.500 metros le toc¨® sufrir. Esta es una prueba que se te hace muy larga entre los 800 y los 1.200 metros. Ese segmento es psicol¨®gicamente determinante. Sientes que no acabas m¨¢s y si vas mal posicionado, o si ves que te sacan unos cuantos metros tus rivales, te vas hundiendo.
Aproximarse a las medallas implica sufrir en carrera. La diferencia entre padecer y no padecer, entre ir relajado o estar completamente estresado, es el tiempo. En los 1.500 basta con prolongar cada largo un segundo m¨¢s para que la prueba se haga llevadera, pero si te relajas un segundo cada 50 puedes acabar ¨²ltimo. Melani Costa necesitaba pasar por los 100 metros en un tiempo de entre 55 y 56 segundos para hacer medalla en la final de 200 libre. Pas¨® en 56,26s. Suficiente. Pero demasiado r¨¢pido para resistir los ¨²ltimos 50 metros. En el ¨²ltimo viraje iba tercera y tard¨® 31,14s en tocar la ¨²ltima pared. Un segundo m¨¢s que en la semifinal. No s¨¦ si se qued¨® sin energ¨ªa o le pudo la presi¨®n. Fue a por todas y acab¨® quinta. Los valientes deben arriesgar.
Santiago Esteva fue el primer nadador espa?ol finalista ol¨ªmpico: quinto en los 200m espalda en M¨¦xico 68.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.