Bolt est¨¢ muy serio
El jamaicano, el fen¨®meno m¨¢s r¨¢pido, se mete en las semifinales de 100 m con el s¨¦ptimo mejor tiempo
¡°Que no, que no estoy serio, que soy muy feliz¡±, dijo luego como el ni?o que se ha mosqueado por capricho y le fastidia que se lo echen en cara, y siente verg¨¹enza porque sabe que no tiene raz¨®n. ¡°Lo que pasa es que estoy muy concentrado en hacerlo bien. Me tocaba centrarme en la salida y creo que me ha ido bien¡±. As¨ª, Bolt, a quien le pusieron a Bob Marley a todo trapo en el estadio los r¨ªgidos organizadores rusos, en un intento fallido de lograr tanto que las decenas de jamaicanos aficionados con sus camisetas amarillas se montaran un baile reggae para olvidar las desazones ¨²ltimas (varios positivos que permiten hacer dudar del don natural de la velocidad con el que, como se sabe, nacen todos los caribe?os) como de conseguir que Bolt sonriera y se marcara, por favor, un saludo de los suyos, el arquero at¨®mico y atigrado, como el espaldar de sus camisetas Puma.
Bolt no estaba para fiestas ni para bailes. Bolt ten¨ªa deberes. Su miedo, y su entrenador, Glen Mills, despu¨¦s de analizar su ¨²ltima prestaci¨®n premoscovita, unos 9,85s frustrantes marcados por la peor salida de su vida (as¨ª lo reconoci¨® el hombre m¨¢s r¨¢pido de la humanidad), le obligaban a ponerse serio, a no distraerse en la salida (la nula, recuerdo del Daegu en el que hizo grande a su compatriota y ya no tan amigo Yohan Blake, le toc¨® en esta ocasi¨®n a su vecino de calle en la s¨¦ptima serie, Kemar Hayman, de Islas Caim¨¢n), a demostrar que hab¨ªa asimilado las ¨²ltimas correcciones. As¨ª lo hizo, sali¨® como el rayo y despu¨¦s dej¨® de correr, lo que dej¨® a la gente fr¨ªa, muy alejada del cl¨ªmax casi org¨¢smico con que suelen terminar las carreras del fen¨®meno. Gan¨® su serie (era imposible no hacerlo, ni corriendo a la pata coja habr¨ªa dejado de ser el m¨¢s r¨¢pido), pero lo hizo solo con el s¨¦ptimo mejor tiempo de los participantes, unos tristes 10,07s. Por delante de ¨¦l, entre estadounidenses, jamaicanos y otros caribe?os, hasta un chino (el feliz Zhang Peimeng, quien bati¨® el r¨¦cord de China con 10,04s) y hasta un franc¨¦s (Vicaut, que no Lemaitre).
Esta pista es muy r¨¢pida, tanto como la de Londres¡± Rodgers, uno de los rivales en la final de Bolt
Y tal fue su grado de obediencia a las ¨®rdenes de su maestro que ni siquiera las rompi¨® para comerse el bomb¨®n que le ofrecieron todas las Rusias unidas: ni en los tiempos sovi¨¦ticos ni tampoco en los putinescos hab¨ªa logrado correr los 100 metros en menos de 10s en sus tierras. Bolt se qued¨® sin ese placer, que le robaron dos norteamericanos, los dos que se antojan sus mejores acompa?antes en la final de este domingo, Justin Gatlin, que con sus 9,99s en la tercera serie, tuvo el honor de ser el primero que lo consegu¨ªa, y Mike Rodgers, quien con 9,98s en la sexta serie le rob¨® r¨¢pidamente la plusmarca.
¡°Esta pista es r¨¢pida, muy r¨¢pida, tan r¨¢pida como la de Londres, o incluso m¨¢s¡±, dijo Rodgers del suelo de goma instalado en el Luzniki, que, en teor¨ªa solo difiere del ol¨ªmpico de Londres en el color, rojo este. ¡°Las pisadas rebotan que da gusto, en¨¦rgicas¡±. El objetivo de los instaladores no es otro que animar a los velocistas, es decir, a Bolt, a la b¨²squeda de un r¨¦cord que marque el evento para siempre. Y no se sabe muy bien si el jamaicano espectacular piensa en ello, pero ni sus ¨²ltimas actuaciones (este a?o no se ha impuesto tan decisivamente en ninguna carrera) ni el paso de los a?os parecen a favor de la apuesta. Y ya hace cinco a?os de Pek¨ªn 2008, donde asombr¨® al mundo con dos r¨¦cords incre¨ªbles en los 100 m y en los 200 m; y cuatro de Berl¨ªn 2009, donde los dej¨® en los actuales 9,58s y 19,19s.
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