El atletismo hace justicia a Isinbayeva

La p¨¦rtiga, como el piano o el viol¨ªn, tambi¨¦n se puede tocar de o¨ªdo. Y todas las especialidades en las que la velocidad sea la madre. Los grandes sprinters, de hecho, tienen un o¨ªdo tan fino y tan r¨¢pido que, cuentan, algunos como el sovi¨¦tico Valery Borzov entrenaban las salidas, su velocidad de reacci¨®n, dejando caer a sus espaldas, lejana, una moneda sobre un plato, que su extremadamente sensible sistema nervioso transformaba casi simult¨¢neamente en fuerza. En p¨¦rtiga, el sonido que despierta el nervio, la nota afinada, es pa-pam, los dos golpes de la vara al introducirse en el cajet¨ªn, deslizarse y alcanzar la vertical, que complementados con el cliiiiinck que emite la p¨¦rtiga vibrante al volver a su posici¨®n recta despu¨¦s de doblarse v¨ªctima de la fuerza de la saltadora se?alan el salto perfecto.

Con los ojos cerrados, y de espaldas al list¨®n, Elena Isinbayeva sufri¨® el ¨²ltimo salto de la cubana Yarisley Silva, deseando no o¨ªr esas tres notas perfectas que indicaban que la saltadora saldr¨ªa propulsada hacia el cielo por encima del list¨®n. Y al no o¨ªrlo, al no percibir entre el estruendo ambiental el pa-pam-cliiiiinck, la se?al de que la cubana, su ¨²ltima rival viva, hab¨ªa fallado en su ¨²ltimo intento, corri¨® Isinbayeva loca como una chiquilla que sale al primer recreo de su vida, y salt¨® y bot¨®, y llor¨®.

El broche del oro borr¨® adem¨¢s la decepci¨®n del bronce ol¨ªmpico logrado en los Juegos de Londres

Fue la atleta de Volgogrado, antiguo Stalingrado desangrado, la chica feliz del p¨®ster, la imagen viva y saltarina de todos los cartelones que decoran la ciudad, una figura volando sobre una p¨¦rtiga curva y una coleta trenzada cayendo perpendicular de su cabeza. Fue un acto de justicia po¨¦tica que el atletismo rindi¨® a la atleta que hizo grande a la p¨¦rtiga y que hab¨ªa anunciado la v¨ªspera que se tomar¨ªa un par de a?os de respiro para ser madre y que volver¨ªa para los Juegos de R¨ªo 2016: campeona del mundo en el estadio Luzniki, el templo del atletismo en su pa¨ªs, en la madre Rusia. A la diva Isinbayeva, de 31 a?os y 28 r¨¦cords del mundo batidos en su capazo, dos t¨ªtulos ol¨ªmpicos y dos t¨ªtulos mundiales hasta antes de este jueves, le faltaba este broche de oro moment¨¢neo, el tercer Mundial que borrar¨ªa adem¨¢s la decepci¨®n del bronce ol¨ªmpico en Londres.

Fue, sobre todo, el final de una hermos¨ªsima batalla sin cuartel entre las tres mejores pertiguistas de la historia, lo que dio m¨¢s significado a¨²n a la victoria de Isinbayeva, porque en el Mosc¨² c¨¢lido y ruidoso pelearon contra la rusa con todas sus fuerzas y en su mejor condici¨®n la norteamericana Jennifer Suhr, la heredera designada, la que se llev¨® el oro en Londres y la otra ¨²nica pertiguista que ha pasado de cinco metros, y la cubana Yarisley Silva, la plata en Londres, que ha saltado 4,90m, y es como una Shelly Ann Fraser en saltadora: baja y bola de m¨²sculos, dinamita, fuerza y velocidad. Suhr, muy segura en las primeras alturas (4,55 y 4,75m, a la primera), llev¨® el mando sobre Isinbayeva, que con una p¨¦rtiga blanda fall¨® en su primer intento a su primera altura, 4,65m.

El final fue una hermos¨ªsima batalla sin cuartel entre las tres mejores pertiguistas de la historia

Saltando por detr¨¢s de la rusa, Suhr repet¨ªa todos sus pasos sin dudar hasta que, despu¨¦s de haber superado a la segunda ambas 4,82m, Isinbayeva alcanz¨® su c¨¦nit pasando a la primera 4,89m, la altura contra la que chocaron definitivamente Suhr y una Silva que arrastrando m¨¢s nulos no hab¨ªa cedido ni un palmo sin embargo. Nunca la plata y el bronce en un Mundial hab¨ªan estado m¨¢s altos de los 4,82m de este jueves. Y el oro solo una vez m¨¢s alto de los 4,89m. Fueron los 5,01m de Helsinki 2005. De Isinbayeva, por supuesto.

El dibujo final de la noche fue, como la noche anterior en la p¨¦rtiga masculina, una reinterpretaci¨®n del ¨²ltimo podio ol¨ªmpico con cada una de las atletas en un escal¨®n diferente: Isinbayeva, Suhr, Silva. Un orden que hizo feliz a los pocos miles que hicieron del estadio una jaula de chillidos y que rindi¨® justicia a la grandeza de una de las atletas m¨¢s grandes.