Paseo blanco por Riazor
El Madrid, con Casillas de titular, sentencia el Teresa Herrera, decano de los trofeos de verano, en apenas un cuarto de hora
Ahora que el verano futbolero se escenifica en parajes lejanos, cuando Tailandia, California, Noruega o Singapur solapan a cl¨¢sicos como el Carranza o el Teresa Herrera, el Deportivo present¨® esta edici¨®n del decano de los trofeos estivales en Espa?a como la oportunidad de congraciarse con el Real Madrid, otrora admirado en A Coru?a antes de convertirse en encarnizado rival. P¨ªas intenciones que, m¨¢s all¨¢ de inocuas disensiones en el grader¨ªo, dejaron en evidencia la dura realidad que se vive en Riazor: de aquellos colores, el escudo y el perif¨¦rico orgullo que vivi¨® su apote¨®sis de esplendor aquel 6 de marzo de 2002 en el Paseo de la Castellana, s¨®lo queda el recuerdo. Apenas una d¨¦cada ha mediado para que el club que abander¨® la rebeli¨®n de los modestos haya regresado, con un bagaje imperecedero, al sitio del que parti¨®, para que el Madrid, sufridor tanto tiempo en Riazor, vuelva a ser un triunfador paseante veraniego.
Deportivo, 0; Real Madrid, 4
La monumental torre de plata del Teresa Herrera se fue a Madrid sin que apenas mediara batalla. Bast¨® un cuarto de hora para que se decidiera, para que la fragilidad defensiva del Deportivo concediera un gol tras un c¨®rner a favor, otro en contra y una pared en el coraz¨®n del ¨¢rea. Algo poco admisible en un equipo que quiere hacer virtud de la fortaleza defensiva, pero el resultado esperado ante la diferencia de nivel. Hace unos a?os cualquier cori¨¢ceo equipo de Segunda Divisi¨®n pod¨ªa hacerse fuerte en su casa ante el Madrid o el Barcelona. A d¨ªa de hoy lo excepcional es que lo haga un conjunto de media tabla de Primera. Y el Deportivo est¨¢ un pelda?o por debajo de ese nivel.
Sentenci¨® el Madrid sin excesivos sudores. Mostr¨® a los j¨®venes, sobre todo Morata, Jes¨¦ y Casemiro. O a Kak¨¢, para el que no hubo descanso y que esboz¨® una en¨¦sima resurrecci¨®n tamizada por la molicie a la que la superioridad blanca llev¨® el partido y que lo convirti¨® en un tr¨¢mite que apenas precis¨® de la aportaci¨®n de Cristiano Ronaldo o Isco, que se quedaron en la ducha en el tiempo de descanso. Fue entonces cuando busc¨® nuevas sensaciones Ancelotti, que ubic¨® a Di Mar¨ªa en posiciones centradas y dio minutos a Casillas, titular y aclamado por una amplia mayor¨ªa de la grada cuando fue sustituido por Mej¨ªas a diez minutos del final, justo antes de que Kak¨¢ rubricara la goleada.
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