Horner, en el Olimpo del ciclismo
El estadounidense deja a todos sus rivales en un precioso final de etapa en L' Angliru y se convierte, con 41 a?os, en el ganador de m¨¢s edad de una gran vuelta
El Olimpo tiene muchas entradas. No hay una sola, pero todas exigen un pasaporte especial. Est¨¢n los m¨¢s grandes, los que lo ganaban todo (hasta las metas volantes, como Eddy Merckx); est¨¢n los que lo ganaban casi todo, lo que ganaban derramando sudor a chorros; los que se deslizaban por la carretera; los que convert¨ªan el ri?¨®n en un arma de combate; los que ten¨ªan en las piernas propulsores de lujo. A todos los admit¨ªa el Olimpo, en lugares distintos, pero en el mismo recinto. Entr¨® un tipo calvo, veterano, por m¨¦ritos propios, aportando el pasaporte del m¨¢s veterano de la historia en ganar una de las tres grandes vueltas por etapas, con 41 a?os ¡ªsuper¨® los 36 de Lambot en el Tour de 1922, los 34 de Magni en el Giro de 1955, y los 33 de Rominger en la Vuelta de 1994¡ª.
CLASIFICACIONES
20? ETAPA
1. Kenny Elissonde (FRA-FDJ.fr) 3h 55:36
2. Christopher Horner (USA-Radioshack) a 26
3. Alejandro Valverde (ESP-Movistar) a 54
4. Vicenzo Nibali (ITA-Astana) a 54
5. Andre Cardoso (POR-Caja Rural) a 54
GENERAL
1. Chris Horner (USA-RadiShack) 81h 52:01
2. Vicenzo Nibali (ITA-Astana) a 37
3. Alejandro Valverde (ESP-Movistar) a 01:36
4. Joaquim Rodr¨ªguez (ESP-Katusha) a 03:22
5. Thibaut Pinot (FRA-FDJ.fr) a 08:41
Y por hacerlo con cabeza, con piernas, con pulmones, con estilo propio y resistiendo los ataques desaforados, valientes, quiz¨¢s no muy bien calculados, de un tibur¨®n que hac¨ªa honor a los tiburones zorro, que matan a sus presas a coletazos, no a dentelladas. Nibali fue en L¡¯Angliru un aut¨¦ntico valiente, empe?ado en homenajear al viejo ciclismo atacando una, dos tres, cuatro, cinco veces , desde lejos (en la zona m¨¢s dura) en vez de especular con las bonificaciones cuando solo le separaban tres segundos del ciclista estadounidense en la clasificaci¨®n. Nibali se la jug¨® a una carta y perdi¨® (quiz¨¢s porque si no soltaba a Horner, en el tramo final, ya de peque?o descenso, el americano pod¨ªa adelantarle).
Horner era el favorito y los favoritos tienen la obligaci¨®n de mezclar piernas y cabezas, con el permiso de pulmones y ri?ones. Tres segundos a falta de El Cordal y, sobre todo, L¡¯Angliru es como jugarse un sprint tras una curva. Un acto nervioso, una prueba de madurez o un ejercicio de valent¨ªa. Nibali opt¨® por la valent¨ªa. De ganar, hacerlo a lo grande, sin especulaciones, sin an¨¢lisis met¨®dicos. En cuanto L¡¯Angliru ofreci¨® sus rampas m¨¢s duras, a partir de los ¨²ltimos seis kil¨®metros, Nibali pens¨® que era el momento de acelerar, que de ganar a lo grande y de perder, hacerlo dej¨¢ndose el alma. Quiz¨¢s no fuera lo m¨¢s sensato, pero fue lo m¨¢s admirable. Si iba a ganar un viejo, que fuera al viejo estilo. Horner, veterano, decidi¨® no responder al guante del italiano. A ritmo, a ritmo, seguir, sentir los m¨²sculos de las piernas, vigilar al fugado, analizar la distancia. Nada de nervios, calma, que seis kil¨®metros en L¡¯Angliru es algo parecido a una traves¨ªa sin fin.
El escalador italiano fue un aut¨¦ntico valiente, intent¨¢ndolo una, dos, tres, cuatro veces...
El americano se llev¨® a rueda a Valverde y a Purito Rodr¨ªguez, pero los dos espa?oles no estaban para un festival con tanto ruido. Purito hizo un amago de 10 metros, como dejando un aut¨®grafo en la carretera. Valverde hizo la goma, como otras veces, y se qued¨® para llegar de nuevo. Pero para entonces, tras el quinto ataque de Nibali, Horner ya decidi¨® que hab¨ªa mucha niebla, un traslado largo hasta Madrid, y se fue. Se march¨® sin saludar, a ritmo, sin mirar atr¨¢s, como se marchan los que deciden que su futuro est¨¢ m¨¢s lejos. Si miras hacia atr¨¢s, quiz¨¢s decidas volver a casa.
Nibali se rindi¨®. Lo hab¨ªa hecho todo. Lo hab¨ªa intentado todo. Nadie le pod¨ªa pedir m¨¢s. Su manera de perder era intachable. En realidad, Nibali quiz¨¢s perdi¨® la Vuelta en el Naranco, donde perdi¨® un tiempo inesperado que le oblig¨® a sacar el coraz¨®n por la boca. Las lecturas a posteriori tienen siempre un trasfondo ventajista. Nibali se olvid¨® del pasado y pens¨® en el presente. Pero Horner no engreg¨® jam¨¢s la cuchara. Los c¨¢lculos le auguraban problemas porque sube los puertos siempre de pie sobre la bicicleta y L¡¯Angliru exige sentarse. Ya se sabe que no. Horner apenas roz¨® el sill¨ªn de su bicicleta. All¨ª cargado sobre los pedales, apoyado en el manillar, fue consumiendo uno a uno los 12,2 kil¨®metros de ascensi¨®n, como siempre los brazos arqueados y la mirada al frente.
Hasta que al final se rindi¨®. Lo hab¨ªa probado todo. Nadie le pod¨ªa pedir m¨¢s
Cuando el tibur¨®n zorro dio el ¨²ltimo coletazo, Horner, intacto, puso asfalto, no agua, de por medio. ?l s¨ª fue devorando los peces que circulaban por delante, fruto de una fuga masiva que se fue desgranado como cuentas de rosario. Solo le falt¨® por atrapar a un peque?o ciclista franc¨¦s de 21 a?os, Kenny Elissonde, que tras soltar a su compa?ero de escapada, Tiralongo, decidi¨® que L¡¯Angliru bien merece un sobreesfuerzo. Su menudo cuerpo circulaba entre las hileras de los aficionados, tan cerrada como la niebla que iba ocultando la cima y sus laderas. Horner lo busc¨® para sellar por dos veces su entrada en el Olimpo, pero se le hizo tarde. No era su objetivo, teniendo en cuenta que L¡¯Angliru para ¨¦l solo era la frontera de la Vuelta. Y gan¨® Elissonde para ara?ar su porci¨®n de ¨¦xito en el d¨ªa grande de Horner, y dar otro motivo de esperanza al ciclismo franc¨¦s (cuatro etapas en esta carrera). Lo ¨²nico injusto de estas victorias es que siempre acaban siendo ocultadas por los ¨¦xitos m¨¢s grandes.
Elissonde ret¨® a L¡¯Angliru mientras Nibali retaba a Horner. Fue un espect¨¢culo completo en el que no pudieron participar los protagonistas espa?oles, descolgados Purito y Valverde por la voracidad de Nibali y la fuerza del estadounidense. Al final, en el Olimpo del ciclismo hay uno m¨¢s, Horner, el ¨²ltimo en entrar en la historia.
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