Un empate vibrante

A bal¨®n parado, un lugar casi desconocido en los ¨²ltimos a?os, en dos saques de esquina, el Valladolid encontr¨® el remedio a su poca punter¨ªa, a su buen f¨²tbol, a la sucesi¨®n de oportunidades que no terminan en ning¨²n sitio. Juan Ignacio Mart¨ªnez tuvo que resolver las bajas de su centro del campo, la lesi¨®n de Sastre, la de Omar, el gol del M¨¢laga cuando dominaba el choque de cabo a rabo, y termin¨® por remontar gracias a dos balones tensos que encontraron a la pareja de delanteros, antes de que Pawlowski cerrase un empate divertido

El Valladolid, con sus bajas, con un saldo de goles escaso, con el lastre de ser un grupo que a¨²n no ha asimilado el cambio de t¨¦cnico, apareci¨® en el c¨¦sped decidido a llevarse los tres puntos por el camino m¨¢s r¨¢pido posible, dos delanteros, movilidad y libertad absoluta para los de arriba. Al M¨¢laga le descoloc¨® la velocidad, no es un equipo fabricado para juntarse y aguantar un asedio, para vivir alejado del bal¨®n y en cinco minutos ten¨ªa deshechas todas las costuras. Pero el equipo de Juan Ignacio Mart¨ªnez est¨¢ peleado con el gol, y las ocasiones se escapaban sin apenas probar los guantes de Caballero.

El M¨¢laga tuvo que organizarse en torno a la paciencia de Portillo y la capacidad para pelearse con los centrales de Santa Cruz. La posesi¨®n fue creciendo, las ganas del rival se disolv¨ªan y en esas apareci¨® Tissone, que filtr¨® un pase entre los centrales que el delantero paraguayo coloc¨® en la escuadra de Mari?o. Con un solo golpe el Valladolid perdi¨® el aire y el ritmo, el M¨¢laga comenz¨® a crecer y a borrar del campo al Valladolid y el partido se enred¨® un poco m¨¢s con la lesi¨®n de Sastre, uno de los pocos medios que le quedaban sanos a Juan Ignacio Mart¨ªnez.

El Valladolid encontr¨® la soluci¨®n en un lugar extra?o, a bal¨®n parado, en dos saques de esquina, los dos lanzados por Ebert que hasta entonces hab¨ªa estado desaparecido, uno para Javi Guerra, el otro para Osorio, los dos al punto de penalti y los dos sin respuesta posible de los centrales. Pero el M¨¢laga hab¨ªa sembrado el p¨¢nico cada vez que hab¨ªa pisado el ¨¢rea. Schuster movi¨® el banco y refresc¨® su ataque y casi en el primer bal¨®n que se le acerc¨® Pawlowsky solt¨® un zurdazo que devolvi¨® el empate al marcador.