¡®Bofetada¡¯ a Mourinho
¡°Si no tuviese sentido del humor hace mucho tiempo que me hubiera suicidado.¡±
Mahatma Gandhi
¡°Mejor que Mourinho no se ponga a saltar como el fin de semana pasado porque le dar¨¦ una bofetada¡±, dijo el entrenador del Newcastle, Alan Pardew, en v¨ªsperas del partido de su equipo ayer contra el Chelsea de Jos¨¦ Mourinho. ¡°Soy m¨¢s grande que ¨¦l¡±, agreg¨® Pardew, ¡°y ¨¦l lo sabe¡±.
Podemos suponer que si Blatter hubiera declarado que Ronaldo era mejor que Messi se hubiera visto una reacci¨®n similarmente hist¨¦rica entre los barcelonistas
El t¨¦cnico del Newcastle se refer¨ªa al espect¨¢culo que mont¨® el portugu¨¦s el domingo pasado cuando el Chelsea marc¨® en el ¨²ltimo minuto para vencer 2-1 a uno de sus principales rivales en la Premier League, el Manchester City. Mourinho se lanz¨® a la grada y se abraz¨®, euf¨®rico, con los aficionados del club londinense.
Imag¨ªnense la reacci¨®n en Espa?a si algo parecido hubiese ocurrido la temporada pasada cuando Mourinho estaba al mando del Real Madrid. Titulares a media p¨¢gina, una tormenta de columnas de opini¨®n, redes sociales on fire (expresi¨®n inglesa que significa ¡°ardiendo¡±, para los que no usan Twitter); gritos de ¡°?vileza!¡±, ¡°?infamia!¡±, ¡°?groser¨ªa!¡±, ¡°?ofensa!¡±, ¡°?provocaci¨®n!¡±; e indignaci¨®n general. Lo de la bofetada podr¨ªa haber dividido a buena parte de la naci¨®n (por en¨¦sima vez), entre aquellos que considerar¨ªan la amenaza justificada y los que saltar¨ªan en defensa, lanza en mano, del Cid portugu¨¦s.
O quiz¨¢ no. Quiz¨¢ se hubiera disfrutado de la broma. Porque Pardew aclar¨® que no hablaba en serio. ¡°Mourinho es un gran personaje¡±, dijo. ¡°Me hace re¨ªr¡± La risa fue la reacci¨®n mayoritaria en Inglaterra al salto a las gradas del portugu¨¦s. Pero nunca se sabe con ciertos espa?oles. Veamos el caso de Sepp Blatter y Cristiano Ronaldo hace unos d¨ªas.
Apareci¨® en Internet un v¨ªdeo en el que se ve al presidente suizo de la FIFA haciendo lo que a ¨¦l le pareci¨® ser una divertida imitaci¨®n de Cristiano, retratando su estilo de juego de manera marcial, como un soldado en desfile. Los que lo vieron en directo, estudiantes de la Universidad de Oxford, respondieron con carcajadas. Pero a 1.200 kil¨®metros al sur de Oxford¡?la que se arm¨®! ?Blatter hab¨ªa ofendido a Ronaldo, al Real Madrid, a Espa?a, a Portugal!
No era la ¨²nica reacci¨®n posible. Hab¨ªa la opci¨®n de tom¨¢rselo con humor, pero esa opci¨®n no existe para aquel sector de la poblaci¨®n espa?ola que no encuentra deleite mayor en la vida que, primero, sentirse ofendido y, despu¨¦s, poder saborear la oportunidad de despotricar con rabiosa superioridad moral contra los villanos de la tierra.
No se puede negar, por otro lado, que el numerito que hizo el casi octogenario mandam¨¢s del f¨²tbol internacional fue bastante rid¨ªculo. La cuesti¨®n es si la aireada reacci¨®n de muchos espa?oles ¡ªhablemos claro, de muchos madridistas¡ª lo fue m¨¢s todav¨ªa. Porque la verdad, si uno mira detenidamente el v¨ªdeo y escucha lo que Blatter dice, es que no fue para tanto. Preguntado qui¨¦n era mejor, Ronaldo o Messi, Blatter dijo que ambos eran ¡°excepcionales¡±, pero que, aunque Ronaldo ten¨ªa un mejor corte de pelo, Messi le gustaba m¨¢s. Puede que Blatter no haya visto jugar mucho a los dos ¨²ltimamente. Desde el comienzo de la temporada Ronaldo ha dejado a Messi en la sombra. Pero tampoco se equivoca el suizo en el sentido de que el mejor Messi es, obviamente, superior al mejor Ronaldo.
Podemos suponer que si Blatter hubiera declarado que Ronaldo era mejor que Messi se hubiera visto una reacci¨®n similarmente hist¨¦rica entre los barcelonistas. En tal caso el propio Ronaldo, que gana por goleada a Messi en cuanto a la fragilidad de sus respectivos egos, quiz¨¢ le hubiera perdonado a Blatter la payasada. Porque, adem¨¢s, si uno se fija en la imitaci¨®n que hizo Blatter y despu¨¦s ve im¨¢genes de Ronaldo jugando descubre que el suizo no estuvo tan desacertado. El porte de Ronaldo, por m¨¢s el¨¦ctrico que sea en el campo, no deja de ser algo tieso, de transmitir una cierta sensaci¨®n militar.
Con aficiones que no sean las del Real Madrid o el Barcelona uno puede hacer bromas y hablar de estas cosas ¡ªcomparar los m¨¦ritos de diferentes jugadores, hacer comentarios sobre su estilo de juego¡ª sin el riesgo de que se desate una furibunda batalla verbal. Tampoco hablamos de la totalidad de los seguidores de los dos principales equipos espa?oles, pero entre muchos de ellos se detecta una tremenda incapacidad para ver el f¨²tbol en su justa proporci¨®n y una total ausencia de sentido del humor. Ah¨ª ¡ªen esa hidalga solemnidad¡ª es donde reside la mayor ridiculez.
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