Argentina se llama Messi
Al equipo de Sabella le falta control del bal¨®n y una defensa fiable, pero cuenta con el mejor grupo de goleadores del planeta


Todo equipo es consecuencia de un pacto. La Argentina de 1986 fue el resultado de un acuerdo entre Carlos Salvador Bilardo y Diego Maradona, en virtud del cual el caudillaje y la organizaci¨®n gravitaron alrededor del media punta del N¨¢poles. La Argentina que se encamina hacia el Mundial de Brasil despu¨¦s de haberse clasificado en primera posici¨®n en las eliminatorias sudamericanas comenz¨® a estructurarse a partir de un acuerdo entre Alejandro Sabella, el seleccionador, y Lionel Messi, el mejor jugador del mundo.
Ordenar una selecci¨®n alrededor del futbolista que domina este juego con mano firme desde 2008 parece una alternativa l¨®gica, pero en Argentina no siempre fue as¨ª. Ni Alfio Basile, ni Maradona, ni Sergio Batista hicieron tantas concesiones como Sabella, el t¨¦cnico que por fin se resolvi¨® a proveer un modelo racional que favoreciera a la gran estrella. Hasta el a?o pasado, Messi fue observado con desconfianza por un amplio sector de la hinchada argentina. M¨¢s de una vez el jugador escuch¨® insultos. Se le acusaba de carecer de suficiente argentinidad, juicio masivo contra el que no cab¨ªan respuestas en el terreno dial¨¦ctico. La ola cambi¨® de sentido en los ¨²ltimos meses. Quiz¨¢ el punto de inflexi¨®n fue el amistoso que jugaron Argentina y Brasil en Nueva York, en el verano de 2012. Entonces Argentina se impuso a Brasil por 4-3 y Messi anot¨® tres goles. No hay campa?a m¨¢s proselitista que un hat trick.
El pesimismo que sucedi¨® al ca¨®tico tr¨¢nsito de Argentina por el Mundial de 2010 ha dado paso a un entusiasmo creciente. La expectativa aumenta de tal modo que la afici¨®n albiceleste suma cada d¨ªa m¨¢s creyentes. Creen, b¨¢sicamente, en un golpe de mano en Brasil, pa¨ªs idealizado por todos pero, sobre todo, por los argentinos. En la imaginaci¨®n popular rioplatense Brasil es el pa¨ªs ex¨®ticamente tropical en donde se encuentra el para¨ªso perdido y el adversario por antonomasia. Esta misma imaginaci¨®n ha dado a luz a la nueva idolatr¨ªa de Messi. Por obra del pensamiento m¨¢gico, que es simplificador, la adoraci¨®n emparenta al nuevo mito con el viejo, con Maradona, que a los 26 a?os levant¨® la Copa del Mundo en M¨¦xico, en 1986. Messi cumplir¨¢ 27 a?os en Brasil y los paralelismos est¨¢n trazados como una maldici¨®n que pesa un quintal sobre el capit¨¢n de la selecci¨®n, obligado por decreto de supercher¨ªa a repetir la haza?a. Pactos aparte, las comparaciones se prolongan m¨¢s all¨¢ de los individuos. El equipo de 2014 se refleja inexorablemente en el equipo que la memoria evoca a la hora de la plegaria: la Argentina de 1986.
LA ALBICELESTE, EN CIFRAS

MUNDIALES: 15
- Partidos jugados: 70
- Ganados: 37
- Perdidos: 20
- Empatados: 13
- Goles a favor: 123
- Goles en contra: 80
PALMAR?S:
- Mundiales: 1978 y 1986
- Copa Am¨¦rica: 1921, 1925, 1927, 1929, 1936, 1941, 1945, 1946, 1947, 1955, 1957, 1959, 1991 y 1993
Lo mismo que Bilardo, Sabella fue haciendo hallazgos, unos m¨¢s evidentes que otros. En noviembre de 2011, por ejemplo, en el partido de eliminatorias en Barranquilla, ante Colombia, el rival m¨¢s potente que ha enfrentado en competici¨®n oficial, Argentina fue salvada de la derrota por Sergio Ag¨¹ero. Iba perdiendo 1-0 al descanso y acab¨® 1-2 tras la entrada del jugador del City. Desde entonces, el Kun se ha instalado en la guardia de hierro de Messi, sum¨¢ndose a una alineaci¨®n que parece construirse de adelante hacia atr¨¢s, invirtiendo los h¨¢bitos t¨¦cnicos m¨¢s extendidos. Es lo inevitable, pues ninguna naci¨®n cuenta con un abanico de goleadores m¨¢s variado y determinante.
El descarte definitivo de T¨¦vez, se?alado por su desafecci¨®n con Messi, resume el poder¨ªo anotador de los argentinos tanto como el grado de influencia del nuevo l¨ªder, pues el hombre de Fuerte Apache ha sido, hasta hace poco, el m¨¢s querido (y el m¨¢s demagogo) de los futbolistas que han vestido el escudo de la AFA. Los elegidos son Higua¨ªn y Ag¨¹ero. Detr¨¢s de los dos puntas, con plena libertad, opera el propio Messi. A la izquierda, como volante interior, a veces como extremo puro, Di Mar¨ªa ha inscrito su nombre a fuego como el elemento m¨¢s vers¨¢til del plantel. En el eje del medio campo se sit¨²a Mascherano, que, tras la exuberancia de sus a?os en el Liverpool se muestra pausado y anal¨ªtico. Mascherano es el punto de apoyo de toda la estructura y con Argentina desempe?a el papel de supervisor general. Nunca rompe el tri¨¢ngulo con los centrales, pues ning¨²n central tiene suficiente categor¨ªa. A partir de la estabilidad de Mascherano se gestionan todas las maniobras, defensivas y ofensivas.
Fernando Gago ha sido el ¨²ltimo imprescindible en surgir de los an¨¢lisis de Sabella. La conclusi¨®n ha sido f¨¢cil de extraer, pues ning¨²n otro volante se ha entendido mejor con Messi en los ¨²ltimos a?os. El medio centro del Boca es, junto con Mascherano y Di Mar¨ªa, el tercer hombre de la l¨ªnea de medios titulares. M¨¢s all¨¢ de Banega y Biglia, no hay mucho m¨¢s de donde escoger. Argentina ya no cuenta con la poblaci¨®n de centrocampistas con oficio y categor¨ªa que tuvo en otra ¨¦poca. El problema se agrava ante la ausencia de defensas de verdadero peso. Hasta el momento, ni Garay ni Fede Fern¨¢ndez se han parecido a los referentes que toda selecci¨®n campeona suele tener en su l¨ªnea de contenci¨®n.
Los paralelismos entre La Pulga y Maradona est¨¢n trazados como una maldici¨®n que pesa un quintal sobre el capit¨¢n de la selecci¨®n
Si en 1986 Argentina descubri¨® en Neri Pumpido un portero solvente e integrado a la din¨¢mica del equipo, ahora bajo los palos merodean las inc¨®gnitas. Sergio Romero, el arquero de Maradona en 2010, sigue siendo el arquero favorito de Sabella. Con una diferencia sombr¨ªa: Romero abandon¨® la Sampdoria el a?o pasado porque no jugaba y ahora sigue sin jugar en el M¨®naco. Quiz¨¢ el problema revela el punto m¨¢s inexplicable de la gesti¨®n del seleccionador: And¨²jar, el segundo portero, sufre las desventuras del Catania en la ¨²ltima posici¨®n de la Liga italiana, y Ori¨®n, el meta del Boca, apenas tiene experiencia internacional. La discriminaci¨®n de Willy Caballero, el magn¨ªfico portero del M¨¢laga, constituye el misterio irresuelto de Sabella.
La estad¨ªstica de Argentina en las eliminatorias habla de un rendimiento regular: 16 partidos, cinco empates, una derrota y diez victorias. Lo que se vio sobre el campo, sin embargo, es un equipo al que le cuesta controlar los partidos. El esquema b¨¢sico, el 4-3-1-2, parece el m¨¢s razonable, pero los laterales (Zabaleta y Rojo, por lo general) se suman tan poco al medio campo que el conjunto tiende a partirse. La soluci¨®n se decanta por inercia: atr¨¢s defienden un bloque de siete y una vez que la pelota pasa al medio campo rival las posibilidades de que acabe en la red se multiplican por el peso de los concurrentes. Di Mar¨ªa, Messi, Higua¨ªn y Ag¨¹ero, con la incorporaci¨®n ocasional de Gago para repartir, re¨²nen un caudal incomparable de inventiva y poder de definici¨®n.
Dec¨ªa Bochini que la Argentina de Maradona no se encontr¨® hasta que no lleg¨® a M¨¦xico. La Argentina de Messi tampoco se ha encontrado todav¨ªa, pero le ha bastado con buscarse para exhibir su evidente potencial de vencedora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
