Nadal, maestro en escapismo
El espa?ol, desenfocado, llega a semifinales, donde le espera Federer, tras domar 3-6, 7-6, 7-6 y 6-2 a Dimitrov en un duro partido
De cuclillas y con la mand¨ªbula desencajada, Rafael Nadal celebra que acaba de volver al partido: un pasante impensable, golpeado de espaldas a la red y ya junto al juez de silla, le permite empatar a un set el duelo de cuartos que le enfrenta al espl¨¦ndido Dimitrov, Baby Federer, que le dicen. Hasta entonces, y durante dos sets ramplones, el mallorqu¨ªn pena para moverse, en consecuencia golpea mordidos todos sus tiros y llega a regalar con tres dobles faltas (?tres!) el break de ventaja que se procura en la segunda manga. El b¨²lgaro, que luego tiene tres bolas de set (?tres!) para apuntarse el tercer parcial, aprovecha para ense?ar en la pasarela de la central todas sus virtudes: velocidad de ejecuci¨®n, magn¨ªfico primer servicio. Resulta, sin embargo, que est¨¢ a¨²n demasiado tierno, que un Nadal regular es mucho Nadal, y que para ganar al zurdo de Manacor con rev¨¦s a una mano hay que llamarse Roger Federer, y a veces ni con eso sirve. As¨ª, con la mano izquierda vendada por las ampollas y el tacto totalmente perdido en el drive (47 errores no forzados), el mallorqu¨ªn llega (3-6, 7-6, 7-6 y 6-2) a semifinales, donde jugar¨¢ con Roger Federer (6-3, 6-4, 6-7 y 6-3 a Andy Murray).
"Las vendas en la mano me afectan especialmente en el servicio, cuando tengo que empu?ar la raqueta", explic¨® el espa?ol sobre sus siete dobles faltas y su baja media de 168 kil¨®metros por hora, con baches de hasta 137. "La ampolla est¨¢ mucho mejor, pero necesito jugar con protecciones para que no empeore"
Las vendas en la mano me afectan especialmente en el servicio, cuando tengo que empu?ar la raqueta
Con el armado de la jugada desdibujado por sus malos agarres (¡°Las ampollas no le molestan m¨¢s que ante Nishikori, aunque juega con protecci¨®n, pero no son el problema¡±, afirm¨® el doctor Cotorro), y quiz¨¢ alterado por la eliminaci¨®n de Novak Djokovic, que de sopet¨®n le otorga toda la responsabilidad de levantar el t¨ªtulo, el n¨²mero uno mundial a veces casi pierde hasta los nervios. El ruidoso grupo de b¨²lgaros que celebra cada punto de Dimitrov con palmas, gritos y silbatos, sin importar que vengan de sus aciertos o de los fallos del contrario, acaba por irritarle hasta el punto de llevarle a dialogar con el juez de silla (¡°Gritan en cada punto. En cada fallo. Y eso no puede ser. Es una falta de respeto tremenda¡±, dice el mallorqu¨ªn). Aprieta el sol y sopla un viento fr¨ªo que mueve la pelota e incomoda a los tenistas. ¡°?Bulgaria! ?Bulgaria!¡±, chillan el pu?ado de b¨²lgaros mientras agitan sus banderas. Nadal nunca encuentra su sitio en el encuentro. Siempre lo disputa cuesta arriba.
El campe¨®n de 13 grandes entrega su primer servicio, Dimitrov se pone 2-0, y la primera manga se marcha en un suspiro de media hora. Ruge el b¨²lgaro, todo un talento, mientras sue?a con hacer suyo el partido, con sus primeras semifinales grandes, con volver a derrotar a un n¨²mero uno, como ya hizo en 2013 con Nole cuando era ¨¦l quien estaba en el trono. Ve Dimitrov, adem¨¢s, que Nadal hoy no es de granito, que hay grietas en su armadura, que las murallas de su juego se desgajan abiertas en v¨ªas de agua. De error en error, parado de piernas, romo de golpes, especialmente cuando intenta rematar con el drive corto, el espa?ol le da vidilla al b¨²lgaro, que por lo dem¨¢s ya se busca su suerte con algunos golpes estupendos (16 aces y 54 ganadores). A veces, el n¨²mero uno juega corto, cort¨ªsimo, y le cuesta que su bola supere el cuadro de saque.
Nadal cede break de ventaja en el segundo y en el tercer set. Tiene que enjugar una bola de set en contra con su saque en ese ¨²ltimo parcial (5-6 y 30-40) y luego desaprovecha dos veces un minibreak de ventaja en el desempate de esa manga, lo que deja al b¨²lgaro sacando para conquistarla. Que Nadal sume esos dos parciales en esas circunstancias adversas se explica por dos cosas: Dimitrov, de 22 a?os, tiembla ante la leyenda del tenista que todo lo remonta (?c¨®mo echa fuera la pelota en el punto de set que tiene en el tie-break del tercer set! ?c¨®mo llora tras el duelo!); y Nadal, con todos sus borrones, jam¨¢s deja de competir, de buscar y buscar, de luchar hasta que aparecen esos golpes con los que marca la diferencia.
As¨ª, el n¨²mero uno emerge victorioso de los cuartos, animado por un cuarto set en el que se le vio mejorado y con la mano izquierda quiz¨¢s a¨²n m¨¢s dolorida: para llegar a la final, Nadal tendr¨¢ que aligerar las piernas, dulcificar el tacto, afilar el drive y afinar el servicio. El coraz¨®n, la ambici¨®n, el deseo y la competitividad, le sobran. Tiene un talento innato del que muy pocos campeones pueden presumir: gana hasta jugando tramos del partido mal.
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