Homenaje desde lo m¨¢s alto
Los rojiblancos se adelantan en el minuto 38 tras una buena acci¨®n de Costa en la izquierda y una buena definici¨®n de Villa
Con los veteranos en el centro del campo para guardar el minuto de silencio, Gabi llev¨® a sus compa?eros hasta ellos para prolongar la cadena abraz¨¢ndose a Jes¨²s Paredes, el preparador f¨ªsico de cabecera e ¨ªntimo amigo de Luis Aragon¨¦s. Fue la transici¨®n sentida entre el homenaje previo al partido y el posterior del equipo al hombre que fundi¨® al conjunto con la grada. Siempre con el eco del mito retumbando.
Del Atl¨¦tico de Luis se pas¨® al Atl¨¦tico de Simeone. Es decir, liderato partido a partido, hasta auparse a la tabla en la jornada 22 con 57 puntos, la primera vez que encabeza la Liga en 18 a?os. Una barbaridad lograda desde un sentido grupal innegociable, desde una solidaridad que es capaz de anular a uno de los equipos m¨¢s atractivos de ver como es la Real Sociedad. Como muchos otros que han pasado por el Calder¨®n, se fue con la sensaci¨®n de que el Atl¨¦tico maneja todo lo que sucede sin aparentarlo. Fue una vez m¨¢s un grupo con las hechuras suficientes para manejar el partido a su gusto. Bien ordenado, lanzando pellizcos en ataque y sabiendo resguardarse en el repliegue. En esos par¨¢metros se desenvolv¨ªa la cita cuando lleg¨® el minuto ocho y, de nuevo, el nombre de Luis resquebraj¨® otro silencio.
ATL?TICO, 4 - R. SOCIEDAD, 0
Atl¨¦tico: Courtois; Juanfran, Miranda, God¨ªn, Ins¨²a; Sosa (Diego Ribas, m. 58), Gabi, Mario, Koke (Cristian Rodr¨ªguez, m. 81); Villa (Ra¨²l Garc¨ªa, m. 41) y Diego Costa. No utilizados: Aranzubia; Alderweireld, Adri¨¢n y Manquillo.
Real Sociedad: Claudio Bravo; C. Mart¨ªnez, I?igo Mart¨ªnez, Ansotegi, Jos¨¦ Angel; Rub¨¦n Pardo, Gazta?aga; Xabi Prieto, Zurutuza (Agirretxe, m. 65), Griezmann (Seferovic, m. 81); y Carlos Vela (Chory Castro, m. 81). No utilizados: Zubikarai, Zald¨²a, M. Gonz¨¢lez y J. Ros.
Goles: 1-0. M. 38. Villa. 2-0. M. 72. Diego Costa. 3-0. M. 73. Miranda. 4-0. M. 86 Diego Ribas.
?rbitro: Estrada Fern¨¢ndez . Amonest¨® a Miranda, Koke, Ra¨²l Garc¨ªa y Zurutuza.
54.000 espectadores en el Vicente Calder¨®n.
A su ritmo, bien fijado en el medio por Mario Su¨¢rez, que volv¨ªa al once despu¨¦s de dos casi meses de baja, los futbolistas de Simeone interpretaron su partitura habitual con un convencimiento extraordinario. Primero encajon¨® a la Real hasta lograr hacer el primer gol. Amenaz¨® primero Costa con una cabalgada que culmin¨® con un disparo que se estrell¨® en el lateral de la red. Luego Villa, en fuera de juego, finaliz¨® con habilidad un gran pase de Sosa, ayer de nuevo titular. Individualmente, el volante argentino estuvo notable, aunque a¨²n se le aprecia que no est¨¢ engarzado por completo a los mecanismos que tan bien ejecutan sus compa?eros. No subi¨® esta jugada al marcador, pero s¨ª la que inici¨® Ins¨²a tras un robo cerca del ¨¢rea de la Real. Combin¨® con Costa y este, tras ganar la l¨ªnea de fondo, asisti¨® a Villa. Entonces, sucedi¨® algo quiz¨¢ ¨²nico. En vez de gritar gol, la grada retom¨® el ?Luis Aragon¨¦s, Luis Aragon¨¦s! mientas Villa, brazos en alto, hac¨ªa su particular dedicatoria.
Con la ventaja buscada, apareci¨® esa versi¨®n acechante del Atl¨¦tico. Formado en su campo, basculando con una coordinaci¨®n cartesiana, sin importarle que de la pelota se adue?aran Rub¨¦n Pardo, Griezmann y Vela. Todo su f¨²tbol mor¨ªa por constricci¨®n en la frontal del ¨¢rea de Courtois, ahogado por esa solidaridad gremial en cada movimiento defensivo de Mario, Gabi, Koke y los laterales.
El tanto de Diego Costa fue contragolpe puro, el Atl¨¦tico de toda la vida, el de Luis Aragon¨¦s
Entonces salt¨® Diego al campo para justificar por qu¨¦ era el futbolista m¨¢s deseado por su t¨¦cnico. Su primera acci¨®n hizo entrar en el t¨²nel del tiempo al Calder¨®n. Fue una estampa muy vista dos a?os atr¨¢s. Se trataba de saber dormir el partido con el bal¨®n bajo sus botas y sus tiempos de juego y tambi¨¦n de estirar al equipo con esa creatividad que en situaciones similares ha echado en falta Simeone. La estampa culibaja de Diego empez¨® a culebrear en horizontal, sin que ning¨²n jugador de la Real pudiera sacarle el bal¨®n, hasta que divis¨® el desmarque de Juanfran. La hinchada se puso en pie, con los ojos llenos, sabedora de que ha llegado un jugador con el que puede disputar ese partido a partido con m¨¢s garant¨ªas de finalizarlo como no sucede desde 1996.
Diego jug¨®, marc¨® y demostr¨® por qu¨¦ era el futbolista m¨¢s deseado por Simeone
El magnetismo de Diego con la pelota, su facilidad para esconderla, dormirla hasta que acelera el juego, infund¨® al Atl¨¦tico de una confianza ilimitada. En ese karma, hasta apareci¨® Ra¨²l Garc¨ªa para el tr¨¢mite. Esta vez no solucion¨® el partido con sus aires de llegador, sino que se sacudi¨® un pase de mediapunta para la carrera de Diego Costa. Como en Bilbao, al hispanobrasile?o le dio tiempo de mirar al asistente para asegurarse de que no estaba en fuera de juego. Pis¨® ¨¢rea y super¨® a Bravo con un derechazo cruzado. Ese gol, con la Real volcada, fue otro homenaje p¨®stumo a Aragon¨¦s. Esa sentencia fue contragolpe puro, el Atl¨¦tico de toda la vida, el Atl¨¦tico de Luis. El de ahora, el que vive del realismo, tambi¨¦n sobrevive con el bal¨®n parado. Con esos lanzamientos de Koke desde la esquina que esta vez cabece¨® Miranda. Ya no hab¨ªa partido, pero s¨ª ganas de seguir homenajeando a Aragon¨¦s. Ya fue el Calder¨®n una fiesta permanente, gozosa, extasiante y, como es propia de este equipo, contundente con el cuarto gol. Lo hizo Diego, todo clase para amortiguar un pase del Cebolla Rodr¨ªguez, bailar con la cintura y encajonar un remate duro. De rodillas, con la hinchada coreando su nombre, como si este a?o y medio no hubiera pasado, tambi¨¦n levant¨® los brazos al cielo.
No pudo tener una mejor despedida Aragon¨¦s, con el equipo en lo alto de la tabla, saludando en el centro del campo. Sinti¨¦ndose tan fuerte y convencido como cuando El Sabio se desplazaba con su largo tranco por el campo o cuando, pelliza sobre ch¨¢ndal, dirig¨ªa sin saber que hoy ya es un mito eterno e inolvidable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.