Courtois y Costa, el principio y el fin
El Atl¨¦tico resiste al Milan gracias a su portero y vence al final con un tanto de su mejor goleador
Un c¨®rner, un portero y mucho sufrimiento. Una victoria con las l¨ªneas maestras con las que el f¨²tbol italiano tanto ha conquistado. Sin ser dominador, siendo zarandeado durante tres cuartos del partido por el orgullo del Milan, el Atl¨¦tico sali¨® de San Siro con la eliminatoria franca. Puede que injusto, pero la historia de este juego est¨¢ repleta de p¨¢ginas con esta palabra, tan da?ina para el perdedor, pero tan amplificadora de su magnetismo. No gan¨® el que m¨¢s hizo para ello, pero s¨ª otro equipo que supo sobrevivir en un paisaje inh¨®spito. Caz¨® Diego Costa de cabeza un bal¨®n en el segundo palo a falta de siete minutos y enmudeci¨® San Siro.
MILAN, 0-ATL?TICO, 1
Milan: Abbiati; De Sciglio (Abate, m. 26), Rami, Bonera, Emanuelson; De Jong, Essien; Poli (Constant, m. 84), Kak¨¢, Taarabt; y Mario Balotelli (Pazzini, m. 77). No utilizados: Amelia; M¨¨xes, Zaccardo y Petagna.
Atl¨¦tico: Courtois; Juanfran, Miranda, God¨ªn, Insua; Gabi, Mario Su¨¢rez; Koke, Ra¨²l Garc¨ªa (Adri¨¢n, m. 79), Arda Turan (Cebolla Rodr¨ªguez, m. 74); y Diego Costa. No utilizados: Aranzubia; Alderweireld, Diego, Sosa y Villa.
Gol: 0-1. M. 83. Diego Costa.
?rbitro: Pedro Proen?a (Portugal). Mostr¨® tarjeta amarilla a? Insua, Mario Su¨¢rez, Abate, Bonera, Diego Costa, Rami y Adri¨¢n.
Unos 75.000 espectadores en el estadio de San Siro.
El Atl¨¦tico comprob¨® durante 75 minutos que en la Copa de Europa la m¨ªstica juega. Y mucho. Sobre todo en un San Siro lleno y atronador. La historia y el orgullo son capaces de levantar a un equipo roto y descre¨ªdo hasta convertirlo en un conjunto con las ideas claras, con un plan que cumpli¨® desde lo mejor que ten¨ªa para hacer da?o. Tuvo que recular el Atl¨¦tico despu¨¦s de los ocho primeros minutos, en los que sali¨® con intenci¨®n de hacerle ver al Milan que era superior. Se fue arriba a presionar, gener¨® un par de llegadas con m¨¢s ruido que peligro, pero se acongoj¨® con la primera aparici¨®n de Kak¨¢. Sac¨® esa rosca tan particular el brasile?o, esa comba que tantos goles le ha dado, y tuvo que emerger la alargada silueta de Courtois para desviar el bal¨®n con los dedos al travesa?o. Retumb¨® San Siro y los futbolistas de Simeone sintieron en sus piernas y en su cabeza el orgullo de un campe¨®n, de siete Copas de Europa que pueden ser como siete vidas.
El plan de Seedorf consisti¨® en explotar a los tres mejores jugadores que ten¨ªa sobre el campo, Kak¨¢, Balotelli y Taarabt. Los volc¨® hacia la banda de Insua, toda una visi¨®n curtida en la cultura del calcio, tan machacona all¨ª donde intuye que puede haber una veta a explotar. Normalmente, Taarabt juega pegado a la izquierda, pero esta vez se hizo due?o del juego desde la derecha. En el f¨²tbol, tres cosas bien hechas y afiladas pueden ser suficientes para dominar el partido, para hacerle saber al contrario, que bajo esos par¨¢metros puede sufrir. Taarabt dom¨® el juego desde su cintura y su pierna derecha. Una rosca de academia y un cabezazo de Poli remitificaron la figura de Courtois. Respondi¨® con una parada plena de reflejos y una mano dura para desviar la pelota a la base del poste. Se consagr¨® Courtois en un escenario grandioso con todas las virtudes que tiene: colocaci¨®n, agilidad, reflejos y rapidez de movimientos, pero sobre todo, esa que se?ala a los grandes, la de emerger siempre en las grandes citas y en medio de tiroteos como al que fue sometido en el primer tiempo.
No le importaba en exceso al Milan c¨®mo llegar hasta Taarabt, bien con un bal¨®n sencillo o vertical o con una segunda jugada, porque luego este, cuando pudo, conect¨® con Kak¨¢ o con Balotelli, m¨¢s intermitentes, pero cortantes en cada detalle. Una dejada del segundo de tac¨®n supuso que Kak¨¢ volviera a astillar el larguero de Courtois. Bail¨® un par de veces Balotelli, una para tirar una pared de tac¨®n tras pisar el bal¨®n con la suela y otra en un costado del ¨¢rea en la que burl¨® a Miranda. En ese acoso, el Milan reclam¨® penalti tras arrollar Ra¨²l Garc¨ªa a Poli.
Se consagr¨® el meta rojiblanco emergiendo en medio de los tiroteos del primer tiempo
Toda la personalidad que tuvo Taarabt con el bal¨®n le falt¨® a los jugadores que en el Atl¨¦tico tienen esa obligaci¨®n. Desde la pelota no se impusieron ni Arda ni Koke. Les falt¨® esa chispa para decidir y ejecutar que da el atrevimiento y Filipe Luis, que tantas paredes les construye. Se espesaron ambos en las cercan¨ªas del ¨¢rea por el medio o por los costados. As¨ª que lo mejor que pudo ofrecer el equipo de Simeone fue su capacidad para sufrir cuando se repliega. Se pudo estirar muy poco, sobrecogido por el vendaval de un equipo envalentonado desde su pedigr¨ª, al que ni la lesi¨®n de De Sciglio afect¨®. Fue protagonista siempre y apenas le dej¨® migajas al Atl¨¦tico, al que se le contabiliz¨® en el segundo acto una tijera alta de Diego Costa, otra volea mal enganchada del delantero hispanobrasile?o y un remate alto de Ra¨²l Garc¨ªa, en la jugada m¨¢s hilvanada que pudo trazar.
Entendido desde el sufrimiento y el esfuerzo, el primer cambio de Simeone hab¨ªa sido el Cebolla Rodr¨ªguez por Arda. El segundo, Adri¨¢n por Ra¨²l Garc¨ªa. Quiso ahondar el t¨¦cnico argentino en el baj¨®n f¨ªsico del Milan con la velocidad al espacio antes que optar por Diego o por Villa, in¨¦ditos, y otra prueba m¨¢s de esa paradoja de un equipo espa?ol m¨¢s italiano en su ideario del partido. Un c¨®rner, un portero y mucho sufrimiento le valieron al Atl¨¦tico para conquistar San Siro.
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