Karim e Iker contra la pasi¨®n
El delantero y el portero dan el primer golpe a un rival que jam¨¢s se recobr¨® pese a la entrega de su afici¨®n
Proclaman las voces mayoritarias, ese clamor que abunda en los programas de telerrealidad de la parrilla deportiva nocturna, que a Benzema le falta agresividad, intuici¨®n de oportunista, instinto ejecutivo, y esas cosas que enardecen al p¨²blico f¨¢cil. ?ltimamente tambi¨¦n existe una amplia corriente de opini¨®n, de parecido origen, que determin¨® que Casillas est¨¢ amortizado para el madridismo. La realidad, sin embargo, de vez en cuando contradice estos postulados. La ¨²ltima contradicci¨®n ha servido para que el Madrid encauce la eliminatoria de octavos en una sucesi¨®n trepidante de acciones. Primero en el minuto 13, cuando Benzema caz¨® un bal¨®n entre los dos centrales para adelantar al Madrid (0-1); segundo, en el minuto 14, en una parada de Casillas que tap¨® un tiro de Draxler a bocajarro, en la l¨ªnea de meta, cuando el abnegado fondo norte del Veltins cantaba el empate. El doble golpe dej¨® aturdido al equipo alem¨¢n. Incapaz de reaccionar, el Schalke se comport¨® como si careciera de un car¨¢cter y una l¨ªnea de juego, entregado a la larga traves¨ªa de un partido al que le quedaba una hora larga de desarrollo.
La comarca del Ruhr es sombr¨ªa en esta ¨¦poca. El laberinto de canales, minas abandonadas, f¨¢bricas cerradas, refiner¨ªas, autopistas y v¨ªas f¨¦rreas convierte a esta regi¨®n superpoblada en un lugar sin apenas espacio para el ocio y la naturaleza. Los alrededores de la vieja localidad carbon¨ªfera de Gelsenkirchen son los menos agradables. All¨ª, mucha gente no encuentra nada que le maraville m¨¢s que la hierba iluminada del estadio Veltins con sus futbolistas de azul y sus inagotables surtidores de cerveza. De otro modo no se explica que la multitud animara con tanta pasi¨®n a sus muchachos incluso con el 0-5. Como si no pasara nada grave, resonaban los coros de carnaval, ondeaban las banderas, y segu¨ªa la fiesta. Dijo Rudi Assauer, el m¨ªtico m¨¢nager del club, que ¡°los dioses del f¨²tbol no existen¡±. No parecen existir para el Schalke, pero a sus aficionados les da lo mismo.
Hac¨ªa mucho que Ancelotti no se mostraba tan seguro de liquidar a un adversario
Animados por este esp¨ªritu existencialista, cantaron con el 0-1 de Benzema y siguieron cantando con el 0-2 de Bale, el 0-3 de Cristiano, el 0-4 de Benzema, y ese 0-5 de Bale. En la banda, calentando, miraba el partido Jes¨¦. El entrenador, Carlo Ancelotti, le reserv¨® los 10 minutos m¨¢s in¨²tiles que ha disputado el equipo en mucho tiempo. El Schalke se hab¨ªa rendido desde que Casillas congel¨® el grito de la parroquia cuando ya celebraba la reacci¨®n que nunca fue. En el minuto 14 de la primera parte.
Ancelotti prepar¨® el partido con optimismo. Hac¨ªa mucho que no se mostraba tan seguro de liquidar a un adversario. La certeza arraig¨® en todos los estamentos del club, convencidos de que pondr¨ªan fin a un recorrido sin victorias en Alemania que se remontaba a los tiempos de Vicente del Bosque, en 2000. Eso que alg¨²n directivo llamaba ¡°la maldici¨®n¡±. Entonces el rival fue el Bayer Leverkusen. En el Veltins todo el mundo se lo tom¨® con calma. Incluso con sentido del humor. Cuando Huntelaar hizo el 1-6, que no celebr¨®, el speaker del campo alz¨® la voz: ¡°?Este ha sido el mejor gol del mes!¡±.
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