Moro se cita en 2015 con el Nanga Parbat
El italiano anuncia el final de la presente expedici¨®n y desvela su estrategia para el pr¨®ximo invierno
Pese a un perfil afilado por el tiempo pasado en altura, el fr¨ªo que devora el cuerpo y las palizas acumuladas durante dos meses en las laderas del Nanga Parbat (8.125 metros), la voz de Simone Moro no suena derrotada sino jovial, inusualmente alegre. La pasada noche decidi¨®, de com¨²n acuerdo con su compa?ero de expedici¨®n, el austriaco David G?ettler, dar por finalizado su intento de conquistar este ochomil del Karakorum en invierno.
¡°David alcanz¨® la cota de los 7.200 metros y se asom¨®, durante nuestro ¨²ltimo intento de ataque a cima, para ver qu¨¦ aspecto ten¨ªa la ruta que deber¨ªa llevarnos a la cumbre: vio un terreno m¨¢s t¨¦cnico y largo de lo esperado, y esto nos acab¨® de convencer de que necesitamos al menos cinco d¨ªas de muy buen tiempo para tener opciones de ¨¦xito. Honestamente, no creo que gocemos de esta ventana en los pr¨®ximos d¨ªas, as¨ª que nos retiramos, mientras que el equipo polaco (que lleva tres meses al pie de la monta?a) ha decidido esperar hasta el final del invierno, el pr¨®ximo 21 de marzo. Les deseo lo mejor¡±, explica Moro.
Simone Moro regresar¨¢ el pr¨®ximo invierno y apostar¨¢ por una v¨ªa m¨¢s corta y menos peligrosa
Simone se despide contento porque, asegura, ha aprendido mucho y ya dispone de la financiaci¨®n de su principal patrocinador, The North Face, para regresar el pr¨®ximo invierno. Pero, sobre todo, tiene mucho m¨¢s clara la estrategia a seguir. En el verano de 2003, el italiano abri¨®, junto al desaparecido Jean Christophe Lafaille, una v¨ªa a la izquierda de la ruta Kinshofer, en la vertiente Diamir. ¡°En 2000, Reinhold Messner trat¨® de abrir una v¨ªa a la izquierda de la que abrimos Lafaille y yo (alcanz¨® los 7.000 metros), y creo que es la mejor opci¨®n para una invernal porque no es muy peligrosa y es m¨¢s corta que la hemos intentado este a?o. Y siendo m¨¢s corta no necesitamos tantos d¨ªas de buen tiempo, lo cual hace que aumenten nuestras opciones¡±, observa.
De entrada, Moro espera poder convencer a su amigo Kazajo, Dennis Urubko, para regresar al mismo escenario que conocieron en el invierno de 2012. Entonces, las persistentes nevadas y el temor a los aludes forz¨® su retirada tras dos meses de esfuerzos a los pies del Nanga. ¡°David G?ettler tambi¨¦n regresar¨¢ el a?o que viene, y si contamos con Urubko seremos un equipo a¨²n m¨¢s fuerte. Pero Dennis tiene mucho miedo a los ataques terroristas (el pasado verano los talibanes asesinaron a 11 personas, entre escaladores y personal de las agencias en el campo base del Nanga) y espero poder convencerle. Por lo que hemos visto este a?o, las autoridades locales tienen bien controlada la zona y hay destacamentos de polic¨ªa que vigilan los accesos a la monta?a. Esta regi¨®n de Pakist¨¢n vive del turismo de monta?a y no pueden permitirse que el terrorismo ahuyente a los extranjeros. Nosotros nos hemos sentido seguros¡±, explica el italiano.
Estoy tranquilo, son ya muchos meses? de espera para escalar un 'ochomil' en invierno"
En los d¨ªas de espera en el campo base, Simone ha aprovechado para terminar de escribir un libro sobre su experiencia como piloto de helic¨®ptero de rescate en el Himalaya, ocupaci¨®n que ha ampliado notablemente los m¨¢rgenes de seguridad en las monta?as m¨¢s elevadas del planeta. Moro, un tipo hiperactivo y multifac¨¦tico, representa la modernidad en el Himalayismo: sus retos resultan tan aut¨¦nticos como medi¨¢ticos y nunca viaja sin fot¨®grafo. Tiene claro que una historia de monta?a, hoy m¨¢s que nunca, entra primero por los ojos. Con todo, reconoce que har¨¢ falta ¡°mucha paciencia¡± para conquistar K2 y el Nanga Parbat, los dos ¨²ltimos ochomiles que restan por ser escalados en invierno. ¡°Estoy tranquilo, son ya muchos, muchos meses acumulados en mi vida esperando una opci¨®n para escalar un ochomil en invierno. Lo importante es mantener la ilusi¨®n, y eso de momento est¨¢ garantizado¡±, asegura Moro, que se despide del Karakorum encantado de haber podido pelear, viviendo ¡°las mismas sensaciones¡± que cuando trat¨® de escalar en invierno el Annapurna, hace ya 17 a?os.
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