¡®Mal reba?o¡¯, el colectivo de presas que promueve la salud mental en la c¨¢rcel El Buen Pastor
El grupo surgi¨® para hacer frente a los suicidios que ocurren en la penitenciar¨ªa femenina de Bogot¨¢. El a?o pasado, 16 reclusos se quitaron la vida en Colombia
![Mujeres privadas de la libertad se re¨²nen en uno de los patios de la c¨¢rcel El Buen Pastor, en Bogot¨¢, el 27 de febrero del 2024.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/MTAITW2YMREWJAHKJHGCG2Y6LE.jpg?auth=c27aa581f26d52d6f627dfde46ce16fedd32241fbc30b48d1ac3bbafa310d384&width=414)
![Valentina Parada Lugo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Ff4f8134f-679e-46d2-9654-fe2292c04a02.png?auth=7e0a60dce606115cb46e722d312478abe1bae46dee126a482d5cb067e3e2dc3b&width=100&height=100&smart=true)
La celda de Camila Botero, en la c¨¢rcel femenina El Buen Pastor de Bogot¨¢, funciona como una especie de consultorio. All¨ª llegan privadas de la libertad a contarle sus pesares, sus preocupaciones, sus secretos y sus logros. Ocurre desde 2022, cuando formaliz¨® el colectivo El Mal Reba?o, un grupo de 15 internas que buscan fomentar la salud mental de sus compa?eras. Lo hacen porque el suicidio es la segunda causa de muerte violenta m¨¢s frecuente en prisiones en Colombia. El Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) contabiliza 16 casos el a?o pasado, al menos cinco de ellos en la c¨¢rcel de Ibagu¨¦.
Botero habla con naturalidad del tema. Dice que en 2022, cuando entr¨® a prisi¨®n, vio c¨®mo una compa?era de patio apareci¨® colgada en su celda. Se hab¨ªa suicidado. Esa experiencia, y la necesidad de pasar mejor los d¨ªas en la c¨¢rcel, la llev¨® a buscar una red de apoyo de mujeres con las que habla de sus miedos y sus m¨¢s profundas tristezas. ¡°No es algo formal, pero si tuviese que aterrizarlo, dir¨ªa que es como una especie de c¨ªrculo de la palabra en el que nos reunimos a hablar de todo: la familia, los hijos, el tiempo que queda en prisi¨®n, nos re¨ªmos, lloramos¡±, dice. Casi todo ocurre en los ba?os de la c¨¢rcel femenina m¨¢s grande del pa¨ªs, o en los momentos libres, en los patios.
Aunque la crisis de salud mental en centros penitenciarios no es un asunto nuevo, en diciembre pasado la Corte Constitucional orden¨® al Gobierno hacer un diagn¨®stico riguroso sobre la poblaci¨®n carcelaria, espec¨ªficamente las personas en situaci¨®n de discapacidad psicosocial o con enfermedades relacionadas con la salud mental. La sentencia, que ordena al Gobierno consolidar una mesa con varias entidades para tratar asuntos de salud mental en la poblaci¨®n carcelaria, advierte que hay una ¡°falta de respuesta institucional adecuada¡± que ¡°ha impedido el acceso digno y continuo a servicios de salud mental en las c¨¢rceles¡±.
Botero explica v¨ªa telef¨®nica que la falta de acceso a servicios de atenci¨®n en salud mental es compleja, entre otras, ¡°porque la mayor¨ªa de psic¨®logos de las penitenciarias son practicantes que rotan cada seis meses¡±. Es muy probable que cualquier proceso o tratamiento pierda continuidad, y eso si tienen la fortuna de empezarlo. ¡°Una de mis compa?eras de celda pidi¨® una cita en psicolog¨ªa, y le contestaron que hab¨ªa para dentro de 10 meses¡±, cuenta desde uno de los patios de El Buen Pastor.
Seg¨²n Medicina Legal, el mayor porcentaje de los suicidios en las c¨¢rceles ocurre en personas menores de 27 a?os y las m¨¢s afectadas son las mujeres, con el 60 % de los casos. Aunque dar una sola explicaci¨®n a esos patrones podr¨ªa simplificar la problem¨¢tica, para Juan Pablo Uribe Barrera, doctor en derecho penal y experto en derecho penitenciario de la Universidad de Los Andes, hay cierta l¨®gica en la diferencia por g¨¦nero. ¡°Los hombres en prisiones tienen tratos mucho m¨¢s duros entre ellos, porque en su mayor¨ªa vienen del mundo de la delincuencia. Algunos se ven como profesionales del delito, y en esa l¨®gica, la c¨¢rcel es un riesgo profesional¡±. En contraste, la mayor¨ªa de mujeres llegan a prisi¨®n porque ¡°cometen un delito por necesidad o supervivencia, pero no son necesariamente profesionales del delito¡±. Por eso, como tendencia general, ellas se pueden ver m¨¢s afectadas.
Para Uribe, la soluci¨®n est¨¢ lejos de limitarse a los primeros auxilios emocionales. ¡°El trato en las c¨¢rceles es duro y va m¨¢s all¨¢ de una cita con un profesional en salud mental; a veces se trata de suplirles las necesidades b¨¢sicas o simplemente sentarse a escucharlos¡±. Sostiene que en Colombia y en gran parte de la regi¨®n, no hay diagn¨®sticos serios y rigurosos sobre la salud de la poblaci¨®n carcelaria. ¡°Antes que hablar de c¨®mo solucionarlo, hay que reconocer que no tenemos ni siquiera idea de en qu¨¦ condici¨®n est¨¢n los presos¡±, afirma.
Seg¨²n ¨¦l, uno de los patrones que afecta a las mujeres privadas de la libertad es que frecuentemente reciben menos visitas de sus familiares en prisi¨®n. ¡°Es una quinta parte de las visitas que reciben los hombres. Los n¨²cleos familiares se quiebran. Cuando es el padre, la mam¨¢ se hace cargo de los hijos; cuando es al rev¨¦s, el pap¨¢ no suele hacerse cargo del n¨²cleo familiar¡±. En eso coincide Lina Porras, investigadora de la oeneg¨¦ Temblores, quien se?ala que la situaci¨®n de las mujeres es m¨¢s grave por razones biol¨®gicas, como los cambios en los m¨¦todos de planificaci¨®n o las violencias psicol¨®gicas y la sanci¨®n social a la que son sometidas por haber cometido un crimen. ¡°La justicia misma es m¨¢s dura con las mujeres que delinquen que con los hombres, porque sobre ellas hay una responsabilidad social¡±, se?ala.
El primer suicidio tras las rejas de este a?o fue el de Iv¨¢n de la Rosa G¨®mez, el pasado el 5 de enero en la c¨¢rcel La Picota, tambi¨¦n de Bogot¨¢. El hombre, acusado de asesinar a su pareja Steffany Barranco en un centro comercial al norte de la ciudad, apareci¨® con signos de autoasfixia. La noticia la confirm¨® Daniel Guti¨¦rrez, director del INPEC, quien dijo que el hombre ya hab¨ªa intentado quitarse la vida meses atr¨¢s, cuando permanec¨ªa en la C¨¢rcel Distrital. Si bien el INPEC tiene el deber de velar por la vida de los internos, sus medidas de control en algunos casos son insuficientes. Camila Botero explica que proh¨ªbe ciertos elementos. ¡°Dejaron de permitir que nos trajeran latas de at¨²n, porque hab¨ªa personas que se cortaban con eso, pero no atacan el problema real, que es por qu¨¦ alguien llega a eso¡±, cuenta.
Los suicidios en las prisiones no han tenido variaciones significativas en los ¨²ltimos cuatro a?os. Si el a?o pasado el INPEC registr¨® 16 casos; en 2023 fueron 18; en 2022, 11 casos; y en 2021, la cifra fue de 16. El dato reciente m¨¢s alto es el de 2020, cuando por la pandemia los reclusos no tuvieron acceso a visitas y se contabilizaron 23 suicidios. Aunque pueden parecer pocos casos, significa que la poblaci¨®n encarcelada se suicida casi tres veces m¨¢s que los colombianos en su conjunto, seg¨²n las tasas de suicidio calculadas por la oeneg¨¦ As¨ª Vamos en Salud.
Para las reclusas, esas cifras son la punta del iceberg de los problemas de salud mental y depresi¨®n que conocen a diario las reclusas de El Buen Pastor entre sus compa?eras. Por eso, cuentan, a trav¨¦s del Movimiento Nacional Carcelario han pedido que se institucionalicen programas para las privadas de la libertad que les permitan mejorar su calidad de vida en las celdas. Lo dice por WhatsApp pero lo reitera, casi a diario, a trav¨¦s de su cuenta de Instagram, que lleva casi como un diario de su vida en prisi¨®n: ¡°A todo Buen Pastor le llega su Mal Reba?o¡±.
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