El Atl¨¦tico, a lo grande en Europa
El equipo de Simeone, con un gran Diego Costa y una actuaci¨®n coral, tumba a un Milan algo destartalado con una goleada hist¨®rica y alcanza los cuartos por primera vez desde 1997
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Con los once jugadores a los que se agarr¨® Simeone en la hilera de derrotas que meti¨® al equipo en dudas, con un estadio rebosante de tanta ilusi¨®n como nostalgia por los a?os sin verse tan arriba en el escaparate de la vieja Copa de Europa, el Atl¨¦tico apart¨® a la cuneta al Milan, que tuvo como principal defensor de sus siete Copas de Europa a Kak¨¢. Fue apenas un rato, luego fue aplastado con contundencia en el juego y en el marcador. Un equipo hist¨®rico en ca¨ªda libre el que le ha tocado reconstruir a Clarence Seedorf. Todo lo contrario que los rojiblancos, colocados entre los ocho mejores equipos de Europa, en pleno subid¨®n, recuperando sensaciones de grandeza que hac¨ªa mucho que no se viv¨ªan por el Manzanares. Una resurrecci¨®n impulsada desde la llegada de un entrenador que ha tocado las fibras hist¨®ricas de la entidad. El sudor, el sentido de equipo y el contragolpe le han convertido en un equipo que ha recuperado el respeto del f¨²tbol europeo.
ATL?TICO, 4-MILAN, 1
Atl¨¦tico: Courtois; Juanfran, Miranda, God¨ªn, Filipe Luis; Koke (Diego, m. 80), Gabi, Mario Su¨¢rez, Arda Turan (C. Rodr¨ªguez, m. 77), Ra¨²l Garc¨ªa (Sosa, m. 72); y Diego Costa. No utilizados: Aranzub¨ªa; Ins¨²a, Alderweireld y Villa.
Milan: Abbiati; Abate, Rami, Bonera, Emanuelson; De Jong (Muntari, m. 78), Essien (Pazzini, m. 68); Taarbat (Robinho, m. 46), Poli, Kak¨¢; y Balotelli. No utilizados: Amelia; Zaccardo, Sciglio, Mexes y Muntari.
Goles: 1-0. M. 2. Diego Costa. 1-1. M. 27. Kak¨¢. 2-1. M. 40. Arda Turan. 3-1. M. 71. Ra¨²l Garc¨ªa. 4-1. M. 84. Diego Costa.
?rbitro: Mark Clattenburg (GB). Amonest¨® a Rami, Ra¨²l Garc¨ªa, Balotelli, Bonera y Robinho.
Unos 54.000 espectadores en el Calder¨®n.
A veces, los partidos de vuelta de las eliminatorias tienen un desarrollo ciclot¨ªmico, donde un lance puede cambiar el paisaje reinante. De repente, el equipo dominador y el envalentonado se encoge, y el agobiado y superado se desmelena. Eso le sucedi¨® al Atl¨¦tico, que cuando peor lo pasaba, cuando le doblaban el peso de la historia de la competici¨®n, se encontr¨® con un gol de Arda. Fue parad¨®jico que el equipo se desenvolviera mejor cuando fue a por el partido que cuando dej¨® que el Milan lo manejara. Despu¨¦s del empate de Kak¨¢ recuper¨® la presi¨®n inicial y ya no perdi¨® la sensaci¨®n de que la eliminatoria era suya. Sentenci¨® Ra¨²l Garc¨ªa, con un cabezazo limpio y bien dirigido que reforz¨® la decisi¨®n de su t¨¦cnico de jugarse los partidos importantes sin Diego y Villa.
Naci¨® el encuentro de cara para el Atl¨¦tico, tal y como lo hab¨ªa planeado Simeone. Una salida impetuosa a la caza de un gol que se present¨® a los dos minutos. Rob¨® Gabi ¡ªfant¨¢stico toda la noche¡ª una pelota en la salida del Milan por el costado izquierdo, levant¨® la cabeza, y meti¨® una comba pasada al segundo palo. Por all¨ª entr¨® Diego Costa, arrollador y decidido a cazar al vuelo el centro estirando su pierna izquierda. La estampa record¨® a aquel gol de Cruyff a Reina en el Camp Nou, que revent¨® y vio la eliminatoria franca por esa acrobacia de su goleador. Fue una pesadilla Costa para Rami y Bonera durante todo el partido, a los que hizo pagar su pesada carrocer¨ªa en cada arrancada. Ha reinado en la eliminatoria Costa, esplendoroso como cabeza de un conjunto coral. Subido en ese gol, desfigurado el Milan por ese golpe tan tempranero, Ra¨²l Garc¨ªa roz¨® el segundo tanto en una jugada de estrategia, lo que hubiera redondeado esa idea de Simeone de matar la eliminatoria en esa salida ambiciosa.
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Bajadas las revoluciones iniciales, se refugi¨® el Atl¨¦tico en ese repliegue en el que le concede al contrario metros y la pelota. Tambi¨¦n eso pertenec¨ªa al guion. Lo que no estaba escrito era la imprecisi¨®n que empez¨® a embargar a los centrocampistas del Atl¨¦tico, en especial a Mario Su¨¢rez, demasiado tenso. Esos errores le dieron volumen de juego al Milan en las inmediaciones del ¨¢rea. No apareci¨® Taarabt, decepcionante y cambiado en el descanso por Seedorf porque nunca entendi¨® que necesitaba m¨¢s velocidad y agresividad en sus acciones. Tampoco Balotelli, al que no le brot¨® ni esa versi¨®n de futbolista lagunero que de vez en cuando le renta una genialidad decisiva. Creci¨® el Milan con el tr¨¢fico limpio que le gener¨® Poli y con Kak¨¢. De repente, empez¨® a moverse por todo el frente de ataque, a desmarcarse y a reclamar el bal¨®n. Fue un ramalazo orgulloso que justific¨® el brazalete y defendi¨® la estirpe de campe¨®n del Milan. Suyo fue el empate con un cabezazo en el segundo palo en una buena rosca de Poli. Y suyo fue otro testarazo al poco que aire¨® el larguero de Courtois.
Los italianos apenas respiraron un rato con Kak¨¢. Luego fueron aplastados
Esa fue la ¨²ltima gran se?al amenazante del Milan hasta un disparo final de Robinho al larguero. Orden¨® Simeone abandonar el repliegue y se encontr¨® con ese remate de Arda que toc¨® en Rami al borde del descanso. El tanto puso de manifiesto una virtud que cada vez se hace m¨¢s frecuente en este equipo, capaz de embolsar victorias sin necesidad de una brillantez excesiva en el juego. Fue definitivo ya para el Milan, al que le aparecieron ya los males de los equipos rotos. Se descosi¨® por la sensaci¨®n de que dos goles ya eran demasiados y pudo irse con un tercer tanto al descanso si una espectacular tijera de Ra¨²l Garc¨ªa que silb¨® el poste izquierdo de Abbiati hubiera entrado.
Al final otra fiesta por todo lo alto en el Manzanares, donde todos se han ganado el derecho a so?ar entre la ¨¦lite, lo que no ocurr¨ªa desde 1997.
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