Jes¨¦, el h¨¦roe del vestuario

La merienda en el hotel Atlantic de Essen fue l¨²gubre. Los jugadores del Madrid se concentraban para dirigirse al ¨²ltimo entrenamiento antes de enfrentarse al Schalke en la ida de los octavos de la Champions, hace tres semanas, cuando la noticia ya se hab¨ªa instalado en la expedici¨®n. ¡°Parec¨ªa que se hab¨ªa muerto alguien¡±, dijo un jugador, para explicar el ambiente que se respiraba en las mesas que reun¨ªan al equipo. Ancelotti hab¨ªa decidido que Gareth Bale fuera titular en lugar de Jes¨¦ Rodr¨ªguez.

El joven jugador fue decisivo cuando el equipo todav¨ªa era titubeante

El h¨¦roe de los telediarios no siempre es el h¨¦roe del vestuario. Sobre el Real Madrid, el equipo m¨¢s examinado del planeta por telediarios y programas de telerrealidad, pesa una nube de propaganda magistralmente dirigida desde los ¨®rganos de la instituci¨®n. Una niebla que mezcla h¨¦roes aut¨¦nticos con pr¨®ceres artificiales y que el vestuario, como una depuradora, filtra de forma inmediata. Los profesionales son los primeros en determinar qu¨¦ es lo f¨¢cil y qu¨¦ es lo dif¨ªcil, qui¨¦n es el valiente y qui¨¦n se esconde, qui¨¦n sobresale en las estad¨ªsticas y qui¨¦n se destaca cuando las cosas de verdad se complican. El n¨²cleo duro del vestuario del Madrid no dud¨® en se?alar al verdadero auxilio del equipo cuando la cuesta se puso m¨¢s empinada, entre diciembre y febrero. A ojos de la mayor¨ªa, el hombre providencial fue Jes¨¦. Por eso lamentaron su suplencia en Alemania y por eso se preocuparon tanto cuando el martes por la noche supieron que se hab¨ªa roto el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha y que se perder¨ªa el resto de la temporada.

El canario enganch¨® al equipo a la Liga con el tanto de la victoria en Mestalla

Los futbolistas son recelosos por naturaleza. Desconf¨ªan de Bale por su salario de 11 millones de euros netos y desconfiaron de Jes¨¦ porque goza del apoyo especial que el presidente, Florentino P¨¦rez, reserva a los canteranos. Al principio los veteranos lo miraron con suspicacia. Meneaban la cabeza cuando detectaban sus formas aparentemente arrogantes, esa insolente seguridad en s¨ª mismo, y esos tatuajes que parec¨ªan desaf¨ªos, como el que reza, en grandes caracteres, que ¡°el talento no se copia¡±.

Jes¨¦ conquist¨® el respeto de sus compa?eros en el campo. Cuando el Madrid todav¨ªa era un equipo titubeante que no hab¨ªa encontrado ni un esquema de juego. Mientras Bale se reservaba argumentando extra?as lesiones y problemas de puesta a punto. El gol de la victoria en Mestalla, en un partido ag¨®nico (2-3), se?al¨® el inicio de la peque?a gesta. Muchos hinchas lo han olvidado pero sus colegas saben que sin ese gol se habr¨ªan quedado a siete puntos del Barcelona y del Atl¨¦tico antes de las Navidades. El canario, de 21 a?os, enganch¨® el equipo a la Liga y regres¨® de las vacaciones en plenitud. Marc¨® el ¨²nico gol del Madrid en Bilbao (1-1), y fue decisivo en las sucesivas eliminaciones de Copa ante Osasuna (desat¨® la jugada del gol en el 0-2 de la ida), Espanyol (anot¨® el 1-0 final en la vuelta), y Atl¨¦tico (su obra cumbre fue el 2-0 de la ida). Total: ocho goles y cuatro asistencias.

A veces los entrenadores no hacen exactamente lo que quieren. Dicen en el club que Carlo Ancelotti siempre consider¨® que Jes¨¦ era mejor que Bale. Si no lo aline¨® en Gelsenkirchen, explican, fue porque consider¨® que la debilidad del Schalke propiciar¨ªa la rehabilitaci¨®n de Bale, y rehabilitar a Bale era una prioridad estrat¨¦gica. El Madrid se hab¨ªa gastado alrededor de 100 millones de euros en el fichaje del gal¨¦s y Florentino P¨¦rez y los ejecutivos del club ven¨ªan lanzando mensajes al t¨¦cnico sugiriendo la necesidad impostergable de amortizar la inversi¨®n del ¨²nico modo posible: d¨¢ndole minutos de juego, promoviendo su lucimiento, y, finalmente, convirti¨¦ndole en incuestionable.

El mejor canterano blanco de los ¨²ltimos a?os

Jes¨¦ es el mejor canterano del Madrid que se asienta en el equipo en 15 a?os. Considerando los precedentes su caso es excepcional. Sin embargo, en lugar de convertirse en motivo de felicidad, su aparici¨®n gener¨® alarma. Primero, porque el deficiente estado f¨ªsico de Bale propici¨® un contraste inesperado, y luego porque el novato demostr¨® ser t¨¦cnicamente superior. As¨ª lo entendi¨® Ancelotti. Para el entrenador, Jes¨¦ mejoraba a Bale ¡°un poquito¡± en todo. Mostraba m¨¢s recursos en la definici¨®n, era m¨¢s inteligente en el juego asociativo, y se mostraba f¨ªsicamente m¨¢s resistente, cuesti¨®n que le permit¨ªa ser m¨¢s generoso en las ayudas defensivas. Los defensas y los centrocampistas, que observan cr¨ªticos la tendencia de Bale a quedarse descolgado esperando que le arrimen la pelota, apreciaron especialmente esta virtud.

La ¨²nica duda que inspir¨® en Ancelotti estrib¨® en su car¨¢cter

La ¨²nica duda que inspir¨® Jes¨¦ en Ancelotti estrib¨® en su car¨¢cter. Mientras que Bale hab¨ªa demostrado comportarse como un profesional disciplinado y cuidadoso tras su consagraci¨®n, el t¨¦cnico italiano no estaba seguro de la reacci¨®n de Jes¨¦ despu¨¦s de triunfar y firmar su primer gran contrato. El muchacho desprend¨ªa un asombroso aplomo de figura: actuaba como si se creyera el mejor jugador del mundo y eso no dejaba de ser inquietante a ojos de la autoridad. De ah¨ª las palabras de Ancelotti el martes, tras conocer la lesi¨®n: ¡°Nos sentimos tristes pero hay que pensar que puede ser un momento importante para Jes¨¦ si es capaz de aprovecharlo para mejorar su car¨¢cter¡±.

Bale es un profesional disciplinado, mientras Jes¨¦ parec¨ªa creerse el mejor del mundo

Jes¨¦ se convirti¨® en el jugador n¨²mero 12 del Madrid de Ancelotti. Un instrumento quir¨²rgico con potencial para reventar partidos en las segundas partes y con capacidad para jugar en cualquiera de las tres posiciones de ataque. Fue fundamental para sostener al equipo en pleno invierno, hasta encarrilar su trayectoria en las tres competiciones. Tambi¨¦n fue el autor del ¨²nico gol del Madrid al Barcelona esta temporada (en el 2-1 en el Camp Nou). Su entrenador le reservaba para los duelos decisivos. Sus compa?eros cruzan los dedos para no tener que echarle de menos.