El Celta castiga a una Real que se deja llevar

Faltaba un cuarto de hora y Bala¨ªdos enfervorec¨ªa con la visi¨®n de un equipo con arrestos y f¨²tbol, un grupo esforzado que pelea por salvar la categor¨ªa y que con un jugador menos desde el inicio de la segunda parte somet¨ªa y encerraba en su ¨¢rea a un rival que pelea por ser quinto en la Liga, una Real que mostr¨® credenciales con un inicio demoledor en el que forz¨® tres c¨®rners en seis minutos y marc¨® gol en el s¨¦ptimo. Pero nada achata al Celta, que se comporta con una dignidad que estremece, que carga con uno de esos inconvenientes que lastran a cualquier equipo: tiene problemas en las dos ¨¢reas, en la contraria le cuesta marcar, en la propia hace demasiadas concesiones. Y a¨²n as¨ª impone su vigor cuando baja la pelota la piso y avanza metros acompasadamente, bien juntas las l¨ªneas, con un car¨¢cter que se est¨¢ convirtiendo en se?a de identidad del equipo. Dos veces se vio por detr¨¢s en el marcador y las dos lo igual¨® para rescatar a la postre un punto que puede valer oro en la cercana suma final.

El empate le supo a hiel a la Real Sociedad porque le dej¨® la sensaci¨®n de que hab¨ªa dejado pasar una magn¨ªfica oportunidad para sumar tres puntos. Fue de m¨¢s a menos porque seguramente era imposible superar el inicio, punzante, vertical, a lomos de un Canales que parec¨ªa querer beberse de golpe los tragos que las lesiones le han hurtado durante tanto tiempo. Marc¨® el talentoso mediapunta c¨¢ntabro con un chutazo desde fuera del ¨¢rea y su equipo comenz¨® a dejarse llevar, como si el solete gallego le invitase a disfrutar de un trabajo que todav¨ªa no estaba hecho. Se amodorr¨® la Real, perdi¨® la pelota, la mejor noticia para el Celta, que gusta de crecer con ella en los pies y para colmo lleg¨® al empate sin tampoco haberse mostrado en exceso, en un penalti que emboc¨® Nolito y que se larv¨® en una acci¨®n aparentemente inocua en el pico del ¨¢rea de la que Bermejo extrajo petr¨®leo para evidenciar que el excelente central ??igo Mart¨ªnez a¨²n tiene que curtirse para evitar piller¨ªas de veterano.

Controlado el partido, igualado el marcador y neutralizado el dominio inicial del rival, no acaba de ser el Celta un equipo fiable. Resulta demasiado sencillo encontrarle un resquicio, una debilidad cuando no tiene la pelota. Por eso volvi¨® a ponerse en desventaja gracias a un cl¨¢sico, a una de las jugadas m¨¢s viejas del mundo, un bal¨®n largo al coraz¨®n del ¨¢rea para que un delantero corpulento, Agirretxe, baje la pelota y remate el compa?ero. Un gol que hubiese firmado el Motherwell o el Stoke y que embelleci¨® Griezmann con una r¨²brica en la escuadra, una acci¨®n mal defendida al filo del descanso, completada con un nuevo desastre al regreso porque un zaguero, Aurtenetxe, cometi¨® una imprudencia en campo contrario, sali¨® desbocado tras un mal control y estamp¨® los tacos de una de sus botas en el muslo derecho de Vela. Se fue Aurtenetxe por donde hab¨ªa venido, a la caseta, y pareci¨® apagar las luces del partido, pero el Celta alumbr¨® un final para el recuerdo. Aplac¨® las tres contras con las que de inmediato trat¨® de intimidarle la Real y mud¨® al equipo vasco a timorato, a perseguir diez sombras. Con Mina y Orellana de refresco y Rafinha en el eje, el coro celeste impuso su partitura hasta que Santi Mina enganch¨® un disparo en la frontal e hizo justicia en el marcador. Despert¨® la Real de su sesteo, pero entonces se escucharon tres pitidos y Bala¨ªdos festej¨® un punto que crey¨® perdido.