Un gigante en miniatura
El Eibar asciende a Primera con un modelo de austeridad inteligente que implica la identificaci¨®n de sus valores hist¨®ricos
Lo curioso del caso es que el Eibar no es un desconocido. Como las novelas escondidas en los mercados del libro antiguo, su valor se aprecia en cuanto alguien da la voz. En cuanto subconciencia y datos de que a La Cenicienta le iban a quitar el zapato, se moviliz¨® el f¨²tbol rom¨¢ntico, los rescoldos de lo que fue, para decir, como dijo Errazti, que ¡°lo m¨¢ximo es jugar el a?o que viene en Primera con el equipo de mi ciudad. Nadie quiere perder su cita con la historia¡±. Nadie es un dios, quiz¨¢s sea por eso. El gigantismo, a veces, se mide en cent¨ªmetros. O sea que los gigantes del cuento, existen.
La leyenda de los ¡®cansaalmas¡¯. El Eibar jug¨® 25 a?os en Segunda Divisi¨®n, tras acariciar el barro de las categor¨ªas inferiores. En ese tiempo se gan¨® para algunos un calificativo presuntamente descalificador que les atribu¨ªa la condici¨®n de ¡°cansaalmas¡±, es decir, el equipo inquieto e inquietante que te quita el resuello, que aprueba el empate como un bien, no como un mal menor. El Eibar era espartano, aguerrido. Quienes pasaban por la autopista que conduce a San Sebasti¨¢n, recordaban su paso por Eibar con la inquietud del que ha pasado una mala noche, ganara o perdiera. Fue el rey del empate hasta que con Mendilibar al mando y Silva en el desequilibrio, amenaz¨® la jerarqu¨ªa de la Liga en Segunda Divisi¨®n. Le faltaron tres puntos para que le ajustara el zapato. Un aviso. Cambi¨® el pie y cuadr¨® el zapato
Identidad sin DNI. Al Eibar le sobra el DNI. Solo uno de sus integrantes principales es nacido en Eibar, Errazti, que en su d¨ªa lleg¨® cedido por la Real Sociedad, del que es club convenido. Las se?as de identidad del Eibar est¨¢n impresas en club. El que viene sabe a qu¨¦ viene. Silva lleg¨® para curtirse y Jota Peleteiro, el nuevo ¨ªdolo, el que m¨¢s camisetas vende, el que hizo el gol del ascenso, lleg¨® a Eibar porque Luis Enrique, t¨¦cnico entonces del Celta, quer¨ªa que se curtiese en el mayor grado de exigencia. Al resto le pasaba lo mismo, eran proyectos aparcados en sus clubes de origen, chicos que dan vueltas, gente que ahora quiere seguir en el Eibar y no en sus equipos de origen porque han ascendido de categor¨ªa y porque son felices. El Betis, por ejemplo, ha querido pescar a orillas de la autopista, pero en Segunda el asunto es complicado aunque el Eibar no sea precisamente la milla de oro. El presupuesto m¨¢s peque?o del f¨²tbol profesional, la ciudad m¨¢s peque?a, el campo m¨¢s peque?o. Nada crecer¨¢ m¨¢s all¨¢ de lo razonable. M¨¢s cedidos, m¨¢s proyectos, m¨¢s rehabilitados.
El Eibar jug¨® 25 a?os en Segunda Divisi¨®n, tras acariciar el barro de las categor¨ªas inferiores
El efecto Aranzabal. ¡°Lo siento, no puedo atenderte hasta el mediod¨ªa, porque yo trabajo en una empresa¡±. Era la voz de Alex Aranzabal hace unos meses cuando su club se asomaba al abismo y al cielo al mismo tiempo. ¡°Ma?ana [por el lunes] todos a entrenar por la ma?ana que la Liga no ha terminado¡±. Palabras de Gaizka Garitano, el entrenador, tras el festival de lujuria futbol¨ªstica en Ipurua el domigo, un gatillazo en espera de que el Las Palmas fracasara en su intentona. Y como todo ocurri¨®, punto seguido
Aranzabal, joven, tranquilo y sensato, ha aplicado a la empresa el rigor de las corporaciones y la fidelidad de las cuentas familiares. A¨²n tiene que lidiar la ampliaci¨®n de capital, ahora m¨¢s liviana con el ascenso, y tranquilizar el riesgo de perder la cabeza. Eibar es una ciudad peque?a, con un campo peque?o, un patrimonio escaso, un verso suelto que ha hecho de la necesidad virtud: apenas medio mill¨®n de capital social. Un insulto a los grandes presupuestos. Y no parece que el presidente est¨¦ por la labor de lanzar la cometa al aire. Sabe que tiene un gigante en miniatura, con media docena de futbolistas apetecibles para cualquier club de los de escudo y espada. Pero mide lo que mide.
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