El estadio de la selva busca salida
El Arena Amazonia de Manaos, que cost¨® 270 millones, no tendr¨¢ uso tras el Mundial en una regi¨®n sin tradici¨®n futbol¨ªstica
Con una temperatura que ronda los 30 grados a la sombra y una humedad que supera el 80%, cualquier esquina de Manaos parece una sauna. Aun as¨ª, a nadie le sorprendi¨® que se escogiera esa ciudad, situada en medio de la selva amaz¨®nica, como una de las sedes de la Copa del Mundo. Las razones fueron m¨¢s pol¨ªticas que t¨¦cnicas, basadas m¨¢s en criterios encaminados a repartir geogr¨¢ficamente el campeonato que en virtud de las caracter¨ªsticas propias de Manaos, seg¨²n se han cansado de criticar varios especialistas, que han alertado tambi¨¦n de la falta de tradici¨®n futbol¨ªstica de la regi¨®n. Por eso temen que el estadio levantado para acoger los partidos del Mundial en esta ciudad se convierta dentro de un mes, cuando todo haya acabado, en una suerte de catedral vac¨ªa de 44.000 asientos sin uso determinado.
El Arena da Amazonia cost¨® m¨¢s de 270 millones de d¨®lares; los dos campos de entrenamiento complementarios, 16 millones m¨¢s. Nadie sabe qu¨¦ ser¨¢ de ellos cuando termine el Mundial. La liga amaz¨®nica no apasiona demasiado: el a?o pasado congreg¨® s¨®lo a 500 espectadores de media por partido. De hecho, un magistrado del Tribunal de Justicia de Amazonas lleg¨® a proponer, infructuosamente, que el estadio sirviera de prisi¨®n provisional. El Gobierno, que aport¨® la sexta parte del dinero, duda: no sabe si lo dedicar¨¢ a servir a alg¨²n club de la zona, si se lo ceder¨¢ a una empresa organizadora de eventos o si se lo quedar¨¢ la propia instituci¨®n. Los campos de entrenamiento servir¨¢n, en principio, para centros de formaci¨®n de j¨®venes atletas. Hab¨ªa otras infraestructuras concebidas para algo en principio m¨¢s ¨²til o, al menos, m¨¢s definido: un autob¨²s que enlazaba directamente con el campo y un tranv¨ªa, pero la Fifa consider¨® que era mejor archivarlos en un caj¨®n y as¨ª se hizo.
Con este panorama, Manaos, casi como cualquier otra ciudad del pa¨ªs, se encuentra dividida. Ya hay calles adornadas con banderas brasile?as y pantallas gigantes para ver los partidos. Pero tambi¨¦n hay, sobre todo en las localidades de la periferia, personas que rechazan el torneo. Entre estos se cuentan grupos de indios amaz¨®nicos. Reclaman m¨¢s inversi¨®n p¨²blica, que el dinero gastado en el estadio se destine a ello. El malestar de los ciudadanos de S?o Paulo y R¨ªo, que salieron a la calle para protestar en junio del a?o pasado, durante la Copa Confederaciones por falta de servicios p¨²blicos ha arraigado, pues, en los pueblos de la selva, cansados de que un r¨ªo de dinero llegue a los campos de juego y pase de largo por ¨¢reas esenciales de la poblaci¨®n como la seguridad, la educaci¨®n o la salud. As¨ª que tratar¨¢n de hacerse notar, muchos armados con arcos y flechas, el pr¨®ximo 14 de junio, fecha del primer partido en Manaos, que enfrentar¨¢ a Inglaterra e Italia. No lo tendr¨¢n f¨¢cil los manifestantes, ya que el Gobierno prev¨¦ reclutar m¨¢s polic¨ªas con tal de que no se acerquen al estadio.
¡°S¨®lo queremos que el Gobierno preste la misma atenci¨®n a nuestros problemas que la que est¨¢ prestando a la Copa del Mundo¡±, dice Isanira Ribeiro da Silva, de 46 a?os, una empleada dom¨¦stica de la etnia mura en medio de una protesta. Mientras, en otros barrios, se multiplican los vendedores de banderas, los colegios organizan mini-torneos, los peri¨®dicos se alinean junto a Brasil y, en los alrededores del Arena Amazonia, se cuelgan carteles de bienvenida a las selecciones que pasar¨¢n por Manaos: Italia, Inglaterra, Camer¨²n, Croacia, Portugal, Estados Unidos, Honduras y Suiza. ¡°La gente protesta por todo, pero durante la Copa tenemos que celebrar. Si Brasil pierde, protestaremos de nuevo. Pero antes no¡±, asegura la peluquera Mar¨ªlia Fran?a, que reuni¨® a los vecinos de su barrio para adornar las calles con motivo del Campeonato del Mundo. Su esperanza pasa por llegar a ver a alg¨²n jugador italiano. El plantel que dirige Cesare Prandelli entrenan en el campo de Colina, a menos de 100 metros de las calles reci¨¦n engalanadas.
Mientras tanto, otros aprovechan las circunstancias: la FIFA ha regalado a los obreros que han participado en la construcci¨®n del estadio entradas para el partido que disputar¨¢n Camer¨²n y Croacia. Y muchos las tratan de revender. ¡°Entre divertirme yo y alimentar a mis hijos, ?qu¨¦ cree que prefiero? Las vendo por 200 reales (81 d¨®lares): ?Quiere una?¡±, ofrece uno de los trabajadores.
Llegar al campo los d¨ªas de partido ser¨¢ una aventura. No hay parada de metro ni de tren, y tampoco muchas plazas de aparcamiento. La ¨²nica alternativa es el autob¨²s, pero la ruta est¨¢ mal indicada. El aeropuerto de Manaos tampoco presenta su mejor momento estos d¨ªas, en los que se convertir¨¢ en tarjeta de visita de la ciudad: tiene goteras, instalaciones provisionales y las prisas han acarreado que algunas de las se?ales conduzcan al lugar equivocado. Los habitantes de Manaos contrarios a la Copa del Mundo aseguran que lo ¨²nico que est¨¢ preparado en su ciudad para el torneo es el campo. Al que cuando todo acabe habr¨¢ que buscarle un uso.
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