Una marea azul de resistencia
Miles de hinchas salvadore?os llenan el estadio y dicen tener el coraz¨®n dividido entre El Salvador y Espa?a
La amplia presencia de inmigrantes salvadore?os en el ¨¢rea metropolitana de Washington DC hac¨ªa presagiar que el color azul ser¨ªa mayoritario en las gradas del FedEx Field. Pero la realidad en el estadio de Landover ¡ªen el estado de Maryland, a las afueras de la capital de Estados Unidos¡ª super¨® todos los pron¨®sticos. El predominio fue avasallador. El Salvador jug¨® realmente en casa, como se comprob¨® desde el principio con el imponente c¨¢ntico del himno nacional.
A simple vista m¨¢s del 90% del estadio estaba te?ido del azul de la zamarra del pa¨ªs centroamericano. Se ve¨ªan tambi¨¦n algunas camisetas y banderas espa?olas y t¨ªmidos c¨¢nticos, pero los destellos rojos quedaban camuflados ante la marea azul. Bajo un intenso sol, para los hinchas salvadore?os el partido era un ejercicio de resistencia, conscientes de la enorme desventaja de su equipo frente al espa?ol. Aplaud¨ªan y vitoreaban con vigor todas las paradas de su portero y las pelotas que recuperaban sus defensas ante los ataques constantes de la selecci¨®n de Vicente del Bosque.
As¨ª, se desat¨® la euforia cuando a los pocos minutos de iniciarse el encuentro Cesc F¨¤bregas err¨® un penalti. Antes ya hab¨ªan abucheado intensamente la decisi¨®n arbitral. "?Salvador, Salvador, Salvador!", resonaba en el estadio de los Red Skins de la NFL, la liga de f¨²tbol americana, tras la ocasi¨®n fallada por el centrocampista espa?ol. Y en las escasas ocasiones en que la selecci¨®n salvadore?a logr¨® intimidar t¨ªmidamente la porter¨ªa de Iker Casillas, los v¨ªtores volvieron con ¨¦xtasis. "Ol¨¦, ol¨¦, ol¨¦", clamaban. Llegar al descanso con empate a cero fue celebrado con entusiasmo.
Bajo un intenso sol, para los hinchas salvadore?os el partido era un ejercicio de resistencia, conscientes de la enorme desventaja de su equipo frente al espa?ol
"Esperaba que ahora ya estuviera ganando Espa?a por 4 a 0", ensalzaba en el medio tiempo Sinforoso, un salvadore?o que vive en el estado de Ohio y que asisti¨® a Washington solo para presenciar a su selecci¨®n, algo que, dec¨ªa, es habitual entre la numerosa comunidad salvadore?a en Estados Unidos.
Como muchos de sus compatriotas, Sinforoso, que lleva 20 a?os viviendo en EE UU, se declaraba con el coraz¨®n dividido. "Primero animo a El Salvador, y luego a Espa?a", terciaba. Algo que se palpaba tambi¨¦n en el ambiente. La afici¨®n festej¨® la entrada al campo de los jugadores espa?oles y aplaud¨ªan a Casillas cada vez que se giraba hacia los asientos de detr¨¢s de su porter¨ªa.
"Es como el pap¨¢ y el hijo. El apoyo es para los dos, da igual quien gane, se disfruta igual", afirmaba Henry, un salvadore?o que lleva 17 a?os en EE UU y que iba ataviado con la indumentaria de su pa¨ªs. A su lado, un primo suyo luc¨ªa la camiseta del Real Madrid. No era el ¨²nico. Tambi¨¦n se ve¨ªan algunas del Barcelona. Todos ellos y algunos salvadore?os celebraron los goles de David Villa, pero con mucha menos intensidad que cualquier acierto de los de Albert Roca.
Fue, en resumen, una fiesta del f¨²tbol. Y, pese a la aplastante mayor¨ªa latina, el sello estadounidense era innegable: dos horas antes del inicio del partido, los alrededores del estadio estaban repletos de personas haciendo, junto a sus coches, la famosa tailgate de la NFL, bebiendo y cocinando una barbacoa.
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