Que empiece el espect¨¢culo (o no)
En todos los sitios hay huelgas y manifestaciones, no s¨®lo aqu¨ª, f¨ªjense en Francia, o en Espa?a, donde no hay taxis, son cosas puntuales, normales, y la Copa del Mundo est¨¢ a punto de empezar, falta un d¨ªa, y miren¡
El tipo de la radio de la emisora de S?o Paulo va diciendo que s¨ª, que las cosas andan mal, que todo podr¨ªa ir mejor, claro, pero que falta solo un d¨ªa para que todo comience y que, miren, en todos los sitios hay huelgas y manifestaciones, no s¨®lo aqu¨ª, f¨ªjense en Francia, por ejemplo, donde los ferroviarios tambi¨¦n est¨¢n en huelga, o en Espa?a, donde no hay taxis, son cosas puntuales, normales, y la Copa del Mundo est¨¢ a punto de empezar, falta un d¨ªa, y miren¡
Parece mentira, pero en el pa¨ªs del f¨²tbol alegre y de las hinchadas euf¨®ricas, donde la historia de la selecci¨®n de Brasil se confunde con la historia misma de este deporte, el tipo de la radio trata de convencer a los oyentes de que se enchufen de una vez al campeonato, como un padre trata de convencer a su hijo, ya adolescente algo respond¨®n, de que se divierta en la fiesta de cumplea?os que le han organizado. Antes te gustaba, hijo. Antes.
Una encuesta de O Globo dice? que la mayor¨ªa de los brasile?os est¨¢n convencidos de que el Mundial traer¨¢ m¨¢s perjuicios que beneficios al pa¨ªs.
Tambi¨¦n la presidenta del pa¨ªs, Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, trata de animar a sus ciudadanos un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n con mensajes televisados. Llama a los protestones pesimistas y les recuerda que los campos est¨¢n preparados, y los aeropuertos, y las carreteras, y concluye que todo est¨¢ listo para que la celebraci¨®n comience. Es cierto a medias: el estadio de Itaquer?o, por ejemplo, al norte de la interminable S?o Paulo, a¨²n presentaba, dos d¨ªas antes de acoger el partido de la inauguraci¨®n andamios disimulados, pasarelas provisionales o accesos inacabados. Pero incluso esto no es lo m¨¢s importante: tambi¨¦n se hacen fiestas con el escenario sin acabar, con la orquesta a medias porque ¨¦ste o aquel no pudo venir o con el local sin adornar porque alguien se olvid¨® de traer aquello. Lo que importa es que la gente est¨¦ animada. Convencida. ?Lo est¨¢? Pues no, o no del todo: una encuesta publicada ayer en el peri¨®dico O Globo dejaba claro que la mayor¨ªa de los brasile?os est¨¢n convencidos de que el Mundial traer¨¢ m¨¢s perjuicios que beneficios al pa¨ªs.
?C¨®mo se hace una fiesta as¨ª?
En la inimaginable cola de cerca de 200 personas para subirse a un autob¨²s ya de por s¨ª abarrotado, el lunes pasado, d¨ªa de una brutal huelga de metro en S?o Paulo, la gente aseguraba que no est¨¢ en contra de la Copa del Mundo, que les gusta el Mundial, tambi¨¦n el f¨²tbol, claro, que les encanta que vengan extranjeros a su pa¨ªs y que est¨¢n convencidos de que Brasil sabr¨¢ acogerlos (lo que es verdad, dado el recibimiento que est¨¢n teniendo las selecciones de los otros pa¨ªses). Pero se manifestaron en contra de que no se invierta m¨¢s en mejores servicios p¨²blicos, en mejores autobuses por ejemplo, en maneras de paliar los enormes atascos que los agotan.
Hoy empieza a rodar la bola, empieza a tocar la banda, comienza la fiesta organizada como a?os atr¨¢s, como cada cuatro a?os. El adolescente respond¨®n va a acudir con las manos en los bolsillos, enfurru?ado, desafiante y crecido.
Antes te gustaba, hijo.
?Antes.
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