Estadios y favelas
Muchos de los estadios de f¨²tbol construidos o reconstruidos para este Mundial de f¨²tbol se asientan cerca de favelas. No es algo muy raro, ya que las afueras de las grandes ciudades brasile?as son, de hecho, cinturones de favelas
No siempre es as¨ª: en Salvador de Bah¨ªa, el rehabilitado estadio, situado en el centro, tambi¨¦n flota en torno a ciudades hechas de barracas. En R¨ªo de Janeiro, cerca de 700 familias de la favela de Metr? Manguieras, situada a medio kil¨®metro del Maracan¨¢, fueron expulsadas de ah¨ª para dejar espacio libre. Algunos fueron realojados pero otros no. El lugar, hace una semana, parec¨ªa un ¨¢rea bombardeada, un escenario de guerra, un vertedero lleno de escombros y basura por todas partes, pero sin habitantes que se interpusieran entre los turistas y el campo.
En S?o Paulo, el estadio Itaquer?o se levant¨® de la nada, en la parte este de la ciudad, en un amplio terreno vac¨ªo. Aqu¨ª no se ha desalojado a nadie. Pero los habitantes de la cercana favela da Paz, emplazada a un costado del modern¨ªsimo (aunque inacabado) campo de f¨²tbol han vivido muy atentos a las evoluciones urban¨ªsticas del barrio, temiendo a veces que las excavadoras echaran abajo las casas. De hecho, el Ayuntamiento trat¨® de echarles, pero los vecinos se opusieron al traslado forzoso hasta que no hubiera una vivienda digna en otra parte donde meterse. Las autoridades les han ido prometiendo casas desde hace a?os, pero el cumplimiento de la promesa se posterga d¨ªa a d¨ªa, mes a mes y a?o a a?o. La nueva fecha para que llegue la casa prometida es 2015. Muy pocos lo creen.
Los habitantes de esta favela, el d¨ªa del partido inaugural entre Brasil y Croacia debieron de dar una vuelta de m¨¢s de media hora para ir al metro por los estrictos controles policiales que se interpon¨ªan, por razones de seguridad, entre el poblado y los turistas.
Los alquileres en?S?o Paulo han subido un 165% de media. Esto no es culpa del Mundial (o no s¨®lo) sino tambi¨¦n de la galopante especulaci¨®n que existe en la zona
Hay otro fen¨®meno urban¨ªstico consecuencia de la construcci¨®n del estadio. Es cierto que el barrio ha mejorado, que las carreteras de acceso son m¨¢s c¨®modas. Pero eso ha acarreado que los alquileres suban un 165% de media. Esto no es culpa del Mundial (o no s¨®lo) sino tambi¨¦n de la galopante especulaci¨®n que existe en S?o Paulo y que merece un art¨ªculo aparte. La escalada de precios hace que mucha gente deje la zona y emigre a zonas a¨²n m¨¢s apartadas de la ciudad. O ni eso: Beatriz, una dependienta dom¨¦stica con tres hijos que pagaba 400 reales de alquiler (unos 100 euros) por un piso en el barrio de Itaquera, de repente se vio con una factura de 1.000 reales (300 euros). No pod¨ªa pagarlos, as¨ª que se sum¨® a un campamento reivindicativo de gente sin hogar que reclama viviendas sociales, organizado por el activo Movimiento de los Trabajadores sin Techo, levantado a base de tiendas de campa?a y lonas cerca del estadio.
Una suerte de nueva favela. Y la rueda vuelve a empezar.
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