La Copa met¨¢fora del nuevo Brasil
Deber¨ªa haber sido la Copa de las Copas. No lo est¨¢ siendo en los estadios, porque la formaci¨®n brasile?a ya no entusiasma al mundo como anta?o. Ni siquiera a los de casa. El f¨²tbol ya no se identifica con el pa¨ªs de Pel¨¦, Garrincha o Neymar. Otros est¨¢n jugando igual o mejor que la familia Scolari.
La situaci¨®n que vive el f¨²tbol de Brasil puede ser a la vez paradoja y met¨¢fora positiva de algo m¨¢s profundo que est¨¢ viviendo este pa¨ªs.
Es probable que Brasil gane la Copa, pero ello ya no es, como en el pasado inexorable, indiscutible. Pueden ganarla tambi¨¦n otros, o puede ganarla ¨¦l. Se ha entrado en la normalidad.
Aquel f¨²tbol ¨²nico que solo Brasil sab¨ªa crear e imaginar en el c¨¦sped de los estadios del planeta y que hizo de Pel¨¦ el embajador m¨¢s brillante del pa¨ªs est¨¢ cambiando, se ha globalizado y por eso mismo uniformado.
Es quiz¨¢s lo que intentan explicar los expertos del bal¨®n cuando escriben que en esta Copa todo parece cabeza arriba, pura sorpresa, con juegos que se esperaban soberbios, imperdibles y que acaban como escribe Zuenir Ventura con ¡°sabor de derrota¡±. Y otros por los que pocos apostaban que est¨¢n sorprendiendo hasta a los m¨¢s entendidos.
El f¨²tbol es lo m¨¢s voluble e imprevisible que existe. Quiz¨¢s por ello entusiasma y enardece. Se suele decir que el f¨²tbol es un juego en el que disputan once contra once y gana Alemania. Y es lo m¨¢s parad¨®jico. La jugada quiz¨¢s m¨¢s famosa del f¨²tbol brasile?o la protagoniz¨® Pel¨¦ en las semifinales de la Copa, contra Uruguay en 1970, con el regate sin tocar el bal¨®n que S¨¦rgio Rodr¨ªguez en su libro O Drible califica como ¡°el regate m¨¢s espectacular de la historia¡±. Y aquel regate ¡°sin gol¡± dio m¨¢s fama a Pel¨¦ que sus mil goles juntos.
?Tiene ello alg¨²n significado simb¨®lico que ata?e al Brasil de hoy? Quiz¨¢s s¨ª. Solo los que a¨²n se resisten a aceptar que Brasil se est¨¢ transformando gracias a un complejo forcejeo por sentarse a la mesa de la modernidad parecen incr¨¦dulos y deprimidos con el Brasil que ya no es solo f¨²tbol o dondeel f¨²tbol ya no es lo mejor de ¨¦l. Al igual que Pel¨¦ con su regate sin gol pas¨® a la historia, Brasil sin aquel f¨²tbol del pasado, con un toque de bal¨®n m¨¢s normal, que nos desespera, sorprende y desanima a la vez, podr¨¢ ser admirado un d¨ªa por otras proezas no futbol¨ªsticas.
?Cu¨¢ntos no se desesperaron en 1970 cuando aquel soberbio y creativo regate de Pel¨¦ acab¨® sin gol? En esta Copa a pesar de que la televisi¨®n multiplica el fervor de los aficionados, lo cierto es que se trata del primer Mundial que no hace vibrar con una sola voz a los brasile?os, porque este pa¨ªs es ya democr¨¢tico y plural, con muchas voces, desobediente al poder, capaz de pensar por su propia cuenta porque ha empezado a estudiar m¨¢s y sabe mejor analizar la realidad, empezando por la del f¨²tbol.
Esta ma?ana, Idaura, una mujer que iba en bicicleta a trabajar en la cocina de un hospital de R¨ªo, se quejaba de que no hab¨ªa pasado el autob¨²s. Le pregunt¨¦ la causa y me respondi¨®: ¡°Essa droga da Copa¡± ("Esa mierda de la Copa"), una expresi¨®n inconcebible y hasta ayer irreverente en la boca de una trabajadora brasile?a y al mismo tiempo, en fuerza de esa paradoja que hoy es Brasil, podr¨ªa interpretarse como liberadora.
Es quiz¨¢s lo mismo que expresa, de forma m¨¢s matizada y acad¨¦mica, Roberta, directora de marketing, en el precioso reportaje de Carla Jim¨¦nez publicado en este mismo diario mientras sufr¨ªa en un bar de S?o Paulo al ver empatar a Brasil con M¨¦xico: ¡°Tengo la sensaci¨®n de que estamos viviendo un momento hist¨®rico, la historia est¨¢ pasando frente a nosotros y no sabemos los que est¨¢ llegando¡±.
?No estar¨¢ llegando un Brasil m¨¢s moderno, m¨¢s inconformista y pragm¨¢tico, donde se siga sufriendo cuando juega mal el equipo del coraz¨®n, pero tambi¨¦n donde se pueda llorar y luchar por otras causas m¨¢s cercanas a nuestra vida real, a veces dichosa y a veces cruel?
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