Se acabaron las haza?as
¡°Esta noche para siempre se acabaron tus haza?as¡±, dice un tango cl¨¢sico, y dan ganas de pensar en Espa?a mientras suena. Porque es verdad que se acab¨® de manera abrupta este ciclo, pero tambi¨¦n que lo hecho hasta aqu¨ª cabe calificarlo de haza?a por lo que signific¨® para el f¨²tbol espa?ol y por lo que influy¨® en el f¨²tbol mundial. Que este ciclo se termine frente a Australia en un partido que no significa nada, es una prueba m¨¢s de que el f¨²tbol no conoce la piedad. Se trata de un juego maravilloso, pero tambi¨¦n terrible y lleno de paradojas. Espa?a, la ¨²ltima en irse de Sud¨¢frica con la Copa en todo lo alto, es de las primeras en marcharse de Brasil y justamente.
Chile cant¨® el himno como quien sale a invadir, no como quien sale a jugar. Y realiz¨® un partido coherente con ese entusiasmo patrio. De hecho, presion¨® m¨¢s de lo que jug¨® hasta el punto de que cada jugador de Espa?a que pensaba con la pelota en los pies, se quedaba sin pelota. Y si se descuidaba, tambi¨¦n sin pie. A veces las peque?as cosas tienen el valor de un s¨ªmbolo, y ver a Casillas sacar en largo las primeras pelotas que recibi¨® fue una confirmaci¨®n de la falta de confianza que ha ido infectando al equipo. La perfecci¨®n t¨¦cnica que alcanzo esta Selecci¨®n requer¨ªa tal armon¨ªa colectiva que aquello lleg¨® a parecer un ballet en el que la pelota marcaba un ritmo r¨¢pido y hasta bello. Y que yo sepa la belleza no molesta a nadie. ?Y por qu¨¦ esta ca¨ªda? El de Espa?a es un equipo cansado y no piensen s¨®lo en t¨¦rminos f¨ªsicos. Jugar al f¨²tbol como lo ha hecho esta selecci¨®n durante tantos a?os exige estar muy fresco: para tener las soluciones en la cabeza antes de recibir la pelota, para conectarse con los compa?eros con una sola mirada, para presionar con urgencia tras la misma p¨¦rdida del bal¨®n. Ante Chile, y desde muy pronto, entendimos que muchos tornillos estaban desajustados, incluso los de la suerte, que suele restar conectada con la confianza.
Que este ciclo se termine frente a Australia en un partido que no significa nada, es una prueba m¨¢s de que el f¨²tbol no conoce la piedad
No desmerezco a Chile, agresivo en el ataque, en la presi¨®n, en los regresos; y mucho menos a Holanda, que vol¨® en su presentaci¨®n. Pero como la decadencia no suele tener fondo, no me extra?ar¨ªa que termin¨¢ramos elogiando a una gran Australia en el tercer partido. Porque en Espa?a todos los jugadores parecen estar lejos entre s¨ª, como si hubieran olvidado que la cercan¨ªa sirve para asociarse, tan importante para darle continuidad al juego como para recuperar el bal¨®n en manada tras la p¨¦rdida. Acabar un ciclo de esta manera tiene que ver con el paso del tiempo, pero tambi¨¦n con una cadena de fatalidades en la que terminan fallando jugadores que nunca fallaron, en la que cada error es de valor gol (en cualquiera de las dos porter¨ªas) y en la que hasta el orgullo parece cansado cuando el partido requiere de una respuesta heroica.
Espa?a, simplemente, no se encontr¨® en este Mundial. Pero como la principal revoluci¨®n de su f¨²tbol es formativa, el legado ser¨¢ recogido por las nuevas generaciones, que tendr¨¢n que competir con los t¨ªtulos, el hermoso estilo y hasta el ejemplar comportamiento de estos jugadores. Mucha personalidad har¨¢ falta para estar a la altura del recuerdo que nos dejan estos pr¨®ceres porque, aunque el presente les condene, la historia sabr¨¢ ponerlos en el lugar que merecen. Simplemente, el m¨¢s grande visto nunca.
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