Brasil imita a Simeone
Scolari reconoce que su equipo, el escudo m¨¢s glorioso del f¨²tbol, utiliza el modelo del Atl¨¦tico
Dice la revista GQ de Brasil que durante el mes de Mundial, el seleccionador, Luiz Felipe Scolari, ser¨¢ el verdadero presidente del pa¨ªs. A Scolari la idea le encanta. Populista visceral, el hombre pone menos cuidado en los mensajes deportivos que en los pol¨ªticos. Por eso emplea a sus jugadores m¨¢s carism¨¢ticos incit¨¢ndoles a trasladar al pueblo las ideas dif¨ªciles de digerir. Como el desider¨¢tum que emiti¨® a trav¨¦s de su capit¨¢n, Thiago Silva, el 4 de junio. El muchacho celebr¨® una conferencia y dijo que para ser campeona la selecci¨®n Brasil deb¨ªa seguir los pasos del Atl¨¦tico de Simeone.
"Hoy en el entrenamiento con Alves y Ramires hemos pedido mayor atenci¨®n en fase defensiva", comenz¨® Thiago, progresivamente nervioso, en aquella comparecencia. "La gente sabe que si no encajamos goles nuestras posibilidades de ganar los partidos por 1-0 son muy importantes. El objetivo es no encajar. La parte defensiva de la selecci¨®n es muy s¨®lida y creo que hay que trabajarla mucho m¨¢s. Yo tengo confianza total en todos los jugadores en el sector defensivo. Espero que acertemos en este objetivo de recibir cero goles para llegar a la ansiada final de Maracan¨¢".
"Es un ejemplo a seguir por su juego organizado, cerrado", dice el seleccionador
Enviado por su jefe, Thiago sigui¨® meti¨¦ndose en el lodo: "Tenemos que hacer como el Atl¨¦tico de Madrid, que lleg¨® a una final de la Champions porque no encaj¨® goles apenas. En la final, lamentablemente, le metieron cuatro, pero fue una temporada muy provechosa para el Atl¨¦tico. Si seguimos ese camino, y principalmente pensamos en defender, podremos tener ¨¦xito m¨¢s adelante".
Thiago, cuya reputaci¨®n de intachable es aceptada entre los torcedores, lanz¨® una propuesta tan arriesgada que ni Scolari se atrevi¨® a formularla personalmente. Pedir a la hinchada que respalda el escudo de la CBF, el m¨¢s glorioso, art¨ªstico y arrojado de la historia del f¨²tbol, que trague la propuesta de jugar a la defensiva, como un equipo peque?o, y en su propia casa, es asumir un riesgo desproporcionado. Sobre todo cuando el rival es un equipo como Chile, un adversario cuyo m¨¢ximo logro fue alcanzar la final de una Copa Am¨¦rica.
Brasil y Chile se enfrentaron en 68 ocasiones y Chile solo gan¨® en siete, jam¨¢s en territorio brasile?o. Hoy se miden en el Mineir?o en los octavos de final. Con su viejo c¨ªrculo de contrafuertes de cemento armado destac¨¢ndose entre las colinas de Pampulha, el estadio es parte de la historia del f¨²tbol. Una historia ¨²nica que cambi¨® de tono hace 20 a?os, con la aparici¨®n de los entrenadores autodefinidos pragm¨¢ticos. Parreira, Scolari y Dunga abanderaron la transformaci¨®n hasta desembocar en la selecci¨®n actual, marcada por un conservadurismo que resulta menos atractivo al p¨²blico que a los arribistas que proliferan bajo el manto de las instituciones. Hace a?os que Brasil dej¨® de encandilar al mundo con su juego, pero los dirigentes de la CBF, el entramado empresarial que la rodea, y parte de los aficionados, se han aferrado a la nueva f¨®rmula porque creen que eso les garantiz¨® el ¨¦xito en 1994 y 2002.
"Podemos sacar lecciones de su entrenador y de sus futbolistas"
Scolari reconoci¨® ayer que el Atl¨¦tico de Madrid era el ejemplo a seguir en este torneo. Lo dijo con naturalidad y un punto de turbidez cuando dej¨® entrever que quienes quer¨ªan jugar al contragolpe eran sus futbolistas y no ¨¦l. "Nuestra filosof¨ªa es bien recibida por nuestros jugadores", dijo, "pero ellos tambi¨¦n tienen la posibilidad de discutir conmigo la filosof¨ªa de juego. Con el Atl¨¦tico fue as¨ª. Es un ejemplo a seguir por su juego organizado, cerrado, que sabe comportarse defensivamente y tambi¨¦n sabe contragolpear. As¨ª fue campe¨®n de Espa?a y subcampe¨®n de Europa. Podemos sacar lecciones de calidad de su entrenador y sus jugadores para ponerlas a disposici¨®n de nuestros futbolistas".
Los nervios se palpaban en la excursi¨®n brasile?a. La presi¨®n aumenta ante la perspectiva del cruce con un adversario que presume de desinhibici¨®n y coraje. Hoy la tradici¨®n gigantesca no basta para defender el prestigio. Brasil no pierde un partido oficial en su casa desde 1975. Fue hace much¨ªsimo. En otra ¨¦poca. Y fue en el Mineir?o.
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