Brasil reniega de su identidad
El juego de La Canarinha responde a la idea de Scolari y a los problemas de la cantera
Primero se pierde la memoria, que es el refugio de los valores hist¨®ricos que han ido conformando una identidad durante generaciones. Despu¨¦s se reniega paulatinamente del riesgo y el atrevimiento que van intr¨ªnsecamente ligados a cualquier juego. El siguiente paso en el proceso degenerativo es rendir culto a lo accesorio: el sacrificio, la determinaci¨®n, o incluso el factor emotivo de 70.000 gargantas vociferando un himno mientras los jugadores riegan el c¨¦sped de l¨¢grimas. Y por fin, se acaba entregando el sello de una camiseta legendaria al pizarr¨®n, a la mercadotecnia y a la perpetua esperanza de que un extraordinario y joven jugador tire de las ilusiones de todo un pa¨ªs. La selecci¨®n brasile?a es hoy un p¨¢lido reflejo de la leyenda que fue. Un monumento a la mediocridad te?ido de amarillo ante la at¨®nita mirada de una torcida conmocionada porque Brasil tiene serios problemas para ganar y juega como un equipo cualquiera.
M¨¢s all¨¢ de la descomunal presi¨®n que sufre la familia Scolari, el f¨²tbol brasile?o padece serios problemas estructurales que tambi¨¦n explican el presente estado de frustraci¨®n. Esta vez no hubo debate sobre la convocatoria. Ninguna figura se qued¨® fuera de la lista, como le ocurri¨® a Rom¨¢rio con Zagallo en 1998.
Ahora en la Liga brasile?a hay dinero, vuelven viejas glorias y no hay tanta prisa entre los j¨®venes por emigrar, pero el nivel competitivo del torneo dista mucho del de las grandes Ligas europeas. Sin ir m¨¢s lejos, Brasil no ha producido en los ¨²ltimos a?os goleadores que decidan partidos mientras la cr¨ªtica se ceba con la escasa productividad de Fred y Jo. Al calor del t¨ªtulo mundial de 1994, Brasil se entreg¨® a un tacticismo desmedido y a un exceso de precauciones cuyo mayor s¨ªntoma es la presencia en la selecci¨®n de muchos volantes defensivos de perfil vigoroso, muy del gusto de Scolari, que ve en ellos un rasgo de modernidad y equilibrio. Hace 12 a?os, en v¨ªsperas del debut de Brasil ante Turqu¨ªa en el Mundial 2002, Scolari perdi¨® a su gran talism¨¢n, el centrocampista Emerson, por una lesi¨®n en un hombro producida en el ¨²ltimo entrenamiento previo. El t¨¦cnico tuvo que replantear todo el entramado t¨¢ctico del equipo ante la ausencia de su volante defensivo preferido.
Al calor del t¨ªtulo mundial de 1994, Brasil se entreg¨® a un tacticismo desmedido
Esa figura, conocida en Brasil como cabe?a de ¨¢rea tuvo en el gran Mauro Silva a su principal referente. Un tipo inteligente con similar capacidad para robar la pelota y entregarla limpia al compa?ero mejor situado. A su sombra proliferaron en los clubes brasile?os y en la selecci¨®n volantes del m¨¢s diverso pelaje. El problema es que no se pod¨ªa clonar al exjugador del Deportivo, y muchas de las fotocopias sal¨ªan borrosas. Hoy en las categor¨ªas inferiores de la CBF abundan los centrocampistas de corte agigantado, con tendencia al choque, el despliegue kilom¨¦trico y la conducci¨®n, y con evidentes problemas para generar un juego elaborado.
Mientras que Espa?a o Alemania apostaron por un modelo formativo que privilegiaba la t¨¦cnica y el conocimiento integral del juego, muchos t¨¦cnicos de la CBF auspiciaron un prototipo de futbolista atl¨¦tico. Lo ejemplificaba esta semana el gran Tost?o, uno de los h¨¦roes de la selecci¨®n del 70, en su columna del diario Folha de S?o Paulo hablando del perfil del centrocampista Paulinho: ¡°Como el Corinthians no ten¨ªa ning¨²n jugador excepcional y Paulinho marc¨® varios goles decisivos, fue tratado como un crack. En la Copa Confederaciones tambi¨¦n le fue bien. Pero con la p¨¦rdida de prestigio del Tottenham Paulinho perdi¨® la confianza, ese sentimiento m¨¢gico que en tiempo variable transforma un buen jugador en un crack. Cuanto mayor es la expectativa, mayor es la frustraci¨®n. Vi decenas de carreras as¨ª. No hay misterio¡±.
El f¨²tbol formativo no incide en la aparici¨®n de jugadores del perfil de Neymar
El f¨²tbol formativo brasile?o no incide tanto en la aparici¨®n de jugadores como Neymar, porque la pasi¨®n futbolera en el pa¨ªs es tan inmensa que los genios surgen por generaci¨®n espont¨¢nea. Pero la cadena de montaje en la que se ha convertido la cantera de la CBF, poco amiga de proyectos integrales duraderos, s¨ª es una causa directa de lo que hoy ofrece la selecci¨®n de Scolari. Un t¨¦cnico que en el Palmeiras del 99 apostaba por C¨¦sar Sampaio, hace unos meses lo hac¨ªa por Hernanes, ayer por Paulinho, Ramires o Luiz Gustavo y ma?ana por cualquier otro que le asegure vigor y ardor guerrero. Ese es el tipo de centrocampistas que ahora fomenta el pa¨ªs que alumbr¨® a Zizinho, Did¨ª, Gerson, Toninho Cerezo y tantos otros. Mientras buenos jugadores como Oscar o Willian saltan al Mineir?o superados por la presi¨®n ambiental, rebeldes atrevidos como el peque?o extremo Bernard se comen las u?as en el banquillo. Mientras, Neymar mira la pelota volar desde la zaga y su seleccionador invoca la intensidad defensiva y el juego directo pregonados por Simeone en el Atl¨¦tico como modelo a seguir.
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